El factor clave en las transformaciones pendientes es la persona. Implica aprendizaje y empoderamiento a lo largo de la vida
Artículo publicado en El Correo (30/20/2023)
Mañana, 31 de octubre, se celebra el Día Mundial de las Ciudades. Magnífica oportunidad para ralentizar el acelerado pulso de nuestras calles, compartir sentimientos de vecinas y vecinos, pensar en retos personales y colectivos, aprender de errores y logros y hacer más, mejor y distinto. Una ocasión para compartir una sencilla analogía: la ciudad-edredón.
Un edredón consiste en una funda ligera y un relleno que, con diverso gramaje y espesor, tiene por finalidad cubrir la cama y proteger a las personas del frío y la humedad. Tal vez es menos conocido su origen: cazadores nórdicos que observaron cómo el eider, un tipo de ánade, utilizaba su propio plumaje como aislante del nido ante las inclemencias. Y cómo los cazadores crearon esta pieza do-
méstica de abrigo con sacos rellenos de plumas a partir del siglo I a.C. Con la llegada de la Revolución Industrial se popularizó en el resto de Europa y América del Norte, hasta alcanzar la universalidad en la acelerada y globalizada sociedad actual.
Una mirada atenta a su origen, evolución, distribución, composición y manejo me da pie para, a modo de analogía, entender mejor las ciudades en las que vivimos. Esta humilde ‘teoría del edredón’ es una invitación a profundizar en los desajustes medioambientales, económicos, sociales, culturales y políticos generados en esta delicada ciudad-edredón actual. Tras siglos de progreso científico, tecnológico e industrial, es tiempo de repasar el ajuste de los ángulos, manejo de la funda y relleno de la ciudad-edredón.
En la compleja tarea de facilitar el bienestar y ‘bienser’ de las personas vecinas-ocupantes de esta ciudad-edredón, promovamos una adecuada distribución de funda y relleno. Situemos en su justa medida los logros y avances del paradigma científico-tecnológico en transportes y movilidad, en comunicaciones y conectividad, para eliminar o reducir sus impactos no deseados. Trabajemos por la conciliación de las agendas y tiempos para poder disfrutar de lo extraordinario y ordinario, de lo inmediato y pausado. Hilemos con fineza los vasos comunicantes entre naturaleza, campo y ciudades mediante la equilibrada distribución de recursos, productos y experiencias. Utilicemos para ello aguja física y virtual. Seamos conscientes de los desajustes que el modelo, resultante del viejo paradigma, ha generado. Cambio climático, concentración de la riqueza, desigualdades y xenofobias son manifestaciones de un edredón descosido, con rajas y roturas.
Pongamos en valor la política, partiendo de la protección de derechos humanos y la profundización en una gobernanza más democrática, recuperando el debate de las ideas, adecuando estructuras y procesos, evidenciando resultados. Tomemos como referencia el Paradigma 2030, de las Agendas y los ODS, vinculando sus propuestas a la agenda cotidiana de problemas y necesidades de personas, seres vivos y planeta. Adecuemos los modos de pensar, sentir, aprender y hacer a la complejidad de los retos planteados, a la búsqueda de respuestas y soluciones sostenibles y justas. Promovamos ecosistemas de innovación transformadora en la ciudad-edredón, espacios y tiempos de encuentro que cosen organizaciones de naturaleza distinta y personas de perfil diverso.
Destaquemos que el ser humano, en su rol de individuo, persona, usuario, consumidor, ciudadano, activista y referente, es el ‘factor pH’ de esta solución que habrá de transformar el mundo, con sus ciudades, territorios y comunidades edredón. El factor clave en las transformaciones pendientes es la persona. Su pH estabiliza la solución líquida en la que nos movemos. Desde cualquiera de nuestros perfiles y funciones, las personas mostramos capacidad de incidir positiva o negativamente en los ámbitos y retos enunciados.
Necesitamos incorporar, junto a otras transiciones, una específica centrada en los seres humanos. Una ‘transición de las personas’ que implique el aprendizaje y empoderamiento a lo largo de la vida de la ciudadanía en conocimientos, competencias, motivaciones y valores democráticos, imprescindibles para abordar con éxito los retos del desarrollo humano sostenible. La transición pendiente es la de las personas, en su modo de pensar, sentir, aprender y hacer. Para poder asegurar el buen funcionamiento de nuestra ciudad-edredón, es necesario que las personas se conviertan en el pH adecuado.
Salgamos de la comodidad de las ideas y las palabras para recorrer las incomodidades de las acciones y los hechos. Pongamos en marcha comunidades de aprendizaje, investigación y acción que, desde instituciones, empresas, entidades sociales y ciudadanía, vayan transformando la realidad. Empoderemos a personas que transformen el mundo, sus ciudades, territorios y comunidades.
No olviden que su ciudad no deja de ser más que un edredón donde cobijar de la mejor manera posible a los seres humanos y los seres vivos que la habitan.
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