Artículo publicado en El Correo (04/03/2024)
Bitcoin ha encadenado tres nuevos máximos históricos de 62.920, 62.889 y 62.586 dólares el viernes, jueves y miércoles de la semana pasada batiendo así el anterior de 5 de noviembre de 2021, fecha a partir de la cual, una serie de circunstancias condujeron su cotización al desplome, hasta los 16.778 dólares en noviembre de 2022. Entraba entonces el llamado ‘invierno’ de los activos virtuales, azotado no solo por las dudas sobrevenidas sobre el valor de los ‘tokens’ sino por algunos escándalos de corrupción en gestoras de dichos fondos que añadían dolor al daño, ‘insult to injury’, en expresión sajona.
En noviembre de 2022 el mundo de las criptomonedas se tambaleó con la caída de FTX, una plataforma de compraventa de criptos liderada por Sam Bankman-Fried, hoy encarcelado, que se ha convertido en uno de los ejemplos paradigmáticos de los peligros de una industria marcada por el fraude, la opacidad, la falta de rendición de cuentas y refugio de buena parte del crimen organizado y de la ciber extorsión. Bankman-Fried «perpetró uno de los mayores fraudes financieros en la historia de Estados Unidos», según Damian Williams fiscal federal de Manhattan. FTX es de los últimos en una cadena que incluye a otros fiascos en Exchanges similares, como los de QuadrigaCX (2019), Bitfinex y Tether (2019), BTC-e (2017) o Mt. Gox (2014).
En España se ha registrado en los últimos años una proliferación de chiringuitos gestionados por estafadores de criptogadgets que ha conducido a cientos de procesos abiertos en los tribunales en representación de más de 17.000 afectados. Según los abogados, esta cifra representa solo la punta de un iceberg cuyo importe asciende a más de 1.000 millones de euros.
¿Por qué, a pesar de su controvertida fama, persiste el mercado cripto en su ascenso y recuperación contra todo pronóstico? ¿Qué ha causado que la más popular de las criptomonedas haya triplicado su precio en algo más de un año, y haya alcanzado una capitalización de 1,2 billones de euros, no lejos del PIB anual de la economía española? La respuesta reside en una renovada demanda que se enfrenta a una cantidad prácticamente fija de bitcoins. Pero no solo por eso. Hay más razones.
Fieles al principio del libre mercado, determinadas instituciones propician y apuntalan con sus iniciativas el comercio cripto, dispuestas a satisfacer demandas que no contravengan explícitamente el orden jurídico vigente. BBVA financia desde fecha reciente la plataforma española de criptoactivos Bit2Me, participada por Telefónica. La inyección de dinero ayudará a impulsar, obviamente, la actividad de la firma de criptomonedas.
Por otro lado, la Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos (SEC) ha aprobado los primeros ETF vinculados al bitcoin, 11 en total, de varias instituciones financieras. Bitcoin entra así en una nueva fase en la que sus fans pueden elegir entre comprarlo en plataformas de intercambio o invertir en este tipo de fondos cotizados al contado en mercados más regulados. Como es sabido, los ETF son productos de inversión que replican la valoración de un activo. Si estos suben o bajan de precio en el mercado, el ETF hace lo mismo. Su funcionamiento equivale a la compra venta de acciones en una Bolsa de valores.
Todo ello estimula la demanda de criptoactivos y como la especulación es ciega y avariciosa, muchos inversores temen quedarse fuera del rally de este presunto filón. Compran y animan a otros a comprar, para asegurarse que el precio suba y con él sus beneficios latentes. Inconscientemente atizan la dinámica de un fraude piramidal clásico.
El tema, el conflicto, el jeroglífico y el absurdo de todo este juego especulativo es que Bitcoin, al igual que el resto de criptoactivos sin subyacentes, es puro humo, carece de valor, responde a una falacia y en definitiva no vale nada.
Días atrás, el Banco Central Europeo ha manifestado su pesadumbre por la referida iniciativa de la SEC americana: «Para sus seguidores, la aprobación formal de los ETF confirma que las inversiones en bitcoin son seguras y el repunte es la prueba de un triunfo imparable. No estamos de acuerdo con ninguna de esas afirmaciones». Y concluye con un argumento categórico, una declaración granítica y apabullante: «Reiteramos que el valor real del bitcoin sigue siendo cero».
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