Artículo publicado en el blog Ekonomiaren Plaza de El Diario Vasco (30/01/2024)
En diciembre de 2023 atendí la conferencia anual de la EIBA (European International Business Academy) en Lisboa. Durante la conferencia hubo varias presentaciones relacionadas con el backshoring.
Backshoring es cuando una empresa trae de vuelta a su lugar de origen actividades propias (normalmente productivas) que antes desarrollaba en el extranjero.
Aunque el tema tenía bastante prominencia en la agenda del encuentro, varios de los compañeros que hablaron al respecto indicaron que el tema era complicado de investigar ya que es muy difícil encontrar casos. Esto fue también nuestra experiencia cuando indagamos en el tema del backshoring dentro del contexto vasco, incluso durante la pandemia.
Hasta la fecha, las razones que escuchaba cuando las empresas relativizaban su interés por el backshoring se solían repartir en dos:
- La empresa había montado capacidad productiva en el extranjero para acercarse a uno o más de su(s) mercado(s) objetivo.
- Las redes de suministro que la empresa necesita para fabricar sus productos se habían trasladado o desarrollado en el o los destino(s) donde había montado su producción extranjera, mientras que dichas redes se habían erosionado (o nunca habían existido) en su zona de origen.
Además de seguir el tema del backshoring con relación a Euskadi/España, sigo las noticias respecto a este tema en el Benelux. Hace poco leí un artículo de un medio de comunicación belga que arrojó, para mí, una nueva luz sobre el (no)fenómeno del backshoring. En dicho artículo se entrevistó al CEO de una de las principales compañías de inmobiliario industrial y logístico de Flandes. En él, esta persona indicaba que por mucho que se “anime” a las empresas de Bélgica (o por extensión del Benelux o de Europa Occidental) a traer de vuelta actividades fabriles u otras actividades que requieren almacenes y naves para operaciones/manipulaciones de producto, tal repatriación solamente se va a poder materializar en zonas que cumplen, como mínimo, con los siguientes tres criterios:
- Presencia de infraestructuras de transporte por carretera que todavía no estén saturadas para digerir los flujos de mercancía y/o materias primas que el backshoring genere
- Disponibilidad de terreno para nuevas implantaciones empresariales; terreno que debe gozar de buenas conexiones con las redes de transporte por carretera (y ferroviarias o marítimas/fluviales, si puede ser).
- Aceptación publica (política y social) para albergar nuevas actividades que pueden aumentar la presión sobre las redes de transporte que son utilizados tanto para fines profesionales y civiles (commuting, entre otros).
En Euskadi el primer punto -y por consecuencia el tercer punto- no supone una preocupación como lo es en zonas como Flandes u otras partes del Benelux, donde el tráfico entre los grandes polos económicos (Bruselas, Amberes, Rotterdam, Amsterdam) sufre casi a diario infartos por sobredosis de vehículos. Sin embargo, el segundo punto sí lo es, y por consiguiente puede representar un freno sobre proyectos de backshoring de mayor calado.
En este sentido, por lo general, cuando se habla de backshoring se suele pensar en proyectos de pequeña escala. Es decir, empresas (por ejemplo, vascas) que traen actividades extranjeras de vuelta a su localidad de origen (por ejemplo: Euskadi) para retomar dichas actividades dentro de sus instalaciones existentes. Sin embargo, también es posible que la actividad a repatriar no puede ser absorbida por las estructuras que la empresa tiene a su disposición. En estas circunstancias deberá mirar alternativas en cuanto a su implantación. Típicamente se supone que, en estos casos, la empresa en cuestión vaya buscando opciones dentro de su home base (por ejemplo, la CAPV). No obstante, también puede darse la situación de que no haya terreno disponible en su zona de origen y/o que las infraestructuras conexas no soporten más flujos de transporte. Con lo cual, hay empresas que acaban mirando en otras partes del estado o del continente al que pertenecen En este caso, lo más probable es que acaben instalando sus actividades repatriadas en zonas que cumplan con los criterios a, b y c. Indicados arriba
En su conjunto, el backshoring es un concepto que suene muy bien sobre papel, sobre todo en tiempos de pandemia o en cualquier escenario con rupturas de stock, turbulencias logísticas e incertidumbres en las rutas de transporte. Sin embargo, es también un concepto que -a nivel local o regional- puede llegar rápidamente a sus límites si hay una falta de espacio físico donde las empresas -que contemplan decisiones backshoring– puedan ubicar (parte de) las actividades a repatriar, o si un territorio sufre de congestión en sus arterias de tráfico.
Bart Kamp
P.S. Para mayor explicación del léxico alrededor del backshoring:
Al lado del término backshoring mismo, se escuchan también:
- Nearshoring: traer de vuelta a actividades (fabriles) hasta ahora desarrolladas en sitios lejanos, pero no al home base de la empresa que las repatria, sino a un sitio ubicado a poca distancia. En su día, Orbea hizo ambas cosas: trajo actividades productivas de vuelta desde China y las dividió entre su sede en Mallabia (backshoring) y Portugal (nearshoring).
- Reshoring: recolocar/reasignar actividades ya expatriadas hacia otro lugar en el extranjero.
Y
- Friendshoring: reshoring hacia un país extranjero con el que se mantiene una relación (ideológicamente / institucionalmente) amigable. El traslado de la producción de los IPhones de Apple desde China a la India es un ejemplo de reshoring y de friendshoring, mientras que, si lo hubiera trasladado de China a Vietnam o Camboya, países que están más bajo la influencia de China que la India, hubiera sido un caso de reshoring, pero no de friendshoring.
Adicionalmente, las empresas pueden acortar sus cadenas de suministro, comprando a proveedores más cercanos. A este respecto, un artículo reciente -firmado por Asier Minondo, entre otros- concluye que las empresas españolas no mostraron pautas de “backshoring” en cuanto a sus compras a terceros durante la pandemia (“firms have not reshored their imports“).”
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