El lehendakari y los máximos representantes de Galicia, Asturias y Cantabria han sumado fuerzas para reclamar al presidente del Gobierno español que aproveche su mandato de turno en el Consejo Europeo a partir del 1 de julio para impulsar la macrorregión atlántica. Los intereses comunes compartidos explicarían la idea de la macrorregión. Me parece una buena idea, pero creo que el interés común compartido entre Bizkaia, Gipuzkoa y Álava es más urgente y por aquí también valdría la pena seguir innovando para no duplicar políticas públicas enfocadas a retener y atraer talento, tan importantes como las líneas de alta velocidad, e intentar avanzar en la ruptura de la frontera territorial interna en los temas que limitan la puesta en marcha de políticas comunes para hacer de Euskadi y no de cada uno de los territorios históricos un espacio atractivo para vivir y trabajar.

Euskadi tiene problemas con los símbolos compartidos. Las fiestas más importantes son las de cada pueblo, el equipo de fútbol el de cada provincia y para saber la lengua predominante hay que mirar el mapa sociolingüístico. No hay una Diada, ni un día oficial compartido. Cada territorio compite con el otro en la atracción de talento, inversiones y en proyectos de investigación y desarrollo sobre lo mismo. Donosti vive de espaldas a Bilbao. Bilbao vive de espaldas a Donosti y Vitoria construye su identidad como puede. Cada territorio tiene su medio de comunicación local y los jóvenes miran la agenda cultural de sus ciudades vecinas con escaso interés y sin generar capital social vasco. Los ecosistemas son locales. Cada territorio quiere conectar con el mundo globalizado, pero en su estrategia no suele entrar la cooperación con su territorio histórico vecino. A pesar de que las elecciones forales no tienen su día en el calendario y para la ciudadanía son subalternas de las municipales, los diputados generales han evolucionado por el desempeño de su cargo y los recursos que da el poder de las haciendas forales hacia una suerte de presidencialismo no cooperativo con el resto de los territorios.

Si miramos a la opinión pública de los tres territorios, encontramos profundas diferencias que podrían ser perfectamente interregionales. La preocupación por el paro es residual en Gipuzkoa, la mitad de lo que preocupa a vizcaínos y alaveses. La delincuencia y la inseguridad ciudadana preocupa el triple en Bizkaia que en Álava. Las desigualdades sociales inquietan significativamente más en Bizkaia que en los otros dos territorios. El cambio climático y el medio ambiente intranquiliza el doble a los alaveses que al resto de sus vecinos de país. A la mayoría de la población de Gipuzkoa le gustaría que se celebrara un referéndum para decidir la independencia de Euskadi, a la mayoría de Bizkaia y Álava, no.

Creo que son positivos todos los procesos de colaboración transfonterizos, transautonómicos, transatlánticos, que favorecen el desarrollo económico y social de sus habitantes y generan oportunidades que de otra manera no se podrían dar. Sería deseable hacer el mismo esfuerzo en reinterpretar la foralidad en claves del siglo XXI para posicionar a Euskadi en el mejor lugar posible de ese nuevo mundo que dicen que llegará después de las famosas transiciones digital, verde y demográfica.