Artículo publicado en El Diario Vasco (21/05/2023)
Nos encontramos en el ecuador de la campaña electoral. Las campañas suponen, por definición, la confrontación entre proyectos políticos y, por lo tanto, el realce de los disensos. Es lógico: cada partido, cada candidato, quiere subrayar qué haría propiamente distinto del de enfrente y por qué usted, persona concienciada con lo que le rodea, debe apoyar su candidatura y no otra. Así, en campaña se presentan
muchos proyectos de estructuras y equipamientos, muchas veces acompañados de lucidos fotomontajes de lo que nos podríamos encontrar dentro de cuatro años. También vemos a cada candidato o candidata cocinar, correr en ropa deportiva, ir a la compra o hacer cualquier otra actividad que pueda acercarle al común de la ciudadanía y le haga darse cuenta de la idea fundamental: los representantes políticos son uno más de entre nosotros.
Sin embargo, esta campaña está teniendo algunas particularidades que hoy me gustaría compartir. En primer lugar, el marco de la campaña parece estar más fuera que dentro de Euskadi. La situación de mayor polarización de la política española, la inmediatez de las elecciones generales o los anuncios mitineros de medidas del presidente Sánchez hacen que el debate se sitúe la mayor parte de ocasiones en un marco establecido al albur de la agenda mediática estatal. Contribuye también a reforzar esta lógica el hecho de que los dos principales partidos, EAJ-PNV y EH Bildu tengan una arena de competición importante en el Congreso en Madrid. La mirada se vuelve, inevitablemente, a cuestiones no directamente relacionadas con el ámbito foral y municipal.
En segundo lugar, pasada la pandemia se percibe una sensación de cierto hastío en la ciudadanía que puede provocar una desmovilización electoral. La desafección hacia la política ya es grande (todas las encuestas lo confirman) pero la gran incógnita de esta cita electoral es comprobar hasta qué punto puede eso repercutir de forma directa en el voto. El único precedente que tenemos hasta la fecha, las elecciones autonómicas de julio de 2020, no pueden tomarse como referencia ya que, aunque la abstención fuera muy alta, nos encontrábamos todavía al final de la primera ola del Covid-19 y con mucho recorrido aún por delante. Finalizada la pandemia, la abstención será una de las cuestiones que habrá que observar con más detalle. Los partidos lo saben y es el elefante en la habitación que más intentan combatir hasta la fecha.
Inmersos en este contexto, los temas que están sobresaliendo durante la campaña son otra de las cuestiones a destacar. Se está hablando, y mucho, de vivienda. Lógico, ya que el contexto estatal condiciona un tema competencialmente propicio para el debate municipal. Se está hablando también de cuidados, de su centralidad, de cómo articularlos. Se habla de movilidad, dentro de las ciudades y entre ellas. Se habla de energía y transición ecológica, de qué hacer para la producción y cómo distribuirla de forma más eficiente. Se habla de personas jóvenes y personas mayores, y de la importancia de los encuentros intergeneracionales. Se habla de comunidad. En estos temas se confrontan visiones y proyectos, se habla de lo que cada partido tiene que ofrecer, de la importancia de construir desde el propio proyecto. Se realza el propio frente al otro, se realza el disenso. Es lo propio de la competición electoral.
Pero intentemos mirar un poco más allá. Más allá de esta larga campaña que comenzó a principios de año y que, aunque oficialmente acabe el viernes que viene, se alargará todavía hasta que pasen las elecciones autonómicas de 2024. Más allá de las confrontaciones del momento, obligadas por la decisión de las urnas. Si miramos un poco más allá, se puede afirmar que en la Comunidad Autónoma Vasca, también en Navarra, vivimos un buen momento para la construcción de consensos políticos. El recorrido
institucional de los últimos años, incluso nuestra propia agenda política, así lo demuestran. La sociedad reclama acuerdos, fijar la mirada en lo que une, y fuera de polémicas estériles motivadas por el contexto, es posible que se sigan alcanzando en próximas fechas.
Hay ya muchos ejemplos encima de la mesa que suponen trabajo en común y nuevas formas de hacer entre distintas culturas políticas. Se ha visto en el proceso de elaboración de la nueva Ley de Educación. Se ve, a nivel local, con la construcción y definición de los ecosistemas de cuidados. Este, el de los cuidados, es un tema fundamental en el que es posible que se puedan pasos en los próximos meses. Se vio claro en el debate electoral que tuvo lugar en la Universidad de Deusto y también en el organizado por la iniciativa ‘Zaintza demokratizatu’. Hay espacios para la construcción común, también en otros temas como la gestión energética o medioambiental.
Queda todavía una semana de campaña. Y cuando ésta acabe, dentro de una semana, por favor, vaya usted a votar. El proyecto que quiera, el que considere que más se acerque a sus preferencias, pero vote. Y con los resultados en la mano, quienes nos representan, desde su proyecto, sigan tejiendo las bases para construir consensos. Existen mimbres para ello. Y esta sociedad los necesita.
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