Se cumplen 95 años de la muerte del hermano jesuita, que durante más de 40 fue portero de Deusto. El Hermano Finuras, como le llamaban los alumnos, tenía fama de santidad extraordinaria, y destacó por su sencillez, piedad, paciencia y espíritu de servicio.
Gabinete de prensa (17/09/2024)
Deusto celebra el 10 de septiembre la festividad del Beato Francisco Garate. Esta fecha se conmemora la muerte del que fuera durante más de 40 años portero de la Universidad. El Beato fue testigo del devenir universitario durante cuatro décadas y en los 138 años de vida del centro, su figura se ha convertido en una de las más sobresalientes de la historia de Deusto.
Deusto abrió sus puertas en el año 1886. A los 31 años, el hermano jesuita Francisco Garate y Aranguren, fue destinado a la Universidad a finales del año 1988. En aquella época Deusto era un internado, lo cual significa que nunca cerraba sus puertas. En aquella época ser portero, sacristán y telefonista de la Universidad, suponía dedicarse en cuerpo y alma a ello. Y así lo hizo el Hermano Francisco Garate; madrugaba cada día, recogía recados, proporcionaba información, daba avisos, introducía y acompañaba a los visitantes y otras muchas cosas más. Fue un gran profesional, aunque no enseñara, ni gobernara ni tuviera ningún título.
Francisco Garate vivió unido a Dios, convirtiendo todo en oración. Proyectaba su amor a Dios en el servicio amable a todos. Su figura es recordada en la Universidad como una persona sonriente, ecuánime y muy fina en su trabajo. Por esa razón los estudiantes le pusieron el sobrenombre de “Hermano Finuras”. Pero el Beato no sólo es conocido dentro de la universidad. El hecho de que vinieran a estudiar jóvenes de todos los rincones del mundo, hizo que su fama transcendiera más allá de las puertas de la Universidad y sus alrededores.
El Beato Garate estaba siempre feliz y transmitía su felicidad en todo aquello que hacía, por eso precisamente es un ejemplo para quienes buscan la felicidad. Y es que como bien decía Dionisio Aranzadi, “se puede ser un santo y alcanzar esa felicidad, pero también se puede ser feliz, siendo un profesional bueno en el ámbito que sea.
Por todo ello, su figura es la más relevante, universalmente conocida y honrada. “El mejor profesor de la Universidad”, han dicho algunos. Pero un “profesor” que, sin embargo, no nos ha dejado ningún escrito, algunos objetos de su pertenencia, el austero dormitorio que utilizaba, apenas alguna palabra y una única fotografía. Y es que la primera y fundamental labor del beato fue de presencia. Pero de una presencia callada.
Sólo con su bondad y carácter servicial se ganó una fama que en 1920 empieza a ser proverbial en Deusto. Hasta tal punto era así que el entonces padre Ministro pidió a los jesuitas que tuviera cuidado en recoger y guardar motivos para su posible elevación a los altares. Los Hermanos eran obviamente los que más sabían de él. Y fueron ellos los que recogieron recuerdos, aunque no sólo ellos. Así, en 1922 se aprovechó la visita del P. General Ledokowski a Deusto para hacer una foto de toda la Comunidad de jesuitas. Momentos antes de realizar la imagen, alguien corrió la voz de que faltaba uno: el H. Gárate. El P. Rector ordena esperar hasta que venga. Y al fin aparece. Así se logra la única toma de frente del rostro del H. Gárate.
Buena visión tuvieron esos jesuitas de los primeros años de Deusto, pues si no llega a ser por esa foto de grupo, la Universidad no contaría con la imagen, a partir de la cual se han podido hacer las pocas ilustraciones, pinturas, esculturas y hasta algún cómic que hoy nos dan una idea de cómo era su aspecto. Una instantánea que no parece que representa el carácter afable y agradable de una persona que, según las crónicas de ese tiempo, dejaba una huella en todo aquel que le conocía.
A la Universidad de Deusto, entonces los Estudios Superiores de Deusto, entró un día de primavera con un maletín de cartón. Ese mismo día, y antes de que le mostrarán su habitación, se aposentó en un pequeño local para utensilios de limpieza al lado de la portería, un espacio que ya ocupó hasta su muerte. “¿Qué mejor trasto que yo para este albergue?” se dijo entonces el H. Gárate. Una silla y una palangana eran todo el ajuar de su aposento. Tenía incluso menos cosas que sus subordinados.
A ellos les enseñaba con su ejemplo, pues trabajaba más que ninguno y a todos trataba con respeto y cariño. Algunos, como Joaquín Elícegui (futuro jesuita) han dejado sus recuerdos escritos. “Trataba a todos muy caballerosamente y con mucho cariño. Un cariño que se veía brotar sinceramente de él, nada fingido ni pegajoso. Se daba a todos, era muy servicial. No evitaba las ocasiones de servir, antes bien se adelantaba. En esta materia no hacía distinción de personas, ni de Superiores ni de inferiores. A todos servía todo lo que podía. Yo creo que su amor al prójimo derivaba de su amor a Dios. A las personas afligidas las hablaba como apenado. No tenía ningún enemigo. No recuerdo una reprensión amarga. No nos mandaba más trabajo que el que pudiésemos fácilmente hacer, y él nos daba ejemplo yendo por delante. Muchas veces prefería hacer las cosas que molestar, aun a los sirvientes. Nos decía: “Si en este mundo somos mal pagados, no ocurrirá así en el otro”, “No procedáis bien para ser vistos de los hombres, que Dios será nuestro pagador”.
