Artículo publicado en Grupo Noticias (29/10/2023)
El viejo sistema de gobernanza de la ONU se ha visto, una vez más, retratado contra las cuerdas de sus limitaciones.
El Consejo de Seguridad ha mostrado su incapacidad de cumplir sus funciones para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Los artículos 24 y 25 de la Carta establecían un sistema en que el resto de Estados delegan en el Consejo estas funciones y le otorgan para ello un poder al que se comprometen a someterse: “los miembros (de la ONU) confieren al Consejo de Seguridad la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, y reconocen que el Consejo de Seguridad actúa a nombre de ellos al desempeñar las funciones que le impone aquella responsabilidad. (…) Los Miembros convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta.”
El miércoles se discutían dos resoluciones sobre la crisis en Palestina: una de Estados Unidos y otra de Rusia. La propuesta de resolución de los Estados Unidos recabó 10 votos a favor (Albania, Francia, Ecuador, Gabón, Ghana, Japón, Malta, Suiza, Reino Unido y el propio EEUU), 2 abstenciones (Brasil y Mozambique) y 3 en contra (Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China). Dado que estas dos últimas potencias tienen derecho de veto, la propuesta de resolución no fue aprobada. La propuesta rusa no consiguió siquiera la mayoría de votos, con 4 votos a favor (China, Gabón, Rusia y los Emiratos Árabes Unidos), 2 en contra (ReinoUnido y EEUU) y 9 abstenciones (Albania, Brasil, Ecuador, Francia, Ghana, Japón, Malta, Mozambique y Suiza). El Consejo de Seguridad mostraba así su incapacidad para afrontar la mayor crisis del momento, de la misma forma que hace año y medio fue incapaz de hacer lo propio con relación a la agresión contra Ucrania.
El veto se ha empleado en la historia 313 veces: Rusia (y su antecesora la URRSS) lo ha empleado 155 veces; los EEUU, 88; el Reino Unido, 31; China, 20; y Francia, 18. En los últimos 10 años, por remitirnos a datos más recientes, el derecho de veto ha sido ejercido por Rusia en 26 ocasiones, 10 por China y 4 por los Estados Unidos (la última fue la semana pasada y en relación con este mismo caso). Ni Francia y el Reino Unido han hecho uso de este poder en esta última década: deberíamos retrotraernos a los años 80 para ver sus últimos vetos.
Al igual que sucedió tras el bloqueo en el Consejo de Seguridad en el caso relativo a Ucrania, se ha procedido a la convocatoria de una Sesión Especial de Emergencia de la Asamblea General que debe hacer frente a la situación quizá con la mayor autoridad moral que pueda tener la Asamblea, pero con menores poderes políticos y jurídicos.
En su mensaje, el representante palestino dijo: “Estamos reunidos aquí mientras los palestinos de Gaza están bajo las bombas, mientras se mata a familias, mientras los hospitales se paralizan, mientras se
destruyen barrios, mientras la gente huye de un sitio a otro sin un lugar seguro al que ir. No hay tiempo para lamentarse. Si no lo paran por todos los que han muerto, párenlo por todos los que pueden salvarse”.
Finalmente se ha adoptado una Resolución liderada por Jordania (“Debemos defender la paz, nuestros valores humanos y la Carta de la ONU. La historia nos juzgará. Digan no a la guerra. Digan no a la matanza. Denuncien los crímenes de guerra”) que exige una “tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida”, así como que se respete el derecho internacional humanitario y se faciliten los servicios esenciales a Gaza. La propuesta de Jordania fue aprobada el viernes por 120 votos a favor (entre ellos el de España), 14 en contra y 45 abstenciones. La propuesta de Canadá para que se incluyera en la Resolución un rechazo a los crímenes de Hamás y una referencia a sus rehenes no obtuvo la mayoría cualificada de dos tercios necesaria para ser incorporada: 88 votos a favor, 55 en contra y 23 abstenciones.
El viejo sistema de gobernanza no parece ser capaz de llegar mucho más lejos en casos como este.
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