Artículo publicado en El Correo – edición impresa (08/01/2024)
En la última década, la sociedad vasca ha conseguido alcanzar los estándares que construyen los pilares básicos de la convivencia democrática. En 2013, la mayoría de la sociedad vasca no se sentía libre para expresar sus opiniones políticas en cualquier contexto y un 80% no justificaba en ningún caso el
uso de la violencia para alcanzar fines políticos. En 2024, se ha hecho mayoritaria y transversal la libertad de expresar cualquier idea política en el espacio público y ha aumentado al 90% el rechazo radical a cualquier forma de violencia como medio de expresión política. Según el último Deustobarómetro de Invierno, este reforzamiento de la cultura democrática que visibiliza una Euskadi sin mochilas traumáticas asimilable a cualquier democracia de nuestro entorno se completa con la desaparición de la política como problema dentro de las principales preocupaciones de la ciudadanía vasca. La preocupación por la mala calidad de la clase política y la corrupción se ha reducido a la mitad en la última década en Euskadi. En el mismo periodo de tiempo han pasado del 28 al 41% los que consideran la situación política como buena o muy buena. A día de hoy tan solo un 10% de la ciudadanía vasca califica como mala o muy mala la situación
política.
Si la percepción del contexto político ha evolucionado de forma positiva y no transmite señales de crisis, la percepción de la situación económica refleja la misma tónica en el año en el que se van a desarrollar
las elecciones vascas. Hace una década tan solo un 13% consideraba la situación económica como buena o muy buena. Ahora son un 41% los que muestran su satisfacción por la marcha de la economía en Euskadi. Solo un 7% valora negativamente la situación de la economía vasca. El paro ha pasado de ser mencionado como preocupación por un 63% de la ciudadanía a un 11% en solo una década y a desaparecer del ranking de los principales problemas de la sociedad vasca. La ciudadanía siente y padece la pérdida de poder adquisitivo al mismo tiempo que reconoce que en Euskadi se sigue viviendo muy bien a pesar de todo.
Estos datos de percepción ciudadana describen un clima político y económico poco propicio para capitalizar un descontento popular masivo que suele caracterizar los cambios de gobiernos por razones políticas o económicas. Estos datos explican por qué la mayoría de la ciudadanía vasca no siente la necesidad de expresar su deseo de un cambio de gobierno. No hay un ambiente emocional de cambio, no hay deseo, no hay indignación, rabia o miedo. Los cambios, si se producen, no serán por vuelcos en la opinión pública sino por cambios de las alianzas políticas para formar las mayorías. Y las posibles nuevas alianzas no son sueños mayoritarios en la sociedad vasca ni están asociadas a un deseo popular que represente en estos momentos a la opinión pública. La desconexión de la ciudadanía con el debate de la fecha de las elecciones vascas es otro síntoma de la falta de apetito electoral.
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