En el futuro la renta de un país y su potencia económica se medirán en Conocimiento Interior Bruto
Artículo publicado en El Correo (26/02/2024)
Mi admirada Aurea Rodríguez, una adelantada en el ámbito de la innovación y del conocimiento, sinergente, ‘mamá hacker’ como a ella le gusta definirse, y autora, entre una larga lista de escritos y comunicaciones de dos libros que llevan títulos tan provocativos como necesarios – ‘Antes muerta que analógica’ y ‘Antes muerta que sin inteligencia artificial’- me ha sugerido enterrar el legendario concepto de Producto Interior Bruto (PIB). Los nuevos vientos -me reprende- hablan del ‘Conocimiento Interior Bruto’ (CIB).
Veamos.
Es claro que el indicador PIB es inexacto. O si se desea, insuficiente. Al exigirse para su cómputo que responda a una transacción monetaria, el PIB elude o subestima un amplísimo campo de la realidad económica al ignorar actividades tan importantes como el trabajo doméstico, el voluntariado o el ocio.
Además, la infraestimación del PIB es tanto mayor cuanto menor sea el grado de desarrollo de un país. En los países menos desarrollado, las personas dedican mucho más tiempo a realizar actividades no remuneradas que a aquellas que tienen contraprestación mercantil. Estudios recientes arrojan cifras espectaculares: hasta el 53% del trabajo humano en España no es dinerario y, por lo tanto, no se incluye en el PIB.
No hace mucho, la publicación de Thomas Sedlacek, un sugerente economista checo que lleva por título ‘La economía del bien y del mal’, ha ahondado en la esencia de los bienes objeto del consumo humano. La dimensión numérica y analítica está ahí y cumple funciones insustituibles en la vida. Pero los humanos consumimos en función de nuestras preferencias, que son nuestros valores. Algunos valores tienen precio. Pero junto a ellos hay muchos valores que no lo tienen. La economía se confunde con la contabilidad.
Pero es que además el PIB muestra en nuestro país evidentes síntomas de anemia y desfallecimiento. Fedea y el Consejo General de Economistas acaban de presentar un estudio en el que señalan que la brecha de productividad de España con la Eurozona ha sido de casi 14 puntos en 2023, lo que ha provocado a su vez una fuerte caída del PIB per cápita, que se sitúa 17 puntos por debajo de la media de la zona euro. El bache es aún mayor si nos remontamos a 2015, ya que desde entonces nuestro crecimiento ha sido del 2,5%, casi la mitad (4,7%) de la zona euro.
¿De qué dolencia básica padece entonces nuestra economía? Si analizamos las principales empresas del mundo, el 80% de sus activos son intangibles. Cuando hablamos de activos intangibles nos referimos a las personas, la reputación, el valor de la marca, del fondo de comercio, de las relaciones, de los procedimientos, de la propiedad intelectual, de los datos, los algoritmos y la estrategia.
La economía basada en el conocimiento se fundamenta en la innovación y el capital intelectual como motores para generar riqueza, lo cual requiere inversiones significativas en activos intangibles, lo que la distingue de las economías basadas en bienes tangibles. Propulsar esta línea de activos inmateriales se traduce en aumentar el ‘Conocimiento Interior Bruto’ que incide en un mayor PIB.
Por si no lo hemos adivinado, la inversión aludida para propiciar la progresión del ‘Conocimiento Interior Bruto’ se orienta a la educación, a la investigación y al sustento y desarrollo del conocimiento en su más amplia acepción. Corea del Sur destina un 5% de su PIB a I+D+i, por encima de Estados Unidos, de la media de la Unión Europea y por supuesto muy por encima de España, que no llega al 1,5% del PIB. Por eso es una de las economías más pujantes e igualitarias del planeta.
Naciones Unidas realiza desde 2017 el seguimiento del ‘Índice Global del Conocimiento’, que incluye siete subíndices que miden meticulosamente el desempeño de seis sectores críticos: educación preuniversitaria, educación y formación técnica y profesional, educación más alta, tecnología de información y comunicaciones, investigación y desarrollo e innovación y economía. España, con una puntuación de 59 sobre 100, ocupa el lugar 30 en una lista de 133 países estudiados. Lejos de nuestra importancia productiva teórica.
En resumen: la renta de un país y su potencia económica se miden en la actualidad por el PIB. En el futuro lo harán en términos de Conocimiento Interior Bruto.
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