Otra imagen muy arraigada de Gárate fue su imagen de limosnero, un aspecto típico de su actividad que se arraigó durante la pérdida de las colonias y el caos social que tenían a España empobrecida y en el paro. Entonces filas de pobres, hombres y mujeres, mal trajeados, malolientes y sucios, y algunos de ellos enfermos, pasaban dos veces por semana por la puerta de la Universidad.
Portero, enfermero, telefonista, relaciones públicas, sacristán… y trabajo, mucho trabajo hasta que llegó el final. Tenía 78 años cuando murió, un 9 de septiembre de 1929, y se fue como había vivido. Con elegancia y sin ruido. Era nobleza espiritual y de la mejor estirpe, tan cortesana como la de los Loyola, la de este casero, humano, prudente y perfecto, que se había tomado en serio que en este mundo estaba para servir y dar la vida. Ya lo había dicho tantas veces: “Allá descansaremos”.
Se le conocía como el “El santo portero de Deusto”. Pasados todos los trámites diocesanos y de Roma, el Hno. Francisco Gárate fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 6 de octubre de 1985.
En 1979, cuando se cumplió el cincuentenario de la muerte del H. Gárate en esta Universidad, el P. Arrupe, General de la Compañía, dirigió una carta a la Universidad. Recordaba en ella la figura enjuta del Hermano, de rostro amable y acogedor, paso menudito y ágil, fuerte y austero, laborioso; actitud sosegada y modesta, reflejo de un espíritu perfectamente señor de sí mismo. El P. Arrupe recordó tres rasgos del Hermano, conservados con veneración en este su Santuario: El hombre de Dios, el santo de lo ordinario, el Hermano Finuras. Y terminó su carta: Esta es la gran lección del H. Francisco Gárate, la mejor lección –se ha dicho- impartida en Deusto”.
El hermano ‘finuras’ en la web
En los últimos años, Deusto se ha propuesto mantener bien vivo el recuerdo del Beato Francisco Garate porque su ejemplo de acogida y cuidado es hoy más que nunca una referencia para toda la Universidad. De ahí, las distintas acciones que llevadas a cabo en torno a su figura. La primera es que el hermano ‘finuras’ tiene página web propia: https://www.deusto.es/es/inicio/somos-deusto/la-universidad/beato-garate
“Yo hago buenamente lo que puedo, el resto lo hace el Señor que todo lo puede”. Con esta humilde frase que define el carácter del famoso portero jesuita, se abre este nuevo espacio digital. Un espacio renovado que da cuenta de los principales valores de un personaje que hoy sigue contando con un gran número de simpatizantes y devotos en los más apartados lugares a pesar de que han pasado casi 40 años desde su beatificación el 5 de octubre de 1985.
Su bondad, su sonrisa, su actitud de servicio y desinterés son algunas de las razones de esa devoción. Esos valores nos invitan a pensar en la posibilidad de un mundo mejor y nos demuestran que la verdadera santidad se demuestra en la vida cotidiana. Y es que el Beato nos estimula a ser cada vez mejores y, por ello, su ejemplo y veneración se ha de extender a la iglesia universal, proclamándolo santo. En el camino hacia su canonización está trabajando la Compañía de Jesús.
La biografía en varios idiomas, recuerdos de quienes le conocieron, detalles sobre su casa natal en Loyola, los momentos más importantes de su vida desde su infancia, pasando por el noviciado y vida en la Universidad hasta las últimas horas de su vida, su beatificación … Toda lo que fue y lo que hoy es el Beato está en esta web que también invita a sus simpatizantes a enviar oraciones. La página se completa con los boletines del Hermano Garate, videos y otras informaciones de interés para los cristianos.
La digitalización de la historia del Beato ha ido acompañada de la renovación y restauración completa de su habitación, situada en el vestíbulo, antigua portería donde el hermano vivió desde que llegó con 30 años en 1888. La idea es mantener su estilo y espíritu, a la vez que hacer cada vez más presente la presencia de un personaje que, como nadie en la historia de la Universidad, llevó la ética y el cuidado a niveles de santidad.
Y ha sido revisando sus dependencias para recuperar sus objetos personales y su escritorio, cuando se encontró el nacimiento del Beato Garate. Una ‘joya’ de principios de siglo que, compuesta de un gran número de figuras de gran valor histórico, el hermano ponía todos los años por Navidad.
El día 17 de diciembre de 2020, el P. Juan María de Velasco es vice-postulador de la Causa de Canonización del Beato Francisco Gárate, religioso jesuita, y responsable de dar a conocer y promocionar la devoción de este religioso jesuita.
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