Artículo publicado en El Correo (22/05/2023)
Beneficios culpables! profieren voces amenazadoras del mundo de los sindicatos, movimientos sociales, Ministerio de Trabajo y aun plumas más o menos autorizadas de los medios de comunicación. Pero ¿son los beneficios empresariales reos de la inflación que padecemos?
Sin entrar en el ámbito de los autónomos, poco sospechosos de haber contribuido a la lacra monetaria que analizamos, el Informe ‘Grant Thornton’ de 2022, que mide la salud de las compañías medianas de nuestro país, señala que esta se mantiene trabajosamente en el terreno positivo que alcanzó en
la primera mitad del pasado año después de registrar durante tres ejercicios consecutivos números rojos. Consiguiente veredicto de inocencia.
¿Y las grandes empresas? Analicemos las cadenas alimentarias, acosadas hasta la saciedad por una izquierda provocadora que les achaca «estar haciéndose de oro» a costa de los consumidores. Aunque los españoles gastan cada vez más en el supermercado, la realidad es que llenan su carro con menos productos. Los datos del mes de marzo reflejan una caída del 5,3% en el volumen de compras en el sector de gran consumo, frente al 2,6% de caída en febrero. Además, las cadenas sufrieron en 2022 la mayor caída de sus márgenes en los últimos cinco años, asumiendo costes superiores al incremento de precios aplicado, situándose por debajo del 3%. Diagnóstico: nula responsabilidad inflacionaria.
¿Quiere decir esto que el resto de grandes empresas, banca, energéticas, junto a la industria, la automoción, las grandes cadenas hoteleras y otras son las culpables de la inflación? ¿No se querrá decir, sin lograr articularlo adecuadamente, que la inflación ha ayudado a determinados sectores a un restablecimiento o aumento coyuntural de sus beneficios, que es cosa significativamente distinta? Y otra consideración más: mantener el margen de ganancia cuando los costes de las materias primas suben por la guerra o por el estrechamiento de las cadenas de suministros puede contribuir a que haya más inflación, pero no equivale a su autoría. De la misma manera que la reacción salarial al alza tendrá análogas consecuencias sin ser parte de su responsabilidad. El margen neto de las sociedades no financieras del año 2022, 18,6 %, está todavía 1,5 puntos porcentuales por debajo del margen neto en 2019, según constata un estudio de Funcas. Por otra parte, la subida de márgenes en el sector financiero coincide en el tiempo con el alza de los tipos de interés oficiales del BCE –el euríbor ha pasado del -0,5%
en septiembre de 2021 al 3,83% en mayo de 2023– y sus efectos positivos sobre el margen de pasivo.
Un matiz para dos grupos señalados, el bancario y el energético, que si bien han cosechado unos resultados notables lo han hecho rentabilizando su enorme esfuerzo inversor. Las abultadas cifras de la banca esconden una baja rentabilidad, ya que han tenido que aumentar capital y aún ganan menos que en 2007 y la acción lo refleja. Ambos han sido penalizados con gravámenes excepcionales, contrarios a la norma europea y a la Constitución, en opinión de sus máximos ejecutivos.
No. Los beneficios empresariales no son culpables de la inflación por sí mismos. No, al menos, de forma directa y general. No se descarta que alguna empresa aislada con una competencia circunstancial limitada hayan tenido la capacidad de fijar precios más altos y aumentar así puntualmente sus beneficios. Por eso la defensa de la competencia nunca debe cesar en su tarea. Esta tesis es compartida por
el Ministerio de Economía. Las razones fundamentales de la inflación del último bienio se hallan en el fuerte encarecimiento de las materias primas y otros bienes de importación, junto a una política fiscal fuertemente deficitaria que ha contribuido a aumentar el gasto global. Los cuellos de botella de suministro internacional –rigidez extrema de la oferta– han sido, sin duda, otro de los factores determinantes de una inflación de costes importada.
También el Banco de España ha señalado recientemente que los márgenes empresariales han restablecido su nivel prepandemia, y que ello ha sido posible, en parte, gracias al asumible crecimiento de los salarios. Pero para Nadia Calviño y su equipo la recuperación de los márgenes no es la causante de nuestros males inflacionarios sino una buena noticia: la restitución del equilibrio y solidez precisas para la buena marcha del sector.
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