Artículo publicado en El Español (08/02/2023)
“Una isla de estabilidad en el mar de conversaciones sobre el futuro del trabajo es la convicción de que nuestros trabajos serán cada vez más creativos”. De esta manera, comienza un reciente artículo de Gabriella Rosen Kellerman y Martin E.P. Seligman para HBR sobre cómo cultivar cuatro tipos específicos de creatividad.
El primero se denomina integración e implica mostrar que dos cosas que parecen diferentes son lo mismo. La segunda es dividir, o ver cómo las cosas que se ven iguales se pueden dividir en partes más útiles. La tercera se denomina inversión figura-fondo, y significa darse cuenta de que lo crucial no está en el primer plano sino en el fondo. La cuarta y última es el pensamiento distal, que implica imaginar cosas muy diferentes del aquí y el ahora.
Esta idea resulta especialmente interesante justo ahora que la inteligencia artificial generativa ha provocado un tsunami de comentarios sobre dónde y cuándo usar herramientas como ChatGPT, ya sea que se trate de problemas matemáticos o contables, generación de informes, guiones para presentaciones, publicaciones de blog, tutoriales, planes de negocios o fragmentos de código.
En otro artículo, los autores Ajay Agrawal, Joshua Gans, Avi Goldfarb explicaban, también para HBR, que ChatGPT no es la única herramienta de inteligencia artificial que parece hacer ciertas actividades creativas mejor y más rápido que los humanos. DALL-E, también de OpenAI, proporciona imágenes facilitando el diseño a escala, mejorando las habilidades de millones de personas en su capacidad de crear y manipular imágenes, impactando con ello con la economía.
Según ellos, “estos avances en IA marcarán el comienzo de un período de sufrimiento para algunas personas, cuyos trabajos se verán afectados y a quienes les resultará difícil adaptarse”.
Los que seguimos de cerca las industrias culturales y creativas ya vimos en agosto del año pasado un suceso disruptivo donde un diseñador de juegos ganó el primer premio en la categoría de ‘artes digitales/fotografía manipulada digitalmente’, en la sección de artistas emergentes en el Concurso de Bellas Artes de la Feria Estatal de Colorado. Su imagen ganadora, titulada Théâtre D’opéra Spatial, se realizó con la herramienta Midjourney.
Pero este no es un caso aislado, ya que en los últimos meses otros artistas están denunciando a los programas de inteligencia artificial por violar sus derechos de autor. En una demanda colectiva se acusaba a tres empresas que habían usado Stable Diffusion por extraer obras de internet para generar sus propias creaciones sin el consentimiento de los autores.
Con el imparable desarrollo de la IA generativa parece que estamos en una especie de carrera donde se nos pide que seamos cada vez más creativos para no ser engullidos por la temida automatización. ¿Qué podemos hacer ante este desafío? En mi opinión, la respuesta pasa por seguir entrenando de forma decidida nuestra creatividad y al mismo tiempo considerar aprovechar el poder de la IA trabajando de forma colaborativa con ella.
Este es el famoso futuro híbrido del centauro, en el que los humanos seguiremos haciendo lo que hacemos mejor, es decir, crear, imaginar, decidir cuál de nuestros muchos objetivos y proyectos priorizar en un mundo de recursos limitados, mientras que la inteligencia artificial nos asistirá en nuestra toma de decisiones, por ejemplo, calculando las consecuencias más probables de intervenciones específicas proyectadas en ecosistemas delicados o sistemas sociopolíticos y económicos complejos.
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