Los Objetivos de Desarrollo Sostenible necesitan no sólo la implicación de agentes políticos y sociales, sino también implicación financiera. Pedro Alba, ex vicepresidente del Banco Mundial, advierte de que la financiación privada es primordial para alcanzar los ODS. Y el flujo de capital privado se dirige actualmente hacia los países emergentes, pero no hacia los más pobres, “donde los números no dan”.
Alba, actual CEO de Blue Orange Consulting, realizó estas reflexiones en la Jornada de Ética 2020 celebrada el pasado 5 de marzo bajo el título: ‘La empresa y los Objetivos de Desarrollo Sostenible’. El evento fue organizado en Bilbao por el Centro de Ética Aplicada (CEA) y Deusto Business Alumni.
Agustín Garmendia, presidente de Deusto Business Alumni, fue el encargado de dar la bienvenida a la jornada, que fue inaugurada por el rector, José María Guibert. Intervinieron también Galo Bilbao, miembro del equipo Directica del CEA; Leyre Madariaga, directora de Relaciones Exteriores de Gobierno Vasco; Almudena Eizaguirre, vicedecana de Estrategia de Deusto Business School, y Nagore Larrea, responsable de Comunicación de Tubacex. Cerró la cita Javier Arellano, director del CEA.
Brecha de financiación de los ODS
Pedro Alba comenzó su intervención con un baño de realidad. Alcanzar los ODS implica un coste de entre 3.3 billones y 4.5 billones de dólares al año. Y la brecha de financiación ronda entre los 2.5 y 2.6 billones de dólares. Explicó que los flujos de capital privado hacia países en desarrollo son actualmente muy elevados y, por lo tanto, “hay una gran posibilidad” de que financien ciertos ODS. No obstante, constató que el capital privado apuesta por los países emergentes, no por “los más pobres”, como El Congo, donde están “los grandes problemas de financiación” de los ODS.
Alba indicó que los mercados emergentes como México y Colombia “a largo plazo pueden cerrar la mayor parte de su brecha en los ODS a través de sus propios impuestos”. “Pero son los países más pobres donde surgen los grandes problemas de financiación. Aunque intenten hacer un gran esfuerzo por conseguir recursos propios, los números no dan”, recalcó.
El ex vicepresidente del Banco Mundial desgranó algunas medidas que podrían atraer capital privado a los países pobres y defendió que, en cualquier caso, este debe financiar proyectos que minimicen los efectos nocivos sobre el medio ambiente y los grupos sociales vulnerables, además de evitar las oportunidades de corrupción.
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Las empresas deben diferenciar entre fines y medios con los ODS
El director del Centro de Ética Aplicada, Javier Arellano, se centró en los fines y los medios. Aunque los 17 ODS forman un todo, “hay algunos objetivos sustantivos que definen el bien último que se pretende alcanzar y otros que son instrumentales”, señaló.
Entre los primeros se encuentran los relacionados con la dignidad de las personas. Cómo terminar con la pobreza o reducir la desigualdad, garantizar servicios adecuados de salud y educación, la igualdad de género o la preservación del planeta.
“Sin embargo, hay otros objetivos que son instrumentales. Casi todos lo que van del 7 en adelante. El crecimiento económico y el desarrollo de infraestructuras son cruciales e importantes, pero están al servicio de los objetivos sustantivos y, por tanto, deben ser evaluados en última instancia en función de su contribución a ellos”, añadió.
En la práctica, esto implica que las organizaciones deben realizar “una reflexión explícita” que defina de manera clara “cuáles son los fines y los medios” que persiguen en los objetivos ODS.
Finalmente, Arellano indicó que “no es posible promover empresas exitosas en sociedades fracasadas”. “Se está abriendo la idea de que las empresas tienen que conseguir legitimidad para operar demostrando que construyen sociedades más justas, sostenibles y seguras. Si no, no serán viables socialmente. La sociedad no lo va a permitir”, defendió.
Los ODS desde la perspectiva ética
Por su parte, Galo Bilbao analizó la relación entre empresa y ODS desde la perspectiva ética. Bilbao recordó que, según el barómetro de empresas, el 54% cuenta con una estrategia ligada a los ODS, pero consideró que, para poder afirmar que estas empresas llevan a cabo una gestión ética, es determinante analizar los criterios de “temporalidad” e “identidad”.
“¿Cuándo me voy a ocupar de las ODS, antes de elaborar el plan estratégico o a posteriori, en la elaboración de la memoria del año anterior?. ¿Los objetivos ODS pertenecen o no al ADN de la empresa y el sector en el que trabaja?, cuestionó. Bilbao recalcó que temporalidad e identidad son importantes porque están relacionados con la “intencionalidad”.