El último informe del Banco de España destaca el buen comportamiento de la economía pero recuerda nuestros problemas en lo referido a la productividad y el paro estructural
Artículo publicado en El Correo (18/03/2024)
A los informes de superficie, puntuales o de coyuntura de una economía cabe aplicarles la moraleja de la fábula de Christian Andersen, ‘El Rey desnudo’: no tiene porque ser verdad lo que las apariencias muestran como verdad. Aunque también entren en el programa.
Toca mostrar hoy un flash de la coyuntura económica española, en la estela de la publicación el martes pasado del ‘Informe trimestral de la economía española: marzo de 2024’, del Banco de España, documento muy aplaudido, tanto por las primicias informativas, como por la fiabilidad de la fuente.
Empezaremos con los menores tipos de interés cuya inflexión se estima en mitad de año, que deberían estimular nuestra inversión, uno de los componentes de nuestra demanda más necesitados y que según otro escrito del Banco de España revela estar afectada por la volatilidad de la política económica y por las dificultades para encontrar mano de obra. Sobra decir que la inversión de hoy es la capacidad productiva del mañana, para subrayar su importancia.
Siguiendo con la demanda agregada, el consumo privado -que presenta en el primer trimestre del año un dinamismo notable, similar al del trimestre anterior- y las exportaciones de servicios, con un turismo en modo explosivo, muestran un buen comportamiento, de tal manera que, en 2024, el crecimiento del PIB en España podría alcanzar el 1,9 % frente al 1,5 % contemplado en escenarios previos. A ello colabora una política presupuestaria más laxa, a lo que se agrega la paulatina asignación de los fondos del rescate europeo, plagada de interrogantes hasta la fecha.
El incremento salarial pactado para 2024 se sitúa en el 2,8%, en línea con el ‘Acuerdo para el Empleo 2023-2025’, aunque los costes laborales presentan ritmos de avance más elevados, y los márgenes empresariales recuperan niveles cercanos a los observados antes de la pandemia, aunque muy diferenciados según sectores.
Dos reflexiones ensombrecen el contenido de la coyuntura a marzo 2024. Por un lado, el escaso avance de nuestra productividad que continúa poniendo el peso de nuestro crecimiento en la mera cantidad de nuevos recursos utilizados -en particular la inmigración de mano de obra poco cualificada, pero muy necesaria para atender las demandas de sectores de escaso valor añadido como el turismo y la construcción-, así como en el incremento de la deuda, que aunque contenida en su porcentaje
sobre el PIB, representa para el ejercicio 2024 una carga financiera de alrededor de los 35.000 millones de euros. De hecho, el Banco central se distancia del déficit fiscal del 3% previsto por el Gobierno para situarlo en el 3,5% (3,8% en 2023).
La segunda sombra alcanza a la pauta de nuestro invariable paro estructural, incapaz según el Banco de España de cruzar a la baja el umbral del 11% en los tres próximos años y muy a pesar de que las altas en la seguridad social hayan descrito una trayectoria brillante en los últimos 18 meses, alcanzando los 20,7 millones de afiliados medios por primera vez en su historia. El crecimiento de la población activa, que constituye el denominador del ratio, juega un papel limitativo en el mismo: el 11,6% con 2,7 millones de desempleados a febrero. El dinamismo decreciente que se augura a la creación de empleo se fundamenta en buena medida en el efecto del llamado ‘atesoramiento del empleo’, abiertamente criticado por el Banco de España, que consiste en el reciente acaparamiento de trabajadores realizado por las empresas en el mercado de trabajo de cara a una posible recuperación económica, con la consecuencia de una pérdida de productividad derivada del mantenimiento inactivo de recursos humanos. Con el referido colchón, el Banco de España estima que el paro apenas disminuirá un 0,5% en los tres próximos años.
La reciente publicación de los datos del IPC es positiva pero agridulce. El índice se ralentiza, pero no decrece, sino que crece menos y no es pensable que regrese a los datos base anteriores a 2020. El Banco de España cifra la inflación para 2024 en un 2,7% y de un 2,2% para la subyacente.
Navegamos, pero en la regata global persisten los obstáculos crónicos de nuestra economía, en los que no es momento de insistir aquí. La foto estática reflejaría una coyuntura aceptable.
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