Mediante el tercer apartado de la sesión, cada grupo definió el problema que habían escogido en la actividad anterior como reto a solucionar. Para ello, se les indicó la relevancia de centrarse en la raíz del problema para después poder dar una buena solución. La técnica sugerida para ello, fue la de responder preguntas básicas como: qué, quién, cuándo, cómo, dónde, y por qué. Además, presentaron soluciones a casos prácticos propuestos en el aula.
Tras activar la observación, identificar una oportunidad y definir la misma, llegó el momento para cada grupo de centrarse en la búsqueda de soluciones a su respectivo reto. Para ello, esta última fase del encuentro se centró en la ideación de soluciones que constaba de dos pasos previos: empatizar con la persona usuaria y redefinir el reto.
El primero de los pasos se basa en conocer profundamente al usuario/a; para así, poder ofrecer la mejor de las soluciones teniendo siempre en cuenta que la persona está en el centro del problema. Para ello, los y las participantes trabajaron sobre un mapa de empatía que debían de rellenar. Una vez realizada esta tarea, se abordó el segundo paso: reformular el reto, teniendo en cuenta el foco de acción y generando una pregunta para comenzar a idear soluciones a su problema.