El pasado viernes, 20 de mayo, participé en la primera sesión de los world-cafés organizados por la universidad en el marco del Plan de Inclusión y Accesibilidad. Fue una experiencia preciosa y salí con el alma tocada. Con lágrimas en los ojos de la emoción, al escuchar las historias de superación de cuatro personas discapacitadas. Sentí toda su fuerza, fue realmente impresionante. No somos iguales, para mí ellos son más.
En la cuarta escucha rompí a llorar, no pude más. Era una chica con autismo, y cuando pasamos al punto de preguntas, yo quise saber cuándo una persona se da cuenta que tiene ese problema. Ella rompió a llorar y me dijo que se dio cuenta cuando la rechazaban constantemente en el colegio. En un principio, me sentí mal por haberle hecho esa pregunta, y seguido sentí ganas de abrazarla, pero no lo hice, rompí a llorar yo también.
Ya volviendo a la oficina, me di cuenta que me había dejado el bolso. Volví a por él y me encontré con ella, y no pude resistirme y le pedí permiso para abrazarla. Nos dimos un precioso abrazo, me encantó.
Me di cuenta de mi vulnerabilidad, y aprendí que antes de juzgar a alguien por «raro» o reírnos de sus reacciones, deberíamos de echar el freno y empatizar.
Fue una experiencia 100% recomendable, una cura de humildad.
Idatze Bilbao
Deja una respuesta