Artículo publicado en El Correo (22/04/2024)
Las derrotas suelen ser más fáciles de interpretar que las victorias. Saber por qué me han votado es más complejo de entender que la lectura de un fracaso en las urnas. La mayoría de las opciones de la cartelera electoral, menos la izquierda confederal, han subido en votos y en apoyo popular con una participación alta para unas elecciones autonómicas, una señal inequívoca de que ha crecido el interés ciudadano en influir en múltiples direcciones. Como no eran unas elecciones plebiscitarias en el sentido de dos bloques antagónicos que sometían a referéndum un tema central que toda la ciudadanía lleva en la cabeza antes de votar, todavía se complica más la interpretación de los éxitos de la mayoría de los partidos. Tampoco ayuda a la interpretación que no se presentaran a las elecciones los máximos responsables del último gobierno. La movilización de los electores del PNV en la última semana puede ser una defensa de lo conquistado o una apuesta por el nuevo candidato, Imanol Pradales, que decidió los últimos días poner sus ganas de cambiar por encima de las de conservar.
La campaña electoral ha sido multitemática, lo que complica aún más las señales sobre lo que espera la ciudadanía de sus representantes la próxima legislatura. La mejora del acceso a la vivienda, la calidad de la atención sanitaria, la movilidad o la seguridad han eclipsado los mandatos de futuro relacionados con los nuevos retos relacionados con el cambio climático, la inteligencia artificial, la transición energética o el envejecimiento y la falta de natalidad.
Que la gobernabilidad esté asegurada porque el PNV y el Partido Socialista vuelvan a sumar la mayoría absoluta de los representantes del Parlamento Vasco no ayuda tampoco a interpretar bien la señales que ha emitido en las urnas la sociedad vasca.
El partido que más ha crecido en apoyo popular respecto la última legislatura ha sido EHBildu. No es una energía que se pueda desaprovechar los próximos años para entender bien el mandato popular y sintonizar las políticas a desarrollar por el próximo gobierno con esa parte de la sociedad que quiere ayudar a construir el futuro y que además representa mejor las preferencias de las generaciones más jóvenes que protagonizarán ese futuro. Le toca a cada partido interpretar bien su victoria para que no sea efímera y pierda el apoyo popular que ahora tendrá para empezar a gobernar o para liderar el parlamento o para influir de forma constructiva con su representación.
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