Obituario publicado en El Correo (02/03/2024) | Juan Manuel González Cembellín / Alberto Santana Ezkerra.
El pasado martes fallecía José Ángel Barrio Loza, el que fuera durante décadas Catedrático de Historia del
Arte de la Universidad de Deusto. Más allá de este título académico, fue el renovador del conocimiento de nuestra historia del arte no sólo en Bizkaia, sino en todo el País Vasco. Casi todo lo que hoy sabemos arranca de José Ángel Barrio Loza.
Su obra es ingente: libros, artículos, conferencias, cursos… Fue un trabajador infatigable que abarcó muchos campos, casi todos vírgenes y todos con acierto. Recorrió todos los estilos y períodos de la arquitectura y la escultura en Bizkaia, a veces con monografías muy específicas, pero muchas más con ambiciosas visiones de síntesis que combinaban formas, estilos y cronologías. Sin Barrio Loza hoy no tendríamos una imagen global de nuestro patrimonio cultural.
A ello contribuyeron su gran conocimiento y su inabarcable aportación de noticias documentales hasta entonces inéditas. Pero esto hubiera servido de poco sin su aguda intuición y una portentosa memoria visual que le permitían relacionar unas obras con otras.
Durante décadas Barrio Loza ha sido la máxima autoridad en la historia de las formas artísticas. Y el maestro indiscutible de la datación absoluta, capaz de poner una fecha precisa a cualquier obra de arte realizada en el País Vasco.
Su labor nos ha ayudado a conocer nuestro patrimonio, y con ello a conservarlo mejor. Pero además nos ha acercado a las personas que lo protagonizaron: promotores, artistas, gentes que quedaron reflejadas en aquellas obras. Unas veces les puso nombre y apellidos, otras nos desveló los afanes de una comunidad por tener algo con lo que identificarse –una iglesia, un retablo, una casa consistorial, un palacio, un caserío, una torre–. Gracias a Barrio Loza conocemos mucho mejor nuestra historia, entendemos mejor quienes somos.
Pero para algunos de nosotros José Ángel fue mucho más que eso. Fue ante todo un maestro. Siempre buscó rodearse de aprendices –por usar la palabra que en los documentos que él manejaba se aplicaba a los que aspiraban a ser algún día maestros en su oficio–. Algunos tuvimos la suerte de que nos incorporara a su trabajo.
Nos enseñaba a mirar las obras de arte. Nos acercaba a los documentos que nos permitían entenderlas. Pero sobre todo nos acompañaba en el trabajo.Y allí era donde su conocimiento y su capacidad de transmitir se desplegaban. Nos instruía en esos pequeños o grandes detalles que nos daban las claves, que nos ayudaban a entender, a diferenciar, a clasificar las piezas.
Un magisterio directo, sencillo y sobre todo muy generoso. Nos enseñó y nos guio, reconociendo y apoyando siempre nuestro trabajo. Creó una escuela a la que estamos muy orgullosos de pertenecer. Somos sus discípulos.
Decía Bernardo de Chartres que somos enanos subidos sobre los hombros de gigantes, que vemos más lejos no porque tengamos una visión más aguda, sino porque estamos elevados por su gigantesca estatura. La gigantesca estatura de José Ángel Barrio Loza.
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