Artículo publicado en Invertia de El Español (26/06/2024)
“Los empleados que utilizan la IA como parte integral de sus trabajos reportan sentirse más solos, beber más y sufrir de insomnio con mayor frecuencia que aquellos que no lo hacen”. Estos sorprendentes hallazgos provienen de cuatro estudios citados por David De Cremer y Joel Koopman en un reciente artículo publicado en Harvard Business Review.
En la carrera por mantenerse al ritmo de los competidores y cosechar las ganancias de eficiencia asociadas con la implementación de la IA, muchas organizaciones han centrado su atención en la automatización, descuidando a su activo más valioso: los empleados.
La automatización se define como la tecnología que permite realizar un proceso o procedimiento con mínima asistencia humana. El término se popularizó cuando la compañía Ford estableció en 1947 un departamento dedicado a la automatización. Entre sus beneficios se incluyen el incremento de la productividad, la reducción de errores y la mejora de la calidad.
Walter Frick, en otro artículo reciente para Harvard Business Review, explica cómo la IA está provocando una disrupción significativa en la automatización. La tecnología generalmente hace que los trabajadores sean más productivos y, por ende, permite que sus salarios aumenten. Sin embargo, es crucial distinguir entre utilizar la tecnología para automatizar el trabajo existente y crear nuevas capacidades. La IA ofrece herramientas poderosas para potenciar a los trabajadores y mejorar el desempeño laboral, por lo que debemos adoptar estas herramientas y hacer que funcionen a nuestro favor.
Desde esta perspectiva, surge una pregunta importante: ¿por qué algunos inventos nuevos aumentan los salarios mientras que otros empeoran la situación de ciertos sectores laborales?
Durante la última década, los economistas han respondido a esta pregunta diferenciando entre tecnologías que crean nuevos tipos de trabajo y aquellas que simplemente automatizan el trabajo existente. Algunos datos sugieren que más del 60% de los empleos en 2018 no existían en 1940. Los modelos de automatización más recientes de los economistas también ofrecen lecciones cruciales para la próxima ola tecnológica.
Si la IA desea inaugurar una era de prosperidad ampliamente compartida, dos condiciones deben cumplirse. Primero, debe crear nuevos tipos de trabajo en los que los humanos puedan sobresalir, tareas que antes no existían. Segundo, la toma de decisiones, desde las empresas hasta los gobiernos, debe incluir las voces de los trabajadores. Esto no implica necesariamente otorgarles derecho de veto sobre todos los posibles usos de la IA, pero sí asegurar que tengan el poder de expresar sus opiniones.
Sin embargo, el cambio acelerado está provocando disrupciones en todos los niveles de las industrias y las organizaciones. Un informe reciente de Deloitte Insights sobre tecnologías exponenciales y automatización, titulado 2024 Global Human Capital Trends, destaca el uso de “espacios de juego digitales” diferentes a las plataformas virtuales. En estos espacios, los trabajadores tienen la oportunidad de utilizar nuevas tecnologías de forma democratizada.
Esto es fundamental, ya que estimaciones del Foro Económico Mundial indican que el 75% de las organizaciones a nivel global planean acelerar significativamente el uso de la IA en los próximos cinco años, previendo disrupciones significativas en las habilidades de los empleados.
En conclusión, tal y como mencionan De Cremer y Koopman, a medida que la IA se integra más profundamente en el ámbito laboral, no sólo moldea la manera en que trabajamos, sino también cómo nos relacionamos entre nosotros como colegas y seres humanos.
Por ello, es esencial entender que, al utilizar la IA para ser más eficientes y productivos, debemos asumir la responsabilidad de mantener la calidad de las interacciones y la profundidad de las relaciones entre los empleados. En lugar de ver la IA como una herramienta para reemplazar a los trabajadores, debemos considerarla como un medio para nutrir el potencial y las habilidades humanas. Esta perspectiva únicamente tendrá éxito si las organizaciones son capaces de crear empleos satisfactorios y socialmente conectados que impacten positivamente la salud física y mental de sus empleados.
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