El pasado 10 de noviembre se presentó en Milán el VI Informe sobre las finanzas éticas en Europa, la sexta edición de un trabajo de investigación internacional fruto de la colaboración entre la Fondazione Finanza Etica, la Fundación Finanzas Éticas y la Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos (FEBEA). Un trabajo que este año examinó 22 bancos éticos europeos en términos de rentabilidad, adecuación de capital y rendimiento financiero, comparándolos con 60 bancos convencionales («significativos») sujetos a la supervisión directa del BCE. El estudio explora los datos relativos a los últimos 10 años, de 2012 a 2021. Del 6º Informe surge una fotografía en la que las finanzas éticas se consolidan como un movimiento fuerte y en constante crecimiento; un movimiento que, gracias a la eficacia de su negocio orientado éticamente, puede ofrecer evidencias prácticas de que es posible realizar intermediación financiera sobre la base de valores y modelos de gobernanza nítidamente diferentes, necesarios para afrontar las urgentes transformaciones frente a los desafíos económicos, sociales y ambientales de la humanidad.

Rentabilidad y más: a los bancos éticos les va bien en el mercado

Los bancos éticos europeos muestran una rentabilidad sustancialmente mejor en comparación con los bancos «significativos»: el rendimiento sobre el capital (ROE) de los bancos éticos fue de hecho – en promedio durante el período analizado – del 5,23%, frente al 2,21% de los bancos convencionales. Una ventaja que también se destaca por el retorno sobre activos (ROA), que supuso una media del 0,46% para los bancos éticos frente al 0,25% de los bancos convencionales. Una cifra que se presenta como una distinción positiva de carácter estructural, considerando que se ha consolidado a lo largo de una década de encuestas, incluido el año 2020, cuando ambos tipos de instituciones sufrían los golpes de la crisis pandémica.

Más allá de estos parámetros, las diferencias entre la banca ética y la banca convencional quedan constatadas en otros elementos de gestión, mostrando la diferente vocación y enfoque de las finanzas éticas.

  • En el frente patrimonial, se muestra con claridad que los bancos éticos se centran más en las actividades bancarias tradicionales, especialmente en el crédito, mientras que los bancos convencionales se centran más en las inversiones y la colocación de fondos y valores.
  • Los depósitos de clientes son la fuente de mayor liquidez en los bancos éticos (81,1% del pasivo total), mientras que los bancos convencionales dependen de diversas fuentes de liquidez, lo que resulta en una menor relación depósitos/patrimonio neto.
  • En cuanto a la solidez del capital, los bancos éticos han mantenido una fuerte capitalización constante en el tiempo – con una ratio entre activos netos y pasivos totales igual al 8,2% en promedio. Por su parte, los bancos convencionales han mejorado su posición de capital, pero partiendo de una posición más débil, creciendo del 4,3% en 2012 al 6,20% en 2021.
  • El último aspecto a evaluar – del que es posible también extraer conclusiones sobre la diversidad de enfoques, valores y estrategias- es el de la liquidez, la ratio préstamos/depósitos (LDR): se mantuvo estable y más bajo (del 77% al 81,5% en promedio) en los bancos éticos, en comparación con los convencionales (aumentó del 86% al 102,5%), que por lo tanto presentan un mayor riesgo potencial de liquidez.

Clima y paz, la acción coherente de las finanzas éticas

La lucha contra el cambio climático es el desafío más difícil para el futuro de la humanidad. Sin embargo, los bancos europeos convencionales no parecen haber iniciado realmente una transición ecológica en su modelo de negocio. Ofrecen productos “verdes” individuales, pero siguen ignorando los restos medioambientales en su negocio principal de manera que, de 2016 a 2022, financiaron combustibles fósiles por valor de más de 5.500 billones de euros (673 billones solo en 2022), mientras que solo el 7% de su financiación energética se destinó a energías renovables. En cambio, los bancos éticos adoptan un enfoque holístico integrado y llevan años invirtiendo en métricas avanzadas para medir las emisiones de gases de efecto invernadero (PCAF – Partnership for Carbon Accounting Financials), incluidas las indirectas (Scope 3), excluyendo del crédito las cadenas de suministro perjudiciales para el medio ambiente y el clima, alineando las carteras de inversión con las indicaciones científicas y el Acuerdo de París sobre cambio climático.

