Artículo publicado en Gara – edición impresa (14/12/2023)
La primera frase es el lema de 2023, Donostia, Gizarte Ekonomiaren Hiriburua – Capital de la Economía Social. Una llamada de atención a las potencialidades de la economía social para Europa, desde la iniciativa privada hacia una economía más justa, más inclusiva y a la vez más competitiva. En el caso vasco, destacando nuestro diferencial en las cooperativas de trabajo asociado.
La segunda es una cita, ya clásica, de Henry Mintzberg, el padre de la organización empresarial moderna. Economía social, tercer sector, entidades sin ánimo de lucro, son conceptos cercanos, pero diferentes, y este gurú de las estructuras organizativas llama al tercer sector el sector plural. Y ya en 2015 reivindicaba que «Ya es el momento para el Tercer Sector». En sus palabras, «Time for the Plural Sector».
Mintzberg reclama que es el momento para desarrollar en todo su enorme potencial el tercer sector o sector non profit porque en las sociedades actuales no hay equilibrio. Es excesivo el dominio del sector privado, orientado a la eficiencia, pero el sector público, orientado a la redistribución y la equidad, también cuenta con deficiencias y limitaciones. Derivado de su carácter igualitarista y garantista, orientado al control, lo público es poco flexible para adaptar el servicio a cada persona y cada situación. Así, el tercer sector es un agente imprescindible, y su desarrollo hoy, una prioridad para alcanzar equilibrios más sostenibles.
Las entidades non profit -empresas no lucrativas- actúan en muy diversos sectores, de ahí su calificativo de sector plural, y cuentan con numerosas particularidades. Son organizaciones privadas, surgidas de iniciativas ciudadanas o sociales diversas, que persiguen objetivos económicos, pero en mayor medida no económicos, y donde estos segundos buscan resolver una necesidad social insuficientemente cubierta. Y en su gestión es especialmente relevante la importancia de la aportación del voluntariado, así como la participación y la satisfacción de las personas usuarias. Si el sector privado se centra en la eficiencia y en los resultados económicos, y el sector público en la protección y la equidad en la distribución, al tercer sector Mintzberg lo caracteriza por la búsqueda de la calidad. Calidad en su aportación a la comunidad en la que se asientan y en la que son un factor de cohesión de primer orden. Calidad en el servicio que proveen, con un reto estratégico ineludible en opinión de Mintzberg: intercooperación entre entidades diferentes y con objetivos diversos para reforzar el éxito y la capacidad de influencia y empoderamiento del conjunto.
Con este énfasis en la calidad, en la pasada Semana de la Calidad de Euskalit, la Fundación Arizmendiarrieta expuso, en primicia, el Modelo Inclusivo Participativo de Empresa MIPE Non profit, dirigido a extender buenas prácticas en entidades o empresas sin ánimo de lucro.
El Modelo Inclusivo Participativo inicial tiene ya 5 años de recorrido desde su aprobación, con rara unanimidad de todos los grupos políticos, por los Parlamentos navarro y de la Comunidad Autónoma Vasca. El MIPE parte de prácticas cooperativas exitosas, basadas en la participación de las personas, pero también insiste en aspectos como la intercooperación entre entidades diferentes, muy en especial para desarrollo de nuevas actividades e innovación. Prácticas exitosas al mejorar la competitividad y favorecer estrategias de largo plazo, que mejoran también la implicación de las personas y su mayor aportación, y así, su satisfacción. Y ha sido muy significativo su debate, a nivel europeo, el pasado mes de mayo en un seminario en el Parlamento Europeo titulado “Hacia un nuevo modelo de empresas en Europa”.
La versión MIPE non profit recoge una sis temática de gestión alineada con el modelo de gestión avanzada de Euskalit, ya que con Eus kalit desarrollamos la versión inicial del MIPE, que contribuye a mejorar la competitividad de las empresas con la aplicación de valores y herramientas de gestión que favorecen la implicación de las personas y también la innovación, así como el valor social generado.
Poniendo el énfasis en basar las prácticas de gestión en la confianza, transparencia y cooperación, avanzando hacia la superación de las dinámicas de confrontación con la participación de los trabajadores en la gestión y en los resultados. Así como formular un proyecto compartido por la propiedad y el resto de personas trabajadoras de la entidad, y también las voluntarias y usuarias, beneficioso a largo plazo para todas, y en el que se dé prioridad a la sostenibilidad del proyecto colectivo sobre los intereses de cualquiera de estos grupos de interés.
La Fundación Arizmendiarrieta presentó esta metodología, que está a disposición de cualquiera en la web de esta Fundación, pero expusieron también sus avances los máximos representantes de varias entidades non profit de primer nivel, comprometidas con este enfoque hacia la calidad y hacia la cooperación dentro y fuera de la empresa. Fueron Ignacio Lekunberri de Mutualia, una Mutua colaboradora de la Seguridad Social, Javier Laiseca, de Centro de Formación Somorrostro, y Nerea Loizaga de Argia Fundazioa, una Fundación dedicada al acompañamiento a personas con trastorno mental grave.
Sin duda puede ser el momento de las entidades non profit, lo que las interpela con dos retos. Uno interno, de excelencia y calidad, para el que el modelo MIPE non profit aporta a estas entidades orientaciones, herramientas, buenas prácticas e incluso medidores de avance. Y otro externo, de cooperación entre ellas para empoderamiento y crecimiento de su peso económico, su aportación de valor y su capacidad de influencia y de tracción sobre el conjunto de la comunidad cercana.
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