Entrevista publicada en Deia (15/05/2023) | Ane Araluzea.
Esta experta en deporte, ocio y juventud de la Universidad de Deusto asevera que el concepto sobre el deporte ha cambiado desde su generación –ella es millennial– a las generaciones siguientes.
¿Ha aumentado el culto al cuerpo entre los más jóvenes?
—Ha aumentado, pero también trasciende su significado. El significado que se le da a la práctica deportiva ha cambiado totalmente. Ya no tiene un significado tan relacionado con la típica operación bikini, sino que tiene un componente más social y no tan relacionado con la salud.
¿Ha habido un cambio con respecto a generaciones precedentes?
—Sí, el practicar deporte a veces se veía como una obligación, algo dentro de los extraescolares que era parte de la formación. Ahora, en cambio, los chavales quedan para ir al gimnasio, en cuadrilla, y pasan
la tarde ahí. Es verdad que a lo mejor van y no practican tanto deporte, pero quedan para ir al gimnasio.
¿El aumento de la asistencia a centros deportivos está más relacionado con el deseo de verse bien físicamente o con la conciencia de que es bueno para la salud?
—La conciencia de la salud la tienen, de una forma más inconsciente que las generaciones anteriores.
Nosotros practicábamos deporte porque sabíamos que era saludable y porque nos queríamos ver mejor.
Los más jóvenes lo ven como algo más relacionado con el ocio y, sobre todo, con que los demás les vean
bien, no tanto como una motivación intrínseca, sino que tiene un componente más extrínseco. Ahora está
bien visto que te cuides y los demás refuerzan ese comportamiento: qué bien que te cuides, que vayas al gimnasio y que cojas mucho peso.
¿Cómo influyen las redes sociales en este fenómeno?
—Las redes sociales marcan la vida de las personas, sobre todo de los jóvenes que han nacido con ellas.
Para ellos lo que no está en las redes, no existe. Todo lo que no publican es como si no se hubiese hecho. Su necesidad se basa en mostrarlo todo para que los demás refuercen esa conducta.
¿Y que hay de la relación con la salud?
—La actividad física no la relacionan tanto con la salud porque por otro lado, siguen con las prácticas
de consumo: beben, fuman… El tema legal o ilegal lo tienen diluido. Las redes han permitido que todos
los comportamientos se diluyan y se junten todos y no sean conscientes de dónde están los hábitos saludables y donde no lo están.
¿Se ve el deporte como una forma de trabajo que se retribuirá en forma de ‘likes’?
—Sí, los chavales viven de los likes, es un refuerzo del comportamiento, como si estuviésemos dando pequeños premios a esas personas cuando publican ciertas cosas. Cuantos más likes tengas, más gustas a los demás. Cimientan su propia autoestima y su autoconcepto en lo que los demás piensan de ellos.
Nosotros, a lo mejor, teníamos más interiorizado que queríamos sentirnos bien. En su caso, se basa en lo
que los demás piensen.
Entonces lo que les hace sentir bien no es el deporte en sí, sino la respuesta que consiguen.
—Eso es, en este caso son likes. Les dan muchísimo peso.
¿Y el ambiente que se crea en los centros deportivos en los que se practica crossfit, por ejemplo, ha
favorecido que se relacione el deporte con el ocio?
—Practicar deporte en centros así está bien, sin llevarlo al extremo como cualquier otro comportamiento. También beneficia en esos casos que se sientan identificados entre todos ellos. Es decir, que cuando más te identificas con el grupo más te sientes partes de él. El deporte está tomando un significado en la vida de los jóvenes, no tanto a nivel de mejorar la salud, sino de sentirse parte de un grupo.
Lo que no ha cambiado es que ser deportista sigue asociándose a la popularidad.
—Sí, y el más es más. Se le da un valor muy alto a ser bueno en el deporte.
Y una cosa son los deportes de competición, pero ahora directamente lo que se hace es ir al gimnasio.
—Están cambiando los hábitos deportivos. La pandemia también ha beneficiado a los deportes más individuales. En los últimos años ha habido un boom de gente que ha empezado a correr. Antes se practicaban más deportes a nivel colectivo, ahora la práctica es más informal, sin tener que pertenecer a un club o escuela.
¿Se están detectando casos de adicción o conductas obsesivas relacionadas con el deporte?
—Se observan casos de adicción al deporte, pero quizás tiene que ver más con los comportamientos de
las personas. Al final las personas adictas pueden serlo a varias cosas. Puede ser que una vez que pruebas
el deporte haya personas, que no controlan los límites, que se enganchen a través del reforzamiento de
la conducta en redes sociales.
¿Y la gran oferta de actividades favorece que haya aumentado el número de personas que practican deporte?
—Es clave. Ahora tienen una oferta para practicar deporte muy amplia. Eso es un punto positivo para que
la gente se anime a hacer deporte, pruebe diferentes deportes y que elija aquellos que más le gustan. La
gente que no ha practicado nunca deporte es porque igual no tenía una oferta que le atrajera. Ahora,
quizás, han abierto un rocódromo al lado de su casa y se anima.
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