Artículo publicado en El Diario Vasco (19/03/2024)
Muchas personas recuerdan con cierta nostalgia la importancia que el sector financiero tuvo en Euskadi y el papel fundamental que jugó en la creación de su tejido económico. Hoy en día la actividad financiera continúa siendo un factor clave para la competitividad y el bienestar. Su peso se sitúa en torno al 4,5% del Valor Añadido Bruto (VAB), aunque su importancia en Euskadi en términos de empleo se ha reducido y supone un 1,5% –a principios del siglo XXI alcanzaba el 2,4%–.
La tendencia de declive ha sido causada por el proceso de concentración del empleo y de las capacidades del sector en ciertos mercados financieros globales –como Londres o Fráncfort– y estatales–por ejemplo, Madrid–. El resultado es que Euskadi está subespecializada en actividades financieras en comparación con otras regiones europeas donde se sitúan las empresas que compiten con las nuestras. La tendencia ha sido general y la situación de Euskadi se repite en otros muchos territorios; es el resultado de procesos relacionados con la globalización, la regulación, la financierización de la economía, o más recientemente la digitalización.
Se puede argumentar que el dinero es fungible y que realmente no importa de dónde venga, siempre y cuando nuestro tejido económico tenga acceso a él. En nuestra opinión esta afirmación es errónea, y sí es importante contar con un ecosistema financiero local desarrollado. En primer lugar, porque su presencia permite el crecimiento y el arraigo de las empresas. En segundo lugar, porque aquellos territorios con un ecosistema propio y desarrollado afrontan mejor los episodios de ‘shock’ o crisis, como la reciente pandemia.
Y si es importante, ¿por qué no se ha podido desarrollar más nuestro ecosistema financiero? La realidad es que un territorio tiene grandes dificultades para cambiar las tendencias globales, aunque sí debe aspirar a reforzarse y aprovechar las oportunidades que se generen. En Euskadi ha habido diversas iniciativas que han buscado la dinamización del ecosistema en las últimas décadas. Por parte del sector privado hemos visto la creación de múltiples vehículos adaptados a la realidad regulatoria y económica actual. Un ejemplo de ello son las fundaciones bancarias que permiten mantener el arraigo, Kutxabank, o la proliferación de fondos de capital riesgo locales –actualmente 19 gestoras de capital que gestionan 103 instrumentos de inversión–. El sector público también ha impulsado en las últimas décadas iniciativas como Bilbao Plaza Financiera, Elkargi, Luzaro, fondos para el refuerzo de las empresa como Capital Riesgo Euskadi, Finkatuz y Seed Capital, o herramientas públicas como el Instituto Vasco de Finanzas.
Recientemente se ha conocido el nacimiento de BasqueFIK, el clúster financiero e inversor de Euskadi. Su creación es un nuevo paso para el refuerzo del ecosistema en Euskadi, con un doble objetivo: fortalecer la competitividad, presencia y diversidad de las empresas financieras e inversoras y responder mejor a las necesidades del tejido empresarial de Euskadi. Es un proyecto con participación privada y pública, que busca afrontar retos comunes en colaboración. Nace de un amplio consenso, gracias a la participación de casi 100 empresas y otras organizaciones, y ha contado con el acompañamiento del Gobierno Vasco y Orkestra, el Instituto Vasco de Competitividad. Además, profundiza en la exitosa política de clústeres de Euskadi, que hoy apoya a 16 organizaciones en sectores clave de la economía, siendo referente a nivel internacional.
BasqueFIK se presentó públicamente el día 15, aproximadamente un año después del comienzo