Le he visto, desde pequeño, crecer con su aita y disfrutar al máximo de nuestras fiestas
Artículo publicado en El Correo – edición impresa de Álava (13/12/2023)
A falta de confirmación, todo parece indicar que podríamos tener ya nuevo Celedón. Si en mis años de blusa, muchos ya, aprendí algo de José Luis Isasi, de Iñaki Landa y de Gorka Ortiz de Urbina es que los tres han disfrutado las fiestas en honor a la Virgen Blanca desde dentro, antes y después de acceder a representar el papel del mito. Celedón. Todos ellos gozaron de las fiestas de agosto como blusas, vivieron el exceso festivo integrados en una cuadrilla (desde hace muchos años ya de blusas y neskas) y, sobre todo, amaron nuestra especial forma de concebir la fiesta, de música, saltos y jarana popular en la calle, ‘Made in Vitoria-Gasteiz’. No digo que nuestras fiestas sean mejores que otras, no, tan sólo subrayo que son únicas, que son nuestras.
Pues bien, cuando me he enterado de que Iñaki Kerejazu puede ser la nueva imagen del juerguista Celedón, he pensado automáticamente en ese amor, en ese sentimiento que he destacado de sus antecesores. Le he visto, desde pequeño, crecer junto a su aita, el incombustible blusa de Hegotarrak Javi Querejazu y disfrutar al máximo de nuestras fiestas. Considero significativo que fuera Celedón Txiki junto a Garazi Atxa en 2004 o que haya sido una cara reconocible entre los acompañantes de Celedón hasta la balconada de San Miguel en la tarde del cuatro de agosto. Aun así, vuelvo a reivindicar ese amor por las fiestas como un factor que incidirá de forma positiva para que el desempeño de su labor sea un éxito.
Siempre he mantenido que, si bien el tiempo festivo es un tiempo mágico, un tiempo de exceso, lo es también de necesaria recomposición de la vida social. Precisamente ese ha sido uno de los ámbitos de estudio de la antropología cultural que más se ha investigado, esa indispensable función de reconstrucción de los daños que durante el tiempo cotidiano ha acumulado una sociedad. Desde la perspectiva es tructuralista Lévi-Strauss hablaba de los actores de la fiesta como «piezas de un sistema en el seno del cual el grupo humano se transforman mutuamente». Esa es una clave importante para considerar. Iñaki, por su pertenencia generacional aportará, sin duda, nuevas perspectivas al personaje y también a los rituales del tiempo festivo. Se dedica a la educación, toca en una elektrotxaranga, presenta por tanto características novedosas; pero, por ello, por representar cierto cambio asegurará que los elementos fundamentales de la fiesta puedan readaptarse y por lo tanto pervivir a futuro.
Si Víctor Turner afirmaba que «finalmente, con los rituales festivos se actualiza un sentimiento de «copertenencia y se aporta comprensibilidad al mundo social», deseo que el nuevo Celedón siga amando la fiesta como hasta ahora lo ha hecho. Nuestra ciudad, tan dada a disputas baldías necesita de ese impulso y aliento. Nuestras fiestas demandan terminar con la fractura entre comisiones o federaciones, piden terminar con la politización de estas, precisan de igualdad y respeto, pero sobre todo necesitan cordura. En ese sentido, y si se ratifica la noticia, espero que Iñaki trabaje por ser, como lo fueron quienes le precedieron, un Celedón para todos los vitorianos y vitorianas.
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