Artículo publicado en The Conversation (02/07/2023)
Cuando termina el curso escolar, desaparece los horarios estrictos que marcaban en buena medida la rutina familiar. Y aparece la tentación de relajarse al respecto. Tanto en los horarios como en la propia alimentación. ¿Se puede permitir que las comidas de los hijos e hijas estén peor reguladas durante las vacaciones, que coman cuando les apetezca y lo que ellos quieran?
Al fin y al cabo, ya han estado todo el año con una alimentación sana, bien regulada y ordenada en horarios muy cerrados… qué menos que en verano podamos rebajar el nivel de exigencia con la comida. Lo mismo se podría decir respecto al descanso y el sueño.
Pero tanto en rutinas, como en dieta o descanso, la respuesta es firme y evidente: la alimentación y el sueño de los niños deben ser adecuados, saludables y regulados durante todo el año.
El bulo del aburrimiento
La misma respuesta obtendríamos si preguntásemos al cerebro de los niños, ya que están aprendiendo siempre y en cualquier escenario. Es un bulo decir que los niños necesitan aburrirse y no estresarse.
Las evidencias científicas confirman que ampliar el tiempo de aprendizaje beneficia a todos los estudiantes, sobre todo, a los que tienen más necesidades.
Siguiendo este criterio y organizando actividades en el tiempo vacacional, el tiempo de verano es una excelente oportunidad para que los niños aprendan en escenarios diferentes y en interacción con otras personas.
Los horarios de verano
Al tratar el tema de los horarios de los niños hay varios condicionantes a considerar: deben respetarse los horarios de comidas y descanso que necesitan, tenerse en cuenta los horarios de los padres o tutores y valorarse el tiempo atmosférico o las actividades que la familia planifica para el verano. Teniendo todo eso presente, es conveniente establecer unas pautas claras, ordenadas y previsibles para organizar los horarios durante las vacaciones de verano.
Por otra parte, la clave de las vacaciones de los niños en verano no está necesariamente en los horarios, sino en qué actividades se realizan durante el periodo estival. Es razonable pensar que estas actividades tengan un fuerte componente lúdico y, preferiblemente, se realicen en entornos o espacios naturales.
Las actividades culturales que ofrecen ayuntamientos y museos en muchas ciudades son una buena alternativa, aparte de aprovechar cualquier viaje que hagamos en familia para explorar otros paisajes y modelos culturales.
Cuando el horario y trabajo de los padres y madres no lo permite, existen modelos exitosos en la historia de la educación en España como son las llamadas colonias de verano, que tanto ayudaban y siguen ayudando en la educación de los niños y en la conciliación familiar; estas actividades están muy extendidas y son impulsadas por diferentes asociaciones culturales, los propios ayuntamientos o comunidades autónomas.
Seguridad, igualdad e inclusión
En todos los elementos o factores señalados hasta ahora (espacios naturales, orientación lúdica, la familia y las oportunidades culturales) hay una variable significativa que marcará el criterio a la hora de organizar el tiempo libre de los niños: garantizar una interacción entre ellos y con otros adultos segura, igualitaria, constructiva e inclusiva.
Las interacciones positivas y seguras generan aprendizajes valiosos y muy relacionados con las necesidades personales y sociales de los niños. Por otra parte, esa interacción dialógica se convierte en garantía de construcción de entornos seguros, libres de violencia y abiertos a nuevas personas, a culturas diferentes.
Incluso en el caso de proponer actividades con pantallas, ese tipo de interacción debería ser la condición sine qua non para el uso de las mismas. Puede haber pantallas que facilitan la comunicación y el aprendizaje y pantallas que acaban siendo muros (Dark Web) cuando los padres o adultos responsables no acompañan a los niños en estos viajes.
En general, es cierto que el uso de las pantallas necesita más evidencias científicas y, en todo caso, se remite al consejo de los especialistas, por ejemplo los pediatras.
Autonomía y seguridad
Otra cuestión relevante a la hora de planificar las vacaciones de los niños es la autonomía: ¿cuándo se les puede dejar solos en el parque, la piscina, la playa o en la fiesta del pueblo? Además de algunas situaciones de riesgo que se han conocido cuando los niños se han quedado solos, el sentido común y la investigación aconsejan que los niños y adolescentes puedan tomar sus propias decisiones, pero siempre con la ayuda y en diálogo con los adultos.
En este sentido no olvidemos que también en esos escenarios la clave debe ser la interacción con otros niños y también con personas adultas y la garantía de entornos seguros. Podemos aplicar aquí lo mismo que hemos comentado con respecto a las pantallas: ¿dejaríamos a nuestros hijos en un lugar donde alguien les pudiera hacer daño?, ¿dejaríamos a nuestros hijos visitar lugares web que les pondrían en peligro?
Para terminar, me gustaría dar una pauta resumen para las vacaciones de los niños y sus familias: las buenas amistades y una relación cordial en la familia son la mejor garantía para unas vacaciones inolvidables y maravillosas.
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