Artículo publicado en la revista País Vasco de El Economista (19/10/2023)
El pasado mes de mayo, un antiguo emprendedor de Deustokabi que se trasladó a Alemania y fundó junto a otros socios- un empresa de pagos internacionales, volvió a la Universidad de Deusto a buscar a alguna persona que pudiera ayudarles a diseñar una nueva pasarela de pago, porque la que usaban daba fallos. “Se paga bien”, nos dijo; “allí, si queremos contratar a cualquier Ingeniero o Ingeniera, empezamos a hablar a partir de 80.000 euros”, añadió. Y, “seguro que puede teletrabajar desde Bilbao”.
Por otro lado, continuó, “si sabes de alguna persona que quiera hacer prácticas en este área, la bolsa es de 3.000 euros al mes”. Le puse en contacto con la persona que gestionaba las prácticas, y, con la vorágine del final de curso, pensé: “una anécdota más en mi vida” y me quedé con el aprendizaje de que hay que tener cuidado con las pasarelas de pago.
En junio, coincidí con la madre de unos antiguos compañeros de Ikastola de mis hijas. Su hijo menor estaba haciendo una estancia Pre-Doctoral en un Centro Sanitario Privado y cobraba 1.500 euros. “Después de hacer todos los análisis del mundo durante la pandemia y meter un montón de horas, no le han dado compensación alguna; ahora, acaba de encontrar una plaza en Dinamarca y le ofrecen 3.500 euros, se nos va a ir”, me dijo.
Esta vez pensé: “Creía que las estancias Pre-Doctoral que financiábamos desde Educación del Gobierno Vasco eran mejores”; “¡qué desastre!”, tengo que preguntar si es así.
En julio, una de las personas participantes en el EMBA (máster en dirección y administración de empresas para ejecutivos) me dijo que estaban desesperadas por encontrar a alguien que supiera hacer programación embebida en las máquinas que diseñaban. No encontraban a nadie.
“Se nos ha acercado una joven recién graduada y nos ha dicho que en un país nórdico le ofrecían más de 100.000 euros y teletrabajar desde el País Vasco, solo hace falta que se traslade una semana al mes allí”. “No podemos pagar esos sueldos; ya hemos empezado a pagar a los jóvenes más que a algunos seniors
y eso nos está desequilibrando la estructura salarial, pero más de 100.000 euros… ¡es impensable!”.
Sacar conclusiones con tres casos sería osado desde el punto de vista científico, aunque hay un par de cuestiones que me rondan la cabeza: nuestras universidades no serán tan malas, por un lado, y, por otro, que tenemos un problema con la tan cacareada productividad: ¿cómo es posible que las empresas allende de nuestras fronteras consigan que las personas sean más productivas que las de por acá? ¿será que cada vez la productividad depende de palancas como la gestión y la innovación?
Pero desde el verano (quizás yo haya sido más receptivo), pueden consultar la hemeroteca, casi todos los diarios se están haciendo eco de las ofertas de EURES (hasta LANBIDE y el SEPE colabora con la red europea).
Y, ya sabíamos que el profesorado se iba a universidades europeas a trabajar o a investigar (hice bien poniendo Ikerbasque en marcha), pero ahora hay casos de personas que teletrabajan desde Bilbao para Universidades europeas (a salarios europeos).
Volviendo a las personas jóvenes: queremos que se decanten por profesiones STEM, hacemos campañas de comunicación, talleres,…pero fallamos en lo básico.
Hay tres condiciones que hacen un puesto de trabajo atractivo: Sueldo competitivo (por lo menos para independizarse), carrera profesional y formación, y respeto al horario.
Cuando se “critica que la juventud quiere ser funcionaria” (en Euskadi hay algún estudio que no corrobora esta creencia tan arraigada), haríamos bien en darnos cuenta de el Sector Público les resulta atractivo porque se dan estas tres condiciones (dejemos el problema de la interinidad para otra columna).
Sin embargo, no es el sector público el competidor de las empresas privadas. Son las instituciones empleadoras extranjeras. Supongo que algunas personas piensan que se podrá atraer el talento de países en vías de desarrollo, que se conformará con sueldos más moderados, con horarios “holgados”, y que vendrá formado de casa. Si es talento, competiremos con quienes mejor satisfagan las tres condiciones anteriores. Craso error, si vamos a competir con las mejores empresas del mundo tendremos que retener y atraer ese talento con mejores condiciones que ellas (o se irán con ellas).
Pensábamos que el talento era como las mercancías, su globalización era material y los sueldos que se pagaban los poníamos en relación al coste de la vida en cada lugar del mundo. Pero no, el talento es como la información, su globalización empieza a ser virtual, o por lo menos híbrida.
Por último, me comentan que la financiación de las universidades alemanas va a depender del alumnado extranjero que consigan atraer. Lo cual significa que les van a poner una alfombra roja bastante más grande que la de nuestro Festival Internacional de Cine de Donostia.
Las buenas intenciones, las palabras… son muy importantes. Los hechos tanto o más que ellas.
PD: A la entrega de esta columna se publican en sendos diarios varios “análisis”
sobre el primer sueldo y el sueldo a cuatro años de las profesiones STEM, respectivamente. Creo que la reflexión que propongo es más acuciante cada día.
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