Artículo publicado en El Economista (25/04/2023)
La economía vasca tiene un elevado nivel de internacionalización. Sus empresas compiten globalmente y muchas de ellas tienen implantación y operaciones a nivel internacional. Al mismo tiempo son muchas las empresas e inversores de fuera de Euskadi que se establecen en nuestro territorio o invierten en nuestras empresas. Según el Informe de Competitividad de Orkestra, Euskadi ha tenido una posición inversora positiva: la Inversión Extranjera Directa vasca en el exterior es equivalente al 84% del PIB mientras que la posición extranjera en Euskadi supone el 26% del PIB. En 2022 Euskadi, frente a una inversión de 965 millones de euros realizada en el exterior, recibió un flujo de inversión récord de 5.516 millones de euros (cifra claramente superior a otros años debido al efecto de la operación Siemens-Gamesa). La presencia de capital extranjero en nuestro territorio, prueba de nuestro atractivo, se refleja en los 1.334 grupos empresariales cuyas principales empresas propietarias se localizan fuera de nuestro territorio.
En este proceso natural de entradas y salidas de inversión cobra especial relevancia la importancia del arraigo de las empresas, de los centros de decisión y en suma de las personas con nuestro territorio. Este arraigo se sustenta en las conexiones económicas y no económicas entre personas, instituciones, empresas dentro y fuera del clúster de actividad y el sistema de conocimiento e innovación. La composición de la propiedad de una empresa es clave para su arraigo en el territorio, incluido el mantenimiento de los centros de decisión, ya que una composición accionarial o cooperativista local tiene en principio, un mayor compromiso con el desarrollo de la región, lo que le lleva a respaldar iniciativas empresariales que contribuyan al desarrollo económico y social del territorio, y puede contribuir a generar un mayor vínculo con sus personas y con la sociedad.
El destacado desarrollo económico y del bienestar en Euskadi se generó en un contexto de fuerte arraigo, con un partenariado activo entre los agentes financieros y el tejido empresarial. Sin embargo, la regulación, las sucesivas crisis, y los procesos de concentración a nivel internacional han debilitado esta conexión, lo cual limita las posibilidades de crecimiento y arraigo de nuestras empresas.
Desde el punto de vista del crecimiento, las empresas necesitan músculo para poder competir en el mundo, y crecer tanto orgánicamente como inorgánicamente mediante adquisiciones. Una reciente investigación de Orkestra ha identificado 2.802 grupos de vascos (matrices vascas) que controlan cerca de 10.300 filiales a lo largo del mundo. Estos grupos empresariales requieren de financiación y capital para continuar reforzando su posición en las cadenas de valor y mercados internacionales de las que son parte. Desde el punto de vista del arraigo, un músculo financiero local, unido a la singularidad fiscal de los territorios históricos, permite afianzar los centros de decisión en el territorio.
Por lo tanto, tener un músculo financiero, o ecosistema financiero avanzado, con vínculos locales permite atender mejor las necesidades específicas de los distintos tipos de empresas, y en última instancia, impulsar nuestro desarrollo económico. En dicha línea ha habido un importante esfuerzo para generar un ecosistema financiero más fuerte. Un ejemplo de ello son los fondos creados por las administraciones públicas para ayudar en el crecimiento y arraigo de nuestras empresas (fondos como Finkatuz, Ekarpen o Biscay Anchor Fund). También se han impulsado cambios normativos de las entidades de previsión social voluntaria (EPSV) que gestionan 27.000 millones de euros y se ha conseguido un incremento de los fondos de capital riesgo locales (a finales de 2022 hay registradas en la CNMV 12 gestoras de capital que tienen su domicilio en Euskadi y que gestionan 71 instrumentos de inversión).
En esta línea hay que celebrar el esfuerzo realizado por la Fundación bancaria BBK, que ha conseguido dotar el fondo de reserva exigido para mantener el arraigo de Kutxabank en Euskadi. Esto permite, junto con la estabilidad accionarial que le dan Kutxa y Vital, reforzar la posición de arraigo de Kutxabank en nuestro territorio, en contrapeso a la tendencia de concentración de agentes financieros fuera de Euskadi, y asegurar un instrumento financiero comprometido con el desarrollo económico y social de la región. Este hito permitirá profundizar en la Obra Social de la propia BBK, ya que apuntala su principal fuente de ingresos con un modelo basado en el impulso de una competitividad sostenible y responsable.
Mantener un entramado económico-empresarial arraigado en Euskadi, a través de sus centros de decisión y con voluntad de permanencia, dinámico, emprendedor, tractor de inversiones en tecnologías relacionadas con las tres transformaciones clave, comprometido con los principios ESG, con capacidad de gestión y con ambición por crecer en nuevos sectores y geografías creando empleo, riqueza y bienestar en Euskadi, es ineludible.
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