Artículo publicado en El Correo – edición impresa (15/01/2024)
Una de las principales críticas que ha sufrido el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido su abuso del método del decreto para sacar adelante sus medidas. La democracia estaría debilitándose si se diluye la capacidad legislativa del Parlamento atribuyéndose sus competencias principales al Poder Ejecutivo. Se estaría pasando del rodillo de las mayorías absolutas del pasado al abuso del refugio de la excepcionalidad y la urgencia para reducir el tiempo de deliberación parlamentaria a unas horas de bazar político donde entran en juego materiales ajenos al contenido de las leyes a aprobar.
También se ha criticado la manifiesta incapacidad política de Yolanda Díaz para sacar adelante su decreto sobre el subsidio de desempleo mientras Pedro Sánchez conseguía poner en marcha sus medidas
gracias a unos acuerdos a un precio que ha sido muy discutido y del que se desconocen muchos detalles para saber la medida su alcance. Sumar no consigue salirse del marco de su pelea infantil y personal con Podemos y las páginas que va llenando en la agenda política están la mayoría relacionadas con las batallas internas con su socio o exsocio de coalición.
Otra vía de crítica al primer despliegue espectacular de medidas de la legislatura ha estado relacionada con la capacidad de Junts de hacer valer su fuerza parlamentaria y la necesidad de sus escaños para conseguir beneficios para sus intereses y los de Cataluña. La realidad es que Junts ha sabido negociar dentro del marco institucional y ha utilizado los canales legales y democráticos para influir y garantizar la gobernabilidad del Gobierno de España. La institucionalización de Junts y su paso por el aro parlamentario español es una buena noticia para la democracia y la canalización del conflicto político por el marco democrático y constitucional español.
Este Gobierno en minoría que necesita tantos socios parlamentarios con intereses políticos y sociales divergentes entre sí no podrá evitar la dificultad, ni las discrepancias, ni la pérdida de coherencia que se pueda producir en el desarrollo de su acción de gobierno a través de las negociaciones políticas. Pero podrían ser más fáciles de entender por la ciu dadanía estas sesiones angustiosas si tuviera una narrativa común mínima a compartir con sus socios de gobernabilidad.
La narrativa del bloque progresista se ha quedado anticuada. La necesidad de los votos de Junts ha generado una distorsión demasiado llamativa en ese espacio común donde se compartían valores de rechazo a todo lo que representaba la amenaza de la ultraderecha en la pasada legislatura. Una de las amenazas de la ultraderecha en Europa está relacionada con sus posiciones xenófobas y su influencia en la agenda pública y en la de los demás partidos. Y Carles Puigdemont ha decidido utilizar esta peligrosa carta para acercarse a sus electores.
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