Para algunas es una oportunidad para el empoderamiento de la mujer; para otras, un modelo que propone la sociedad consumista
Artículo publicado en El Correo (20/09/2023)
En un artículo publicado en la revista ‘Time’ en julio, Eliana Dockterman afirmaba que «al igual que la muñeca, la película ‘Barbie’ suscitaba todo tipo de reacciones encontradas». Si bien dos meses después de su estreno ya no cabe duda de que la película de Greta Gerwig ha sido un gran éxito de taquilla y ha tenido también un impacto descomunal en industrias como la de la moda y el diseño, lo que no resulta tan evidente es que todos sus efectos socioculturales hayan sido favorables.
Para Dockterman, el filme es a la vez «una sátira de las ambiciones capitalistas de Mattel, una crítica de las tensas y desiguales relaciones de género en nuestros días, un tributo –aunque a veces un tanto cliché– al empoderamiento de la mujer y un gran espectáculo visual acompañado de una música pegadiza». Pero la película de Gerwig es mucho más, ya que despierta en las espectadoras –y espectadores– emociones dispares dependiendo de sus experiencias previas con el juguete y de sus expectativas respecto al tratamiento que debería recibir en este nuevo producto artístico-cultural.
Para empezar por los efectos más positivos del ‘Barbiecore’, hay que reconocer que, tras la pandemia del Covid-19 y con el cambio climático, la inflación y la guerra en Ucrania ensombreciendo nuestro futuro una película llena de co comicidad, luz y color tenía todas las de ganar. La gerente del departamento de marketing de Mattel en España, Céline Ricaud, defendía en ‘El País’ que «necesitamos este tipo de productos que nos permiten pasarlo bien» y además sirven «para reflejar y promover nuestra diversidad».
Por otro lado, tanto sociólogas como psicólogos han convenido que el fenómeno ‘Barbie’ está también íntimamente relacionado con el poder de la nostalgia, ya sea como sentimiento individual o como una experiencia compartida. En palabras de Mark Travers (en ‘Therapytips.org’), «es importante que sigamos encontrando consuelo y aliento en los recuerdos y experiencias que compartimos y que nos unen en un mundo cada vez más cambiante». Es indudable que la película logra retrotraer a buena parte del público a periodos muy entrañables de sus vidas.
Por último, pero no por ello menos importante, es de justicia valorar el gran trabajo realizado por Greta Gerwig y Margot Robbie –y sus respectivas parejas– a la hora de escribir y producir un largometraje que ha tenido que superar varios retos importantes. En último término, la película no solo consigue transmitir un mensaje claro sobre la necesidad de una mayor justicia y equidad en las relaciones de género, sino que lo hace incorporando todo tipo de guiños a otros clásicos del cine y con una puesta en escena y un montaje exquisitos (ver la reseña en ‘movievaures.com’).
Si bien es cierto que las reacciones tanto a la película como a sus subproductos han sido por lo general positivas, no han faltado las voces que han lanzado críticas furibundas. Así, por ejemplo, la reconocida historiadora de Harvard Jill Lepore mantiene en su último libro (‘The Deadline: Essays’, 2023) que resulta patético creer que la promoción de un juguete y sus accesorios por parte de una multinacional pueda ser interpretada como un relato de liberación feminista. Para ella el fenómeno representa, de hecho, una especie de «carta de amor a la tiranía y al capitalismo».
En la misma línea, la profesora de Gestión Empresarial de Yale Zoe Chance –quien, ironías de la vida, había trabajado para Mattel anteriormente– también concluye que, aunque la cinta le pareció entretenida, «en esencia, ‘Barbie’ siempre ha sido y será un icono del materialismo imperante en nuestra sociedad». En este sentido, no es casual que, a pesar de incluir Barbies con diferentes colores de piel, tipos de cuerpo y estilos de pelo, el protagonismo se lo siga llevando la ‘Barbie estereotípica’: rubia, delgada, blanca y un tanto superficial –más allá de los esfuerzos de Robbie por dar cierta profundidad al personaje.
En su reseña de la película para ‘The Guardian’, David Cox se lamentaba de que un confuso feminismo sucumbía ante el patriarcado representado por el presidente ejecutivo de Mattel y un capitalismo todavía dominado por los hombres. De hecho, como varios críticos han indicado, en la parte final de la película, Ken (Ryan Gosling) casi consigue ‘robar’ el protagonismo a la heroína de la historia.
El tráiler ya nos advierte de que «si te gusta ‘Barbie’, esta película es para ti. Si odias a ‘Barbie’, también lo es». Lo que no está claro es que este artefacto cultural sea capaz demodificar las opiniones que las espectadoras tenían de la famosa muñeca. Mientras para algunas el fenómeno ‘Barbie’ representa una oportunidad para el empoderamiento de la mujer y la posibilidad de materializar sus sueños, para otras no supone sino otro eslabón en la larga cadena de modelos a imitar que nuestra sociedad consumista nos propone.
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