Buscamos equilibrio, vivir y trabajar creciendo, sintiendo, aprendiendo.
Artículo publicado en Expansión (05/06/2024)
En el año 1936, Charles Chaplin escribió, protagonizó y dirigió Tiempos modernos, una película con un profundo mensaje sobre la importancia de preservar la humanidad en un mundo deshumanizado. Esta idea parece más actual y moderna que nunca, ya que es innegable que precisamente ahora el foco en lo humano encaja como la última pieza del puzle en el que vivimos.
Estamos en pleno debate sobre la inteligencia artificial, con la que ya convivimos que nos atrae y nos aterra en proporciones que varían, dependiendo de cada momento ), de la información y del conocimiento. Cada día su evolución nos sorprende con nuevas aplicaciones en diversas áreas, ofreciendo múltiples oportunidades y explorando también territorios desconocidos y a veces desconcertantes.
Hablando de futuro es esencial recordar que la deliberación está precisamente en lo humano, en los factores morales que guían. Como indicio revelador, Txetxu Ausín, filósofo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, comentaba en 2022 que “urge pensar éticamente nuestra convivencia con la inteligencia artificial. La práctica del uso de una tecnología está estrechamente relacionada con los principios éticos que incorpora y es la condición básica para su apropiación y aceptación por parte de la comunidad, lo que contribuirá al empoderamiento tecnológico de la ciudadanía”.
Retomando Tiempos modernos, Natalia Radetich, investigadora especializada en la figura y obra de Charles Chaplin, cuenta cómo la curiosidad por los demás jugó un gran papel en la vida del actor; fue eso lo que le llevó a la observación minuciosa. Chaplin nació en Londres en 1889 y procedía de una familia muy humilde ligada al popular mundo del music hall. Su padre murió prematuramente y su madre pasó buena parte de su vida internada en hospitales psiquiátricos. Su infancia y la de su hermano transcurrió durante mucho tiempo en orfanatos, hospicios y en la calle.
Chaplin se inspiró, con penetrante sentido etnográfico y antropológico, en la vida cotidiana londinense para la creación de su personaje Charlot. Agudo e incansable observador del día a día, el espíritu de Chaplin y su personaje -según relata él mismo en su extraordinaria autobiografía- nacieron de la observación paciente de las “cosas triviales”. Y no puedo evitar pensar: ¿qué observaría hoy Chaplin de nuestras “cosas triviales”, de nuestro mundo, de la manera en la que trabajamos? ¿Qué contaría?
Cantaba Radio Futura allá por los años ochenta del pasado siglo que “el futuro ya está aquí”, aunque no nos demos cuenta, aunque a veces no apreciamos lo que tenemos o no somos conscientes de lo que vivimos, probablemente abrumados por lo incierto y quizás centrados en lo que no tenemos. Y recuerdo una cita que duele pensarla. Decía la escritora Sidonie-Gabrielle Colette: “Qué vida tan maravillosa he tenido. Solo desearía haberme dado cuenta antes”. Importante hacer una parada técnica para apreciar, valorar, recordar fondo y forma; entender el contexto y el mundo en el que habitamos.
También en el trabajo
La sensación es que efectivamente, el futuro ya está aquí, aunque imaginarlo sea casi como mirar en una bola de cristal. Los principales impulsores de la rápida transformación de la economía y la sociedad que se producirá en la próxima década, según el Informe 2030: Claves para la nueva década elaborado por KPMG, son la sostenibilidad -y la sostenibilidad humana-, los retos demográficos y la evolución y disrupción tecnológica sin precedentes.
A principios de este año, el Foro Económico Mundial hacía la siguiente predicción: “El 42% de las tareas que llevamos a cabo en nuestro día a día se automatizarán de aquí a 2027, siendo la inteligencia artificial la innovación que más contribuya al desplazamiento de empleos”. Pero, en el último informe Deloitte Insights 2024 Global Human Capital Trends, se acentúa la importancia de centrarse en el factor humano. Esto nos recuerda que estar atentos, actualizarnos y seguir aprendiendo será esencial, aprendizaje permanente en un mundo cambiante. Para McKinsey, la inteligencia artificial generativa y otras tendencias apuntan a la importancia de mejorar las competencias, la capacitación y la mejora en las habilidades.
Mientras las empresas, las organizaciones y los líderes se esfuerzan por entender el contexto, el aquí y el ahora, las nuevas generaciones nos revelan que no entienden ese de nueve a cinco que les suena un tanto rancio, casi vintage; que la flexibilidad no es disrupción sino elección, que necesitan estar en proyectos en los que crezcan, que quizás no están en la empresa “para siempre” porque eso es mucho tiempo, pero que el tiempo que están quieren ser y formar parte del cambio; y que cuidar el bienestar y la salud de las personas no debe ser una moda ni maquillaje empresarial, sino una forma de gestionar y de hacer.
Mucho se ha hablado de la gran deserción y el gran desgaste, con millones de personas que se han dado cuenta de que se han desenamorado de sus empleos, de sus puestos y sobre todo de sus jefes. No parece tener sentido usar herramientas del pasado en un tiempo del futuro. Y no parece tener sentido retener cuando no se quiere ser retenido. El liderazgo de ayer debe actualizarse, adaptarse, adelantarse al hoy y al mañana en esta época en la que buscamos equilibrio, vivir y trabajar creciendo, sintiendo, aprendiendo.
Hace unos años la palabra de moda era pasión, palabra compartida por conferenciantes, artículos, libros, pódcasts¿ y también conversaciones. Muchas personas hablaban de sus trabajos con verdadera pasión. Y la búsqueda estaba ahí y desde ahí: hacer las cosas con pasión. Hoy el término parece olvidado en ese desgaste que nos deja sin ilusión, en entornos laborales deficientes que no protegen el bienestar, en la intensa fragilidad que sentimos y buscamos despistar. Sueño y reivindico la pasión como forma de ser y de estar en la vida. No hay duda de que las organizaciones deben adoptar principios, objetivos y medidas que reconozcan que otras formas de trabajar, en entornos más sanos y seguros, no sólo son necesarias sino también posibles. Es tiempo de llenar de humanización el mundo que está por venir, allí donde los algoritmos de la inteligencia artificial no pueden llegar.
¿Cómo nos vería hoy el Charles Chaplin observador de la vida cotidiana, de la realidad más actual, del presente más sincero? ¿Cómo sería hoy su Tiempos Modernos? Quizás una de sus citas nos deja una pista: “No tengas miedo de los obstáculos, son solo oportunidades disfrazadas”.
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