El próximo 18 de abril se celebra en la Universidad de Deusto la VIII Jornada Universitaria de Innovación y Calidad: “Los espacios (virtuales y físicos) al servicio del aprendizaje”. Recibiremos como invitado a José Picó que nos hablará sobre la transformación de los espacios educativos. Hemos querido aprovechar este espacio para adelantar algunas de las ideas sobre las que José nos hará reflexionar. Nos vemos pronto.
Con la aparición de internet (1969), la World Wide Web (1990) y las redes sociales (2002), hemos inaugurado una era en la que cada vez resulta más difícil adaptarnos a los exponenciales cambios derivados una extraordinaria hiperconectividad y el aprendizaje compartido. Estar al día se ha convertido en una quimera casi inalcanzable debido a la extrema “infoxicación” (incesante bombardeo de enormes cantidades de información) y términos como “satisficing” (filtrado de información para resolver un problema o satisfacer una necesidad, e ignorar el resto) están cada vez más de moda.
Son muchas las organizaciones inmersas en una profunda crisis, al no ser capaces de responder adecuadamente a los acelerados cambios, aun siendo conscientes de la necesidad y urgencia de adaptarse para ocupar una posición relevante en un entorno altamente competitivo y global. Ahora es más necesario que nunca detectar nuevas posibilidades, nuevas conexiones y relaciones antes inexploradas, generando innovación de manera ágil y sistemática.
Y cuando hablamos de innovar, no podemos olvidar que para generar innovación debemos de poner en práctica tres principios fundamentales: aprendizaje (adquirir conocimiento), creatividad (generar ideas) y emprendimiento (construir realidades).
Sin embargo, tampoco debemos pasar por alto que gracias a la actual hiperconexión social, podemos aprender, trabajar y emprender de manera exponencial. Pero sólo aquellos que estén preparados y sean lo suficientemente abiertos, flexibles y creativos para adaptarse (o incluso anticiparse) a estos procesos de “cambio constante”, podrán sobrevivir.
Thomas L. Friedman escribía la siguiente reflexión:
«Hoy, porque el conocimiento está disponible en cada dispositivo conectado a Internet, lo que sabes importa mucho menos de lo que puedes hacer con lo que sabes. La capacidad de innovar (y crear) – la capacidad de resolver problemas de forma creativa o de traer nuevas posibilidades a la vida – y habilidades como el pensamiento crítico, la comunicación y la colaboración son mucho más importantes que el conocimiento académico”. («¿Necesitas un trabajo? Invéntalo” The New York Times. 30/03/2013).
Friedman hace hincapié en la necesidad del aprendizaje de capacidades y habilidades y no tanto de conocimiento académico. Y entre todas, da especial relevancia a la creatividad (“lo que puedes hacer con lo que sabes”).
Ken Robinson en su charla de TED Talks “Las escuelas matan la creatividad” vista más de 44 millones de veces, comenta que “en la sociedad del siglo XXI la creatividad es tan imprescindible como la alfabetización”. Nuestra capacidad creativa es la más potente herramienta de adaptación y generación de ideas que la naturaleza nos ha proporcionado.
Y la imaginación, base de toda creatividad, requiere de entornos adecuados que la cuiden y favorezcan. No de entornos cerrados, rígidos y obsoletos, sino de lugares abiertos, flexibles y divertidos, que nos emocionen y en los que podamos dejar volar nuestra imaginación.
Si ponemos nuestra atención en muchos de los espacios de aprendizaje actuales, anodinos, cerrados y asépticos en el mejor de los casos, podemos apreciar que han cambiado muy poco a lo largo de los últimos años. Seguimos encontrando entornos propios del siglo pasado que impiden la flexibilidad, la interacción, el trabajo en equipo, y, por tanto, cualquier posibilidad de creatividad e innovación.
Debemos ser conscientes de que hemos traspasado las puertas de una nueva era, una nueva cultura, una nueva sociedad. Una cultura que demanda una forma de aprender y colaborar diferente y transformadora, que requiere de nuevos espacios que generen un impacto directo sobre la forma de relacionarnos y aprender de forma cooperativa, facilitando que nuestro extraordinario cerebro se estimule, fluya y extraiga su increíble potencial creativo (según un estudio de la Universidad de Salfor -www.sciencedirect.com-, “los espacios en los que se tiene en cuenta el diseño, mejoran el aprendizaje un 25%”). Necesitamos una nueva arquitectura que transforme los tradicionales entornos “industrializados”, en nuevos lugares alegres y creativos pensados con, por y para las personas.
Iñaki Ortega, autor del libro “Millennials, inventa tu empleo”, explica:
“La particular organización del conocimiento en la mente de la Generación Z les lleva a alumbrar un nuevo modelo de relación y aprendizaje. Sus miembros ya no buscan “salir de la caja” (salir de su “zona de confort”), sino que se preparan para construir su propia “caja”, desde su propia experiencia educativa y personal; y las ideas valiosas surgirán del singular modo en que combinan información procedente de fuentes de lo más diversas”.
Una vez más, esta vez desde un trasfondo social, vuelve a aflorar la necesidad de aplicar la creatividad como habilidad clave para una transformación consciente y sostenible, ya sea en los procesos de aprendizaje, en el diseño de nuevos espacios o en el desarrollo de nuevos entornos de trabajo. Los usuarios han tomado el mando y quieren participar de forma activa y colaborativa en la toma de decisiones, la definición, el diseño y la puesta en práctica de los nuevos entornos. Para ello, en el año 2001, la consultora americana de diseño IDEO, lanzó el “design thinking”, una metodología para la creatividad, la generación de ideas y propuestas de valor de forma sistemática, con el foco puesto en las personas. Se trata de un proceso que involucra a los usuarios en la definición de sus necesidades y soluciones, convirtiéndoles en ideólogos y diseñadores de sus propios servicios, productos o sus espacios.
Del mismo modo que el “design thinking” se está usando para la innovación abierta de diferentes empresas de distintos ámbitos, actualmente también se está poniendo en práctica para la transformación de los espacios de aprendizaje, involucrando en dichos procesos a los distintos agentes de las organizaciones educativas: dirección, profesorado, alumnos y personal no docente.
Demos la bienvenida a la creatividad, la innovación abierta y a los nuevos espacios de aprendizaje pensados con, por y para las personas.
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