Artículo publicado en El Correo (16/09/2024)
En la misma semana, el presidente Sánchez declaraba que el verdadero debate de la financiación no es entre territorios sino entre modelos, el lehendakari Pradales decía comprender que cada diputación defienda los intereses de su territorio pero avisaba de que el TAV es un proyecto de país y el líder del PP, Feijóo, decía que estaba en contra de que se condonara la deuda autonómica y que lo que quieren los dirigentes populares autonómicos no lo sabe, ya que él es tan solo el presidente nacional del PP.
Las elecciones municipales, forales y autonómicas generan sus propias dinámicas y empujan a los líderes locales, forales o autonómicos a tener su pro pia agenda de representación de sus territorios e intentar mantenerla aunque choque con la estrategia de la dirección que abarca todo el país, ya sea vasco o español.
Los partidos políticos de ámbito de país desarrollan estrategias políticas y organizativas para adaptar su programa a cada una de las arenas electorales subnacionales. Esta adaptación particularizada a cada uno de los territorios que tiene proceso electoral propio puede llevar a los partidos a introducir elementos de confusión en el espacio público donde los ciudadanos recogen la información con la que decidir su voto.
Por ejemplo, el PNV desde el Gobierno vasco mantenía una hoja de ruta para el despliegue de las energías renovables que chocaba con muchos de sus alcaldes que se agarraban al populismo eólico para apartar de sus montes las infraestructuras renovables. Un problema del que tampoco se libra EH Bildu que ha tenido que realizar originales y participativos malabares narrativos para mantener su apuesta por el desarrollo de las generadoras de energías verdes en el país y justificar la oposición de muchos de sus cargos a nivel local.
El Partido Popular de Andalucía, en plena guerra de su partido contra Pedro Sánchez, se abre a condonar la deuda contra la imagen que quiere transmitir su líder nacional de un PP responsable y riguroso con las cuentas públicas mientras el PSOE sufre a sus barones regionales, y no solo de Aragón o Castilla-La Mancha, que tienen su propio posicionamiento sobre los cambios necesarios en la organización territorial del Estado.
El diputado general de Álava no está pensando en lo mejor para Euskadi cuando reclama el paso del tren de alta velocidad por su territorio y la diputada general de Gipuzkoa tampoco tiene en la cabeza otra cosa que no sea lo mejor para sus votantes. El secretario general del PSE se ve obligado a adaptar su discurso a las distintas necesidades de sus líderes territoriales como hemos visto la última semana a cuenta del trazado del TAV.
Los estudiosos sobre la organización de los partidos políticos suelen usar como indicador de democracia interna en la vida organizativa de los partidos su grado de descentralización. Un partido sería más democrático cuanto más descentralizado sea el proceso de la toma de decisiones. Pero si la alternativa a un caudillo centralista pasa por un ejército de barones o baronesas territoriales en perfecto equilibrio, lo que puede acabar desequilibrándose es la calidad y la claridad de las decisiones y el interés general.
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