Artículo publicado en El Correo (13/11/2023)
En Euskadi no hay indicios de una nueva narrativa territorial que ayude a desplegar en el resto de España argumentos sustantivos de la virtud que se está construyendo con la nueva alianza del PSOE con las fuerzas periféricas. Por un lado, EH Bildu llama a la movilización el próximo 18 de noviembre para recordar su vieja narrativa, que no se ha actualizado a pesar de ser uno de los socios más leales del Presidente Sánchez. Se convoca como ‘Euskal Herria, nación solidaria’. Se invita a vincular la solidaridad con las banderas de Palestina, de Irlanda, de Cataluña y la ikurriña. Se dedica la convocatoria a la memoria de Santi Brouard y de Josu Muguruza que fueron asesinados por el terrorismo de Estado y se apela al antifascismo aprovechando que ese mismo día hay convocada una manifestación en Madrid respaldada por Vox y el PP.
El antifascismo también lo comparte el PNV. Sin ir más lejos, la pasada semana el lehendakari, Iñigo Urkullu, mostraba su repulsa contra las movilizaciones ante la sede del PSOE y señalaba a grupos de ideología fascista y promovidos desde sectores políticos y sociales que dicen defender la democracia. Pero tampoco ha aportado ninguna novedad a la nueva narrativa territorial que necesita el Gobierno de Pedro Sánchez para hacer frente a esa movilización masiva que se está produciendo en toda España contra la influencia de los nacionalistas periféricos en la política española. Ayer mismo, el presidente del EBB volvía a separar la suerte y el destino de Euskadi del de España. Como si no se creyera de verdad la deriva antidemocrática del PP que denunciaba el lehendakari. Declaraba que la amenaza de que el PP gane las elecciones es real, pero quien perdería sería Sánchez, no el PNV. Según Andoni Ortuzar, ellos se volverían a Euskadi y seguirían como siempre. No es fácil imaginar que en Euskadi seguiríamos como siempre con un gobierno del PP y Vox.
El PSOE tampoco ha hecho hasta ahora los deberes para crear esa nueva narrativa territorial que incluya a la periferia y donde se sientan cómodos los ciudadanos de otras comunidades autónomas que viven sus vidas alejadas del sentimiento nacionalista, ni español ni de otra nación. Porque esa mezcla es la que ha ganado las elecciones el 23-J. Han sido demasiados años siguiendo la estela del argumentario territorial de la derecha para esperar que la mayoría de la ciudadanía encuentre de golpe virtud en esta nueva fase territorial en la que va a entrar el tercer mandato de Sánchez y que va mucho más allá de la amnistía que ahora protagoniza las protestas si atendemos a sus socios periféricos.
Esta legislatura tendrá que suministrar, aparte de contenido social compartido, un nuevo argumentario que visibilice la armonía y la virtud de esa España diversa y plurinacional de la mayoría donde se sientan cómodos tanto los que todavía no entienden la amnistía como los que todavía no se creen que Sánchez va a cumplir con lo pactado.
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