Artículo publicado en El Diario Vasco (31/12/2022)
Evítese disgustos y prepare de antemano las reuniones navideñas. Sea crítico con usted mismo. El 90% de los conductores creen ser más hábiles que la media. Quizás el ‘cuñadísimo’ de la mesa de esta Nochevieja sea usted mismo. Me apuesto lo que quiera a que no sabe tanto sobre Ucrania, fútbol o el Tribunal Constitucional como usted predica… Por nuestra biología y experiencias de vida, estamos llenos de modelos mentales (sesgos cognitivos) que nos hacen entender ‘la realidad’ como algo absoluto y no relativo. Sin embargo, si discutimos con profundidad, podríamos incluso cuestionar si el cielo es azul, ¿no será transparente?
Dos de estos sesgos son importantes para el buen manejo de estas cenas navideñas. Por un lado, el llamado Sesgo de Dunning-Kruger. En 1990, estos dos científicos de Cornell pidieron a una serie de personas que estimaran su grado de competencia en gramática, razonamiento lógico y humor. A continuación, les realizaron una serie de test para evaluar su competencia real en esos campos. Curiosamente, detectaron que a mayor incompetencia de la persona, menor consciencia tenía de ella (y paradójicamente, que a mayor competencia, mayor infravaloración de sus competencias). Concluyeron también que las personas incompetentes no suelen reconocer la competencia del resto de las personas.
¿Cuántos virólogos aparecieron a su alrededor durante la pandemia? A sufrirlo de nuevo durante estas fiestas navideñas. Recibirá lecciones maestras sobre la historia real del imperio ruso, lo que la selección española debe hacer para corregir su rumbo o cómo solucionar la crisis institucional de España. Aún recuerdo cómo, hace un año, el once veces campeón del mundo de surf Kelly Slater afirmaba: «Sé más de salud que el 99% de los médicos». ¿No será mucho? Por otro lado, existe otro sesgo peligroso para estas fiestas. El llamado Sesgo del Punto Ciego, es decir, creer que, a diferencia del resto, yo no tengo sesgos. Lo observamos, por ejemplo, en el ámbito del autoconocimiento. Qué frecuente es escuchar «yo me conozco muy bien», cuando, al menos por mi experiencia como ‘coach’, no es tan usual. ¿Está seguro de que no es usted el ‘cuñadísimo’ de la mesa?
«Cuando hablas, sólo repites lo que ya sabes. Mientras que cuando escuchas, quizás tengas la oportunidad de aprender algo nuevo» afirma con acierto el Dalai Lama. Aprender de otras visiones del mundo es tener una mayor comprensión de la realidad. Hasta mayo de 1543, cuestionar que el Sol giraba alrededor de la Tierra era decir estupideces. Hasta diciembre de 1900, cuestionar la ley de la gravitación de Newton era ser un ignorante. ¿Por qué justo usted tiene la fortuna de poseer verdades tan absolutas? Como afirmaba el Nobel de Literatura Bertrand Russell: «El principal problema de la Humanidad es que los estúpidos están seguros de todo, mientras que las personas inteligentes se encuentran rodeados de dudas».
Permítame sugerir tres recomendaciones para evitar llevarse el ‘premio al cuñadísimo’. La primera de ellas es que trate de ser menos impulsivo en sus respuestas. Aprender a controlar las emociones es una importante habilidad en cualquier circunstancia, pero más durante estas fechas. Muérdase la lengua y aprenda a escuchar ideas diferentes a las suyas. Aunque le parezca muy triste esto que le voy a decir, creo que es cierto: usted no es tan importante como cree, sus palabras en este entorno tienen mucho menor impacto de lo que piensa.
La segunda recomendación: analice si no es usted el ‘cuñadísimo’. Acostumbrado a dar órdenes en el trabajo o falto de autoestima, tomarse las conversaciones navideñas como auténticos combates de lucha libre nos hace perder la perspectiva. La mesa de Navidad o Año Nuevo no es un ring, es un lugar de encuentro para pasar un buen rato y hacérselo pasar a los demás. Y la tercera y última: evite el conflicto. Son ya muchos años de relación y conoce a sus compañeros de mesa. Sabe de antemano los temas que van a resultar conflictivos, por lo que no sea cizañero y evite ponerlos sobre el tapete. No es el lugar ni el momento.
Pero hay luz para la esperanza. Dunning y Kruger también observaron que tras la «cima de la ignorancia temprana», el efecto se diluía a medida que la persona incrementaba su nivel de competencia, ya que se vuelven más conscientes de sus limitaciones. Aprovechemos estas fiestas para adentrarnos en el camino del saber profundo. El sabio Sócrates lo resumía mejor que nadie: «Solo sé que no sé nada».
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