Artículo publicado en El Correo (16/05/2023)
Esta campaña electoral camina en la dirección prevista, con el bombardeo incesante de la agenda madrileña cargada de polarización artificial y de temas que no forman parte de las principales preocupaciones de la ciudadanía vasca, ni a nivel local, foral o de país. Este escenario era previsible. Ya sabíamos que había más probabilidades que los titulares los provocara Feijóo que la información de los debates clandestinos que ya se están produciendo entre los candidatos y candidatas del ámbito local y foral vasco. Pero la agenda vasca no solo es eclipsada por el fuego cruzado estatal. El populismo local también puede minar la agenda de país.
La primera página del programa electoral marco del PNV para las elecciones municipales y forales del 28-M anuncia en mayúsculas y tipografía XXL: ‘2023-2027: Cuatro años ilusionantes para el futuro de Euskadi y del Planeta’. Colocar el planeta a la altura de Euskadi en el programa marco de las elecciones locales nos puede hacer pensar en la sensibilidad del partido jetzale con la crisis climática y su compromiso a través de las medidas incluidas en el programa. En esa dirección se podía entender el anuncio del Gobierno vasco, coincidiendo con el inicio de la campaña, de aprobar el nuevo plan territorial sectorial (PTS) de energías renovables con el que se ordenará dónde se pueden ubicar y dónde no grandes parques eólicos e instalaciones fotovoltaicas. El carácter abierto del documento ofrecía una oportunidad para que alcaldes y candidatos del mismo partido suscribieran su apoyo de forma entusiasta y aprovecharan el texto para hacer pedagogía durante la campaña de ese «compromiso con Euskadi y el Planeta» del que habla su programa electoral marco.
La mayoría de la ciudadanía vasca ya percibe que si tuviéramos una fuente de generación de energía más cercana los precios serían menores y que si tuviéramos más energía renovable no se dependería tanto del gas y la transición sería más rápida. Lo que le gustaría a la ciudadanía es ir más allá de las declaraciones de impacto ambiental y del respeto riguroso con el entorno. Los ciudadanos quieren información sobre la redistribución de la riqueza generada por las energías renovables y cómo afectará a sus hogares y a las empresas del entorno. Los instrumentos o espacios de participación ciudadana que ayuden a mitigar la falta de información y confianza en las empresas energéticas e instaladoras serán vitales para reducir la probabilidad de rechazo a los cientos de macroproyectos que se pondrán en marcha en los próximos años para acelerar la transición energética y cumplir los objetivos de descarbonización en 2030.
Lo que han hecho algunos alcaldes del partido que ha redactado el PTS es decir rápidamente que en su municipio de entrada «no». Y así no se hace País ni Planeta.
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