Artículo publicado en El Diario Vasco (30/12/2024)
Durante estas fechas pasamos más tiempo conversando con personas a las que no tenemos el gusto (o el disgusto) de volver a ver hasta pasado otro año. Es tiempo de paz, amor, atención y escucha a nuestro alrededor. En definitiva, tiempo para mostrarse más empático que en cualquier otra época del año. Sin embargo, tendemos a pensar que somos mucho más empáticos de lo que realmente somos. Tras más de 1.500 horas de ‘coaching’ ejecutivo realizadas, es muy común que al principio de un proceso de este tipo me digan «Jon, antes de empezar, tengo que decirte que creo que me conozco muy bien y que soy bastante empático». Y la verdad es que de todo hay en la viña del Señor pero el autoconocimiento y la empatía escasean. Si le pidiera que, tomando todo el universo de las personas que usted conoce –que imagino que sumarán entre cincuenta y cien, por poner una cifra– pusiese en una lista las que considere realmente empáticas, ¿a cuántas personas habrá incluido en esa lista? ¿una? ¿dos? Déjeme pensar que, por tanto, será poco probable que usted o yo salgamos en la lista de ‘los grandes empáticos’ de alguien. Sobrevaloramos nuestra habilidad empática.
¿Sabe qué porcentaje de personas creen conducir por encima de la media? El 85%. ¿Y cuántos profesores creen ser mejores que la media? El 96%. Es lo que Mark Alicke, de la Universidad de Ohio, identificó en 1985 con el nombre de Efecto BTA (Better Than Average. mejor que la media). Un efecto muy presente cuando hablamos de la empatía. La empatía es percibir las emociones del prójimo. Y se dice que existen tres niveles. El primero, el que no percibe las emociones del prójimo. El segundo, el que las percibe pero no una respuesta acorde a la situación del prójimo, sino la suya (es la más practicada, usted podrá detectarla cuando en una conversación alguien responde «pues a mí me pasó que…»). Y la tercera, percibo las emociones del prójimo y le doy una respuesta acorde a su situación (por muy rara que me parezca) y no a la mía.
El problema es que, para practicar este tercer nivel, hace falta algo que la mayoría de nosotros no tenemos: tiempo. Uno/ a no puede ser empático sin dedicar tiempo a la escucha. Por eso, la palabra empatía y la palabra escucha activa son casi sinónimos. De ahí que, aprovechando que estos días puede que esté de vacaciones o tenga reuniones de amigos y familiares alrededor de una mesa algo mas tranquila de lo usual, le invito a que pruebe este tercer nivel de empatía. Le sorprenderá la buena imagen que se llevarán los demás de usted si casi no habla pero se dedica a escuchar y profundizar mediante preguntas en los temas que le exponen. No se complique, al final, el concepto de empatía se resume en una sencilla frase: hacer sentirse importante a la gente.
Para aquellos que no tenemos ese don natural, permítanme una sugerencia en tres pasos para ser empático durante estas fechas. El primero, el que denomino ‘cuéntame más’, en el que muestro interés proactivo para que la otra parte desarrolle sus afirmaciones.
La mejor herramienta en esta etapa es la pregunta abierta. El segundo paso es el que llamo ‘función fática’, esa que realizamos por teléfono cuando decimos «ya, ya…» o «sí, sí…» para que el emisor perciba que estamos recibiendo su mensaje. En esta etapa, hay un punto complejo, que es el de opinar o no sobre lo que nos están contando. Hay que tener cuidado con eso, y solo hacerlo cuando percibamos que de verdad quieren escuchar nuestra opinión (lo cual no siempre ocurre). La herramienta en este caso es la escucha activa y sin interrupción.
Y la tercera y última etapa es la denominada ‘parafrasear’, es decir, pasado un rato, decirle al emisor: «Si te he entendido bien…». Para que se dé cuenta de lo que has percibido de su mensaje. No diga un «pues a mí…» sino más bien un «debe de ser duro…», ya que lo que a usted le pasó puede parecerse, pero nunca será el mismo caso y además estamos hablando del caso de la otra persona. Estas navidades son una ocasión de oro para ayudar a los demás empatizando con ellos y hacerles sentir importantes (rasque un poco y verá cómo hay más personas con la autoestima justita que lo contrario). Practique la empatía porque, además de hacer el bien, le proporcionará a usted crecimiento. Su gurú no está en India, estará sentado frente a usted en la mesa.
Los principiantes son solo empáticos con sus amigos. Los maestros/ as lo son con sus enemigos, porque sus enemigos les retan a dar lo máximo de ellos para controlar sus emociones. Se sorprenderá de lo que puede aprender estos días tratando de empatizar con su cuñado. Como afirma el Dalai Lama, «cuando hablas, solo repites lo que ya sabes; pero cuando escuchas, quizás aprendas algo nuevo».
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