Artículo publicado en El Correo (20/05/2024)
Es un clásico en todos los partidos políticos atribuirse en exclusiva para su formación la defensa del interés general en contraposición al interés partidista del resto de las siglas. Nosotros solo pensamos en el país y ellos priorizan sus siglas y sus sillones.
También es un clásico en la última década, desde el estallido de la burbuja financiera que rompió todos los cristales de la confianza en las instituciones, hablar de nueva política, nuevas formas, nuevos procesos para criticar a los partidos que están en el poder. Los acuerdos transparentes son aquellos de los que nosotros formamos parte. Aquellos en los que no participamos son sospechosos y esconden algo. También es un clásico, que hemos visto repetido en las últimas elecciones españolas, vascas y catalanas, que los partidos con menos capacidad de llegar acuerdos para formar gobierno intenten generar confusión sobre el funcionamiento de la democracia parlamentaria y la relación entre las urnas y el peso de la representación de los parlamentos. El respeto a la lista más votada es un invento interesado que daña la percepción de la legitimidad democrática y genera confusión en una ciudadanía que desconfía cada vez más de los partidos, de las instituciones y de la misma democracia.
Las urnas y la liturgia electoral expresada en las reglas que convierten el mandato popular en representación deberían de ser cuidadas con mayor delicadeza por los que han perdido o no han alcanzado el poder. La deslegitimación de los gobiernos que se forman después de unas elecciones ayuda a la expansión del apagón democrático que recorre Europa de la mano de partidos e ideas que persiguen la destrucción de los valores democráticos. En Euskadi, el partido relevante con menos capacidad de llegar a acuerdos, EH Bildu, es consciente del peligro que supone la deslegitimación de las urnas y de las reglas electorales de la democracia parlamentaria. Por ello, su líder al segundo de expandir sombras sobre la normalidad y la legitimidad de las negociaciones discretas de los dos partidos a los que las urnas les dieron la capacidad de formar gobierno suele recalcar que no pone en duda su legitimidad democrática.
Medir los tiempos en política es un arte que ayuda a situar en el momento preciso la conexión de tu mensaje con la sociedad. A veces, marcar agenda cuando no toca ni responde al interés general puede generar la sensación de mala digestión de un resultado electoral que podrá permitir liderar un plan de gobierno dentro de cuatro años pero que en esta legislatura tendrá que acomodarse, cooperar u oponerse al liderazgo legítimo del gobierno que están conformando el Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista de Euskadi que será presentado en una sesión de investidura las próximas semanas. Las sesiones de investidura están diseñadas para investir gobiernos, la utilización de estas sesiones con otros fines contribuyen a la confusión y a la expansión de la desconfianza en la legitimidad de los gobiernos democráticos.
Leave a Reply