El conflicto en Ucrania en 2022 ha llevado a un aumento en el gasto militar global. Según datos del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute) este gasto ha aumentado un 3,7%, alcanzando la cifra récord de más de 3.100 billones de euros. El gasto militar europeo, por su parte, aumentó un 13%. Varios bancos europeos se han planteado reinvertir en la industria armamentista tras la invasión rusa, prestando servicios financieros a los fabricantes de armas que exportan a países de alto riesgo. El informe «Don’t bank on the bomb», de la organización internacional PAX, muestra que 15 grandes bancos europeos ofrecieron financiación por valor de 87.700 millones de euros a este tipo de empresas. La investigación también muestra que 306 bancos apoyan a 24 fabricantes de armas nucleares, con financiaciones por valor de 746.000 millones de dólares. Las bombas de racimo, prohibidas por la Convención de la ONU, aunque vieron reducida su inversión, recibieron 8.700 millones de dólares en 2018.

Europa hacia el futuro, las tres propuestas de las finanzas éticas

Ante este escenario, los bancos éticos miran con interés las elecciones europeas de junio de 2024 y presentan a las instituciones tres propuestas, empezando por el reconocimiento y la valorización de la singularidad de los distintos modelos bancarios (la denominada «biodiversidad bancaria»), para lo que es necesario superar la lógica de que las reglas son las mismas para todos (one size DOES NOT fit all). Estas tres propuestas, tomadas de las tres letras del acrónimo ESG (ambiental, social y de gobernanza), son las siguientes:

  • E: Las finanzas convencionales deben alinear sus acciones con sus palabras y comprometerse verdaderamente a respetar los principios declarados. Existe una necesidad urgente de combatir el greenwashing en el sector financiero. Desafortunadamente, la lista de trucos metodológicos para el “objetivo neto cero” en huella de carbono se ha mostrado que es muy extensa. Es necesario un marco sólido y transparente para describir cómo lograr cero emisiones netas, aplicarlo a todas las actividades operativas y facilitar la presentación de informes correctos.
  • S: Se debe prestar especial atención a combatir las desigualdades (crecientes e insostenibles) de riqueza y de ingresos. En el sector financiero esto significa prestar atención a las brechas en el acceso al crédito y a los servicios financieros e incorporar la perspectiva de género en los esquemas de remuneración y en la presencia de mujeres en órganos de gobierno. Además, los bancos éticos, que llevan años mostrando que presentan tasas de morosidad más bajas en comparación con el sistema bancario tradicional, a pesar de financiar en mayor medida las realidades de la economía social -hoy valorada a priori como de alto riesgo, en ausencia de razones técnicas justificadas-, piden la introducción de un social support factor en el crédito, que reduzca la absorción de capital necesaria para financiar estas entidades. Sería una herramienta fundamental para el desarrollo del sector, las microfinanzas y la lucha contra la exclusión financiera, sin introducir ningún coste para los Estados.
  • G: La distinción más significativa entre los bancos éticos y el sistema tradicional, respecto al tercer pilar de gobernanza, es la transparencia y la rendición de cuentas. Persisten limitaciones en el acceso público a la información sobre las empresas y una legislación que resulta ineficaz para combatir la opacidad del sistema financiero favorece a las entidades financieras que explotan diferentes jurisdicciones para evadir impuestos, no ser transparentes y evitar las regulaciones más exigentes. Esta situación genera injusticia social y crea competencia desleal con las instituciones financieras éticas, que se abstienen por principios de tales prácticas.

Peru SasiaPresidente de la Federación Europea de Banca Ética (Febea)