Artículo publicado en Deia (04/03/2023)
Acabamos de encontrarnos, por sorpresa, con nuevas crisis bancarias. En Silicon Valley Bank-SVB su problema ha sido una gestión inadecuada del riesgo. Ante la liquidez que le aportan sus depósitos, invertir enormes cantidades en deuda pública no tiene riesgo de insolvencia (el Tesoro americano se considera que nunca dejará de atender sus deudas), pero sí un elevado riesgo de interés, ya que, si suben o bajan los tipos de interés, la deuda a largo plazo y tipo fijo tendrá fuertes cambios en su valor. Pero la rentabilidad variable de la deuda fija la descubren mis alumnos el primer curso de Finanzas.
A diferencia de la Gran Crisis Financiera de 2007, hoy no hay activos tóxicos, “armas financieras de destrucción masiva”, como las nombró Warren Buffett en 2013, años antes del inicio de esa Crisis. Este gurú hoy afirma que “si fueras dueño de todos los bitcoins del mundo y me los ofrecieras por 25 dólares, no los compraría”. El problema es recurrente: una evaluación insuficiente de los riesgos, sobre todo con gran liquidez, cuando los bancos captan mucho ahorro que canalizar hacia inversión. Una frase resultona de un alto funcionario del Banco de España: “La liquidez es el opio del banquero”.
Sorprende la sorpresa. El Fondo Monetario Internacional – FMI en sus Perspectivas de la Economía Mundial de Enero de 2023 recoge su preocupación por los elevados riesgos en entidades financieras no bancarias en este contexto de liquidez: “A escala mundial, las regulaciones del sector financiero introducidas tras la crisis financiera mundial han contribuido a la resiliencia de los sectores bancarios durante la pandemia, pero es necesario subsanar las deficiencias en materia de datos y supervisión en el sector financiero no bancario que está menos regulado, y donde la acumulación de riesgos puede haber ocurrido sigilosamente”.
Con precedentes cercanos: Unos meses antes, en octubre de 2022, se dio la crisis de los fondos de pensiones ingleses. Y entre entidades bancarias, por los altibajos en los tipos de interés, en este caso por su subida, recordemos a las cajas de ahorros estadounidenses: entre 1986 y 1995 desaparecieron 1.403 (de 3.234), con un coste de $198 billones. Cifra mayor que la suma de aportación de liquidez a SVB, Signatures Bank y Credit Suisse. La búsqueda de rentabilidad adicional se debía a que las Cajas tenían grandes volúmenes de hipotecas a tipo fijo y al subir los tipos esos ingresos fijos eran insuficientes, así que dedicaron sus excedentes de liquidez a inversiones de alto riesgo, como bonos basura.
¿HAY SOLUCIONES PARA CONTROLAR LAS CRISIS FINANCIERAS?
1. Reducir los desequilibrios macroeconómicos. Bastantes economistas se centran en los desequilibrios de ahorros e inversiones, déficit y superávits comerciales y presupuestarios descontrolados, o la desregulación para la libre circulación de capitales, y plantean limitar estos motores de excesos y riesgos. Se reducirán los desequilibrios comerciales por los cambios en las cadenas de suministro, sean compras energéticas de Rusia, sean manufacturas y componentes de China, pero el efecto en las variables financieras será limitado: tras la pandemia, la deuda privada y pública tardará en acercarse a niveles sostenibles. La estimación del FMI es que la suma de deuda pública y privada para el conjunto mundial supera ya el 250% de la producción anual total.
2. Más regulación. Como decimos, el FMI esperaba que en 2023 hubiera incidentes de inestabilidad significativos entre entidades financieras no bancarias, menos reguladas. Por contra, consideraba poco probables episodios como los de SVB o Credit Suisse.
La regulación es imprescindible. Con elevada incertidumbre en los mercados financieros, es difícil entender que la generalidad de los bancos ha defendido durante 2022 incremento de los dividendos y reducción del capital. Es evidente que el sector bancario compite con otros sectores, y que los inversores son atraídos por su dividendo por acción (cuanto más dividendo y menos capital, “toca a más”), pero parece que en tiempos convulsos los primeros interesados en aumentar su solvencia, aunque sea a costa de su atractivo inmediato en Bolsa, deberían ser los propios bancos. En su defecto, exigencias crecientes por parte de los reguladores.
Por otro lado, es muy difícil que la regulación se adelante a las soluciones innovadoras, que desgraciadamente suelen olvidarse de medir y controlar suficientemente los riesgos.
3. Otra línea es cambiar los comportamientos de los agentes: empresas, consumidores, inversores, sector público, bancos… Para muchas empresas hay modelos de gestión avanzados que proponen la búsqueda de equilibrio entre los intereses de todos los grupos que se relacionan con la empresa, de modo que los intereses de los accionistas se equilibren con el desarrollo personal y profesional de las personas trabajadoras, y sistemas de producción respetuosos con el medio ambiente.
Uno es el Modelo Inclusivo Participativo de Empresa que impulsamos en Fundación Arizmendiarrieta. En colaboración con entidades como Euskalit-Gestión Avanzada, busca aplicar sistemáticas y prácticas exitosas en cooperativas y otras empresas defensoras de la participación de las personas en la gestión, para obtener simultáneamente resultados más competitivos, y mejor satisfacción y adhesión de las personas.
Una clave de avance puede ser que en la reflexión estratégica anual cada banco exija un análisis descarnado de cada iniciativa “innovadora” y sus riesgos, aplicando una buena dosis de escepticismo a las ventajas de las innovaciones. Es necesario que el Consejo de Administración descubra que los riesgos se minusvaloran de forma recurrente. Además, cuanto más contrapeso suponga la capacidad de decisión de los trabajadores en base a una trasparencia informativa absoluta, y mayores sean sus aportaciones, serán posibles mayores controles. Asimismo, analizar la opinión de los depositantes y valorar su aversión al riesgo permitirán adelantarse a situaciones de pánico bancario. Una reflexión en términos de riesgos / beneficios / sostenibilidad del modelo de empresa y su relación con sus Grupos de Interés reforzará una visión de largo plazo y frenará la toma de decisiones como las que conocemos de estos bancos hoy abocados a la quiebra.
Un contraargumento importante es el comportamiento de muchas Cajas de Ahorros estatales durante la Crisis Financiera: a pesar de que eran entidades “más equilibradas”, no centradas en la maximización a corto plazo del dividendo, sin embargo sus errores durante el “boom del ladrillo” llevaron a la mayoría de estas Cajas a su liquidación por absorción. Con todo, si miramos al conjunto de Europa, es claro que cooperativas de crédito y cajas han superado la Crisis mejor que sus competidores bancarios.
Otro ámbito es el de inversores y depositantes. La actualidad de las criptomonedas nos puede dar pistas sobre las dificultades para cambiar su toma de riesgos. Un dato del Estudio sobre las Criptomonedas elaborado por la CNMV-Comisión Nacional del Mercado de Valores en junio de 2022 es que entre estos inversores tan solo un 41% tienen ingresos mensuales superiores a 3.000 euros, y además, un 11% del total tienen ingresos inferiores a 1.000 euros.
La educación a los inversores ayudará, pero el camino es largo. En mi centro comercial hay ya una máquina de autoservicio de criptomonedas. Poner nuevas armas de destrucción financiera masiva, parafraseando a Warren Buffett, cerca de la leche o la verdura ayuda a normalizar algo mucho más insano que comprar alimentos con exceso de azúcar o grasas saturadas.
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