Artículo publicado en El Correo (14/02/2023)
El futuro del empleo sobrevuela en las masivas manifestaciones que protagoniza la ciudadanía francesa alrededor de las pensiones. Expertos e instituciones lo tienen claro. Dicen que trabajar más años no es una opción; es la única respuesta a la creciente esperanza de vida en Europa, en Euskadi andamos ya por los 84, y al hundimiento de la natalidad, donde el País Vasco está en la cola de Europa. La población de más de 65 años podría ser un tercio a partir de 2050. En Francia se movilizan los que no han llegado a la edad de jubilación para no subir la edad de retiro a los 65. En Euskadi todos los lunes se siguen manifestando jubilados y jubiladas para defender las pensiones del presente y del futuro. Como si la ciudadanía no se hubiera enterado de la realidad y no se creyera ninguno de los cientos de estudios prospectivos que se han generado en los últimos años.
En una encuesta sobre el ‘Futuro del Empleo’ de la Fundación BBK desarrollada en 2022 en el marco del espacio ‘Habitantes del Futuro’, la ciudadanía se veía condenada a trabajar más allá de los 70 años a partir de 2050, cuando su edad favorita de jubilación serían los 63 años. Y se mostraban muy partidarios del reparto del empleo, de las jornadas de cuatro días semanales sin reducción salarial que nos están contando todos los que la han probado que es una maravilla, tanto por el lado de la calidad de vida de los trabajadores, como por la productividad y competitividad de la empresa. Se echa en falta más socialización de estas experiencias que invitan al optimismo.
Las grandes transformaciones demográficas se solapan con las grandes transformaciones digitales de las que siempre se subraya la destrucción de empleos. Se estima que, aunque 85 millones de puestos de trabajo desaparecerán en 2025 debido a la digitalización y automatización, surgirán 97 millones de nuevos empleos que se adaptarán mejor al nuevo entorno entre humanos, robots y algoritmos. Y es precisamente aquí, en la cara positiva del futuro, donde la ciudadanía se siente más perdida.
La mayoría de la población vasca dice desconocer cuáles son esos empleos o qué hay que estudiar para acceder a ellos, tiene un gran desconocimiento sobre una información vital para organizar su propia vida y la de sus hijos e hijas. Algunas de las nuevas oportunidades digitales necesitan tipos de formación que la ciudadanía desconoce. Por ejemplo, casi nadie sabe qué es un ‘bootcamp’, una de las herramientas formativas exprés más exitosas para mejorar la empleabilidad en el ámbito de la digitalización. Cursos de menos de 800 horas enfocados al empleo digital, que son el típico ejemplo de buenas prácticas que deberían ser socializados por su impacto real en la inclusión laboral. Esta semana, este periódico colabora en la divulgación social del WORKinLan Summit, que tiene entre uno de sus objetivos acercar a los ciudadanos información útil y práctica sobre los aspectos positivos del futuro del empleo. Reducir la asimetría de información es esencial para garantizar la igualdad de oportunidades en la planificación del futuro.
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