Artículo publicado en El Correo (04/09/2022)
El pasado junio, tras haber conquistado el título 14 del Roland Garros, Rafa Nadal se dirigió a los recién graduados de la Rafa Nadal International School para exhortarles, con amables palabras, a la práctica de la perseverancia y de la humildad. Rafa Nadal era consciente de que no se refería a dos virtudes de moda: «Sé que ahora lo que está de moda es la inmediatez y que la paciencia no es una virtud que sea muy valorada». Al comienzo de curso no está de más recordar la virtud de la perseverancia y dejar para otra ocasión la humildad, que Rafa Nadal vincula estrechamente a la perseverancia.
La perseverancia, es decir, la decisión voluntaria –se excluyen las conductas adictivas y otros hábitos inadecuados– de mantener el esfuerzo para conseguir una meta, tiene varias consecuencias positivas. Aumenta, en primer lugar, la probabilidad de alcanzar metas difíciles y valiosas. Sobre todo, induce auténtica y consistente satisfacción con uno mismo; es decir, le hace a uno sentirse mejor de verdad.
La perseverancia es susceptible de fortalecimiento y aprendizaje. Para ello se han sugerido varias líneas de intervención, que se solapan y potencian entre sí. Resulta insuficiente limitarse a exhortar «sea usted perseverante y no abandone».
El psicólogo norteamericano Julian B. Rotter destacó la importancia que tienen en el resultado las creencias de control. Creer que el resultado depende de las propias acciones (control interno) y no de otras personas, de la suerte o del destino (control externo), está asociado a mayor perseverancia, sobre todo tras un fracaso. Ahora bien, estas creencias de control interno no son inmutables y fijas, sino que se pueden modificar y desarrollar. La posibilidad de elegir entre varios objetivos o metas es uno de los modos de fomentarlas creencias de control interno. Favorecer el desarrollo de las creencias de autoeficacia (creo que lo puedo hacer) mantendrá también la perseverancia.
Tienen importancia también las explicaciones que damos de nuestros resultados y de lo que nos ocurre. Ver los fallos como consecuencia de la falta de esfuerzo fomenta la perseverancia, mientras que atribuirlos a factores externos o a la suerte inhibe el mantenimiento del esfuerzo y puede llevar a la paralizante indefensión aprendida, al creer con firmeza que nada se puede hacer.
Es importante que los padres y educadores refuercen más el esfuerzo que el resultado; por ejemplo, valorar más el tiempo diario de estudio que las calificaciones finales, teniendo en cuenta que los refuerzos o recompensas externas (dinero, móvil nuevo) pueden minar la motivación intrínseca, que es el motor que activa y mantiene la conducta hacia la meta, incluso en condiciones adversas. Basar un comportamiento deseable en reforzadores externos puede tener como consecuencia que cese la conducta cuando el refuerzo cesa.
Aprender a demorar la gratificación se suele traducir en un aumento del esfuerzo y de la perseverancia. Algunos aprenden desde niños que todo lo han de conseguir inmediatamente, sin esperar ni un minuto. Haciendo referencia al conocido experimento de Walter Mischel sobre el autocontrol, otros aplazan la gratificación de comer inmediatamente la golosina y reciben después otra más.
Muy importante para perseverar en una actividad es tener el ‘feedback’ adecuado; es decir, tener información correcta y concreta de la realización de la actividad. Los padres y educadores que no se limitan a señalar que el resultado final está bien o está mal, sino que informan al estudiante, de forma regular, de su proceso y reconocen sus aciertos aumentan la probabilidad de que la actividad continúe.
El gran obstáculo para la perseverancia son los fallos o fracasos parciales. Prevenirlos y, cuando ocurren, reinterpretarlos como retos a superar, constituye la alternativa eficaz a la tentación de tirar la toalla. Porque, dice Rafa Nadal, «en el camino os vais a encontrar con momentos que no esperabais, y con decepciones que os harán dudar de todo. Es en esos momentos en los que debéis apoyaros en vuestra familia, vuestros amigos y las personas de confianza». Importa, pues, afianzar esa red de seguridad que acoge en la caída y evita que uno se estrelle.
Perseverancia. Una virtud no de moda, pero especialmente necesaria. Tarea imprescindible la de fo-
mentar la cultura del esfuerzo mantenido. Los objetivos importantes no se consiguen con un rápido clic. Perseverancia aplicable a la actividad académica, pero también a la profesión, a la familia, a la amistad y, de modo especial, a la autorrealización y el crecimiento personal.
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