Artículo publicado en Deia (25/09/2022)
TUENTI fue creada por el estadounidense Zaryn Dentzel en 2006. Fue una red social creada en España, en un contexto en el que todavía Facebook no era muy conocida. El estilo fue similar. Ríos de tinta han corrido si fue una inspiración, o una adaptación contextual de una herramienta a la cultura latina del sur de Europa. En 2006, cualquier herramienta de relación social a través de internet, lógicamente estaba dirigida a veinteañeros universitarios. Uno de ellos era yo.
En 2009, Tuenti era la red social más popular en España, por encima de Facebook. Llegó a tener 10 millones de usuarios. Esto, en términos porcentuales (que siempre representa mejor) era aproximadamente un 80% de dicha generación. Tuenti era divertido; Facebook aburrido. Tuenti (así como Facebook) tenía una ventaja inherente sobre otras redes sociales: la red, al menos al principio, se basaba en redes que ya existían en el mundo físico. Eran personas que ya conocías. Eso hizo que el servicio de inmediato fuera útil para prácticamente todo el mundo. Twitter o LinkedIn, por ejemplo, conformaban redes para seguir a personas que pudieran tener tus mismos intereses. Una lista a construir desde cero, descubriendo. La barrera de entrada era mayor.
Los que crecimos con Tuenti recibimos un día un correo que nos decía que el servicio cerraba. Nos lo enviaba Telefónica, que había comprado esta red en 2010. Telefónica dejó claro desde el principio qué es lo que le interesaba de Tuenti: su base de usuarios. Confundir una base de datos con un servicio digital es algo que ha pasado mucho en esta breve pero intensa historia de internet. Creo que muchas empresas pensaron que los que estábamos ahí, seguiríamos por la barrera de entrada que supone tener ya construida una red de amigos. Quizás Telefónica nunca imaginó que construir una red social es tremendamente difícil (aviso a marineros) y que el coste de moverse a una alternativa también es bajo. Construir un servicio digital “cerrando el campo” y evitando que “haya migraciones de datos”, de hecho, hace que cada vez demos menos datos.
LEGADOS DIGITALES Y aunque en Tuenti tuviéramos fotografías, comentarios, mensajes, etc., pagar por ello, ante las alternativas existentes, no resultaba tan llamativo. Telefónica nos dio la opción de descargarnos todo nuestro legado digital. ¿Se habrá borrado de todos los servidores donde llegó a estar? ¿Quién más puede tener toda mi juventud subida a Tuenti? Unos datos generacionales (los primeros usuarios de la primera red social de la historia de España), de repente se ponían en duda. ¿Qué sucedió?
Este pasado junio Telefónica cerraba definitivamente Tuenti. Se calcula que Telefónica ha invertido casi 100 millones de euros entre su adquisición y posteriores recursos destinados. Doce años después de comprarla en mayo de 2010, cerró un servicio generacional. Que una empresa corporativa, con dinámicas más asentadas como Telefónica, llegue a entender una lógica social y digital tan disruptiva, no es fácil. Telefónica buscaba posicionarse en el segmento más joven. Lo quiso hacer de la mano de una red social que nos tenía más enganchados a nuestra generación que Facebook. Yo tenía 25 años en 2010. Parecía una buena opción que se fijara en nosotros. Además, el modelo de negocio era complementario: publicidad y grandes audiencias. Telefónica lanzó una operadora móvil con la marca Tuenti. Sin permanencia ni consumo mínimo. Ofrecía además acceso al chat de la red social gratis. Todo pintaba bien. Pero algo ocurrió. Nadie imaginaba que WhatsApp estaba empezando a llegar a muchos móviles por aquel entonces.
En Tuenti fuimos nosotros mismos, en nuestra red social de amigos. Ese 80% de la sociedad que nos juntamos para marcar un hito de la historia de la informática de consumo no fingimos ser nadie. No se hablaba de influencers. Posábamos poco, éramos reales. Nuestra juventud, adolescencia y época universitaria, en su expresión más natural y social. Eso sí eran redes sociales; ahora son exposiciones personales. Una base de datos que debería ser patrimonio histórico (en serio).
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