Artículo publicado en Deia (20/11/2022)
El consorcio Unicode, que se encarga de regular los nuevos caracteres a incorporar en los dispositivos móviles, conmemora, junto al resto del mundo, el 17 de julio como el día de los emojis. A lo largo de estas últimas 15 versiones (una por año), hemos ido gradualmente expresándonos más y más con estos pictogramas. En la emojipedia, hay más de 3.500 pictogramas censados. De alguna manera, con el paso de los años, este anuncio de nuevos emojis (que se hace todos los Julio) se ha convertido en una forma de entender las nuevas demandas sociales y los usos y costumbres de la gente. Su popularidad es indudable. En 2015, el Diccionario Oxford nombró a un emoji palabra del año. El emoji llorando de la risa había sido el más utilizado en el mundo hasta 2019. Pero llegó la pandemia, y nos dejamos de reír. En 2022, los más utilizados siguen siendo los que permiten expresar una emoción en una cara. Este año, como nuevas candidaturas, destacan algunos animales (medusas, burros, etc.), instrumentos musicales (maracas, flauta), la cara agitada (¿qué nos pasa?), manos empujando (desde la izquierda y desde la derecha), un peine o el símbolo del WiFi. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
La expresión mediante imágenes es otro de esos cambios que trajo la era digital. En 2012, gracias a WhatsApp, alcanzaron un carácter verdaderamente universal. Se convirtieron en una buena manera de expresarse emocionalmente, que conecta bien con la percepción del cerebro. Sin embargo, también provoca debates intergeneracionales: el código y los usos que le da cada generación a ese amplio abanico de emojis es bien distinto. Los más jóvenes los utilizan como principal carácter de expresión; los que más experiencia vital acumulan, como complemento del texto (que es de hecho el propósito con los que los creó Shigetaka Kurita en 1999).
Al ser Unicode un estándar, todos los sistemas operativos, dispositivos de acceso o plataformas, disponen del mismo abanico de emojis. Esto ha facilitado su crecimiento imparable. Nadie echa de menos en ningún dispositivo o servicio digital aquel emoji que tanto le gusta. Las últimas actualizaciones, han suscitado polémica por aspectos relacionados con la diversidad y la interpretación polisémica y polémica de algunas imágenes. Se forman agrias disputas en Internet cuando algo resulta ambiguo. Por ejemplo, ante escaladas bélicas, se han sustituido armas por pistolas de agua. Tras la pandemia, se sustituyó la jeringuilla para sacar sangre por una que inyectaba una vacuna.
Cualquiera puede diseñar un emoji y proponerlo a Unicode. Esto ha hecho que en Internet también haya numerosos foros que son salas de ideación de pictogramas para ser candidatos a entrar. Y es que al final los emojis son expresiones de nuestras emociones. Lo que la comunicación no verbal no puede expresar, los emojis sí. Son varias las investigaciones que se han realizado para exponer cómo los emojis ayudan a asociar una expresión del interlocutor con esa imagen. La pregunta que titula este artículo se centra en situar la conversación en torno al futuro de esta forma de expresarse digitalmente. Las nuevas generaciones nacen ya en un ecosistema de interacción y relación.
Especialmente, en los videojuegos y espacios digitales inmersivos. En ellos, en lugar de expresarse con texto, viven digitalmente. Quizás a futuro se puedan incluso mover con trajes especiales que permitan recrear los gestos que están haciendo en su habitación. Por lo tanto, la interacción entre personas también va a vivir su propio proceso de transformación digital. Ahora mismo el emoji es un recurso realmente útil ante la ausencia de una mejor manera de expresar la emoción. Pero si comenzamos a ser un avatar interactuando con otros avatares, quizás su valor se reduzca de forma muy sustancial.
Y es que el metaverso, ese universo digital que busca ser el espacio donde tener una vida que dé continuidad a la vida física, es un mundo para estar, no para solo expresarse.
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