Revisado por Alazne Mujika Alberdi y Macarena Cuenca.
Artículo publicado en The Conversation (22/10/2023)
La creciente popularidad de los videojuegos ha captado la atención de millones de personas alrededor del mundo. Cada vez más, este formato se ha convertido en un fenómeno social y cultural que trasciende las barreras de la edad, la geografía y la cultura.
Pero ¿qué es lo que realmente nos engancha a los videojuegos y nos mantiene ahí durante horas, días e incluso años? ¿Cómo han evolucionado para generar este nivel de compromiso?
Cómo nos implicamos con el juego
Desde sus humildes comienzos en los años 70 y 80, los videojuegos han pasado de ser simples entretenimientos a complejas experiencias inmersivas. Los avances en la tecnología gráfica, la mecánica del juego y la narrativa han permitido la creación de mundos virtuales que son cada vez más atractivos e interactivos. Esta evolución ha sido fundamental para aumentar el engagement de los jugadores.
Cuando hablamos de engagement en este caso, nos referimos a la profundidad y duración de la interacción de un jugador con un videojuego. Es un fenómeno complejo que incluye diversos aspectos, como la frecuencia con la que un jugador juega, cuánto tiempo pasa jugando, cuán inmerso se siente en el juego y cuánto disfruta de su experiencia.
En los videojuegos, es un objetivo clave para los desarrolladores. Un juego con un alto grado de engagement es más probable que tenga éxito, ya que los jugadores estarán más dispuestos a pasar tiempo e invertir dinero en él. Estos juegos suelen tener historias atractivas, desafíos bien diseñados, sistemas de progresión y recompensas, gráficos impresionantes, música envolvente y personajes bien desarrollados.
Pero el engagement no solo es importante para los desarrolladores de videojuegos. Lo es también para los investigadores, que lo estudian para entender cómo los juegos pueden ser usados en contextos educativos, terapéuticos, o en la formación profesional, entre otros.
Superar desafíos y explorar nuevas identidades, engancha
A nivel psicológico, los videojuegos ofrecen una serie de incentivos que nos mantienen enganchados. La satisfacción de superar desafíos, la sensación de progreso y logro, la posibilidad de explorar nuevas identidades y roles, y la gratificación instantánea de ser recompensados por nuestros esfuerzos… todos estos factores contribuyen a aumentar nuestro interés y compromiso.
Además de los factores individuales, la existencia de una comunidad afín es crucial en el engagement. Ya sea a través de la competencia, la cooperación o simplemente la socialización, los videojuegos proporcionan un espacio para la interacción social que puede ser tanto o más atractivo que el propio juego.
La narrativa y el mundo virtual también resultan fundamentales. Los videojuegos nos permiten sumergirnos en historias y mundos emocionantes, misteriosos, aterradores o, simplemente, diferentes a nuestra realidad cotidiana.
Ejemplo de este aspecto es el magistral The Witcher 3: Wild Hunt. Su diseño, basado en la saga literaria de Andrzej Sapkowski, sumerge al jugador en un mundo fantástico y meticulosamente detallado, repleto de personajes complejos y misiones imbuidas de una rica historia.
También es justo mencionar los paseos al atardecer en el Lejano Oeste de Red Dead Redemption 2, donde los jugadores asumen el papel de un forajido. La narrativa de este juego es profunda y con un marcado carácter histórico. Presenta además una vasta galería de personajes con los que se puede interactuar, en un mundo expansivo, impresionante y lleno de vida.
Por otro lado, la saga Mass Effect emerge como una joya de la ciencia ficción. Permite a los usuarios explorar la galaxia e interactuar con múltiples especies alienígenas, siendo especialmente reconocido por su narrativa ramificada en la que cada decisión del jugador afecta al desarrollo de la historia.
Así, la capacidad de los videojuegos para sacar partido de nuestra imaginación y mantenernos enganchados en sus mundos es un factor de afinidad poderoso.
Igualmente, el desafío y la dificultad juegan un papel importante. Los videojuegos que ofrecen el equilibrio adecuado entre retos y accesibilidad pueden mantener a los jugadores enganchados durante más tiempo, ya que buscan superar obstáculos, mejorar sus habilidades y alcanzar nuevos niveles de logro.
Finalmente, la edad puede influir en el engagement. Los videojuegos pueden proporcionar a los más jóvenes un sentido de autonomía, competencia y pertenencia social, mientras que los adultos pueden valorar más la narrativa, la estrategia y la relajación.
Más allá del ocio
Esta vinculación con los videojuegos no es solo relevante desde una perspectiva de entretenimiento.
Además, tiene implicaciones para la salud mental y física, la educación y el aprendizaje y la innovación y evolución del medio. Los videojuegos pueden ofrecer beneficios para la salud, como la mejora de la coordinación ojo-mano, el alivio del estrés y la mejora de la función cognitiva. Sin embargo, también pueden implicar riesgos, al favorecer el sedentarismo o la adicción.
En el ámbito educativo, los videojuegos se están utilizando cada vez más como herramientas de aprendizaje, aprovechando su capacidad para comprometer y motivar a los estudiantes. Y en términos de innovación, el análisis del engagement puede ayudar a identificar nuevas direcciones para el desarrollo y evolución de este medio.
La industria de los videojuegos ha crecido y evolucionado enormemente en las últimas décadas. Su capacidad para comprometer y enganchar a los jugadores ha sido un factor clave en este crecimiento. Sin embargo, hay todavía mucho por explorar y aprender sobre qué hace que los usuarios se sean fieles a este formato.
El futuro de la industria de los videojuegos dependerá en gran medida de su capacidad para seguir atrayendo a los jugadores. Esto requerirá una comprensión más profunda de los factores de engagement, una mayor atención a las necesidades y deseos de los jugadores de diferentes edades y antecedentes, y una constante innovación y adaptación a las nuevas tecnologías y tendencias.
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