España tiene los peores registros de la Unión Europea, un 11,1%, muy lejos del 3,6% de Alemania y el doble de la media comunitaria, 5,9%
Artículo publicado en El Correo (13/01/2025)
Al cierre de 2024, la foto oficial del empleo en España viene enmarcada con una indisimulada euforia. Según los datos del Gobierno, la Seguridad Social cerró diciembre con 21.344.487 afiliados, lo que supone un incremento de 501.551 ocupados en el año, situando la cifra en máximos históricos. Además de la cantidad –se dice–, la calidad del empleo también ha mejorado. Cerca de 14,7 millones de ocupados cuentan con un contrato indefinido, de los cuales 9,7 millones trabajan a tiempo completo. Así, la tasa de paro muestra una mejora limitada al 11,1% en 2024, desde el 11,8% al cierre de 2023, con 2.560.716 registrados en las oficinas de empleo.
Pero al entusiasmo de los datos oficiales necesariamente hay que agregar alguna dosis de prudencia y reflexión, y ello por dos razones: porque las cifras son razonablemente discutibles y porque en el ránking europeo del empleo figuramos en un lamentable lugar.
En efecto, a las cifras oficiales de 2.560.716 registrados en el paro hay que agregar, al menos por el beneficio de la duda, a 19.220 afectados por ERTE y un número aproximado de 750.000 fijos discontinuos, lo que elevaría el total de personas no ocupadas a los 3,32 millones. A lo anterior hay que añadir que, aun excluyendo las discrepancias citadas, España tiene la mayor tasa de paro de la Unión Europea (UE), un 11,1%, muy lejos del 3,6% de Alemania y el doble, 5,9%, de la media de la UE.
El desempleo entre los menores de 25 años, aunque registra su cota mínima con 185.801 jóvenes, representa el 26,7% de su segmento de edad, asimismo un doloroso récord en la UE.
Aún hay más. Una cuarta parte de los españoles en edad de trabajar no consiguió encontrar un empleo acorde a sus necesidades. De hecho, un 5 % de los trabajadores estuvo subempleado a tiempo parcial y un 4 % renunció a buscar un empleo por puro desaliento. Y un millón de parados lleva estándolo más de un año, el 4,3% de la población activa.
No acaban aquí las singularidades de nuestro mercado laboral. Se da la circunstancia, ya ampliamente difundida, de que, con dos millones y medio de desempleados, los empresarios lanzan la voz de alarma señalando las serias dificultades que tienen para contratar nuevo personal. Las vacantes que no se cubren están muy concentradas en sectores como la hostelería, el agro, el comercio y alternativamente en puestos altamente cualificados relacionados mayoritariamente con las transiciones digital y ecológica. ¿Y cuáles son las principales causas de las penalidades de nuestra ocupación?
No cabe omitir a la España de las subvenciones, empañada por el trabajo invisible en negro. Las ayudas al desempleo y otras han auxiliado al país a salir de las dos graves crisis de empleo surgidas desde 2019. Pero también son un poderoso anestésico que propicia la picaresca y desincentiva el acceso al trabajo menos remunerado. Este lamento es particularmente habitual en el sector de la hostelería y del campo.
Pero la razón troncal está en el desacople paulatino de la oferta y la demanda empresarial, cuya raíz es el bajo nivel de desempeños de amplias capas de nuestros trabajadores.
El sistema educativo español es mediocre. La tasa de abandono escolar es la segunda más elevada de la UE, situándose en 2023 en un 13,6 % de jóvenes de 18 a 24 años que no había completado la segunda etapa de educación secundaria y no seguía ningún tipo de formación. Somos los líderes en ‘ninis’. Dos tercios de los parados españoles no tienen formación universitaria ni de FP.
Todo lo cual lleva a concluir que es difícil augurar que los 2,5 millones de personas en paro estén habilitadas para trabajar.
Tampoco existe una suficiente oferta de personal altamente cualificado. Como consecuencia de las transiciones digital y ecológica, los empresarios demandan perfiles que escasean en el mercado. La oferta y la demanda, cuando cuadran, es por casualidad.
Detallar las posibles soluciones a las carencias señaladas requeriría un espacio adicional. Pero la taquigrafía ayuda.
Se trata de fomentar el valor del emprendimiento, invertir certera y cuantiosamente en todos los niveles de educación, adecuar la oferta de formación a las necesidades del mercado, aumentar la inversión en I+D+i y fortalecer las instituciones.Se llama medio y largo plazo.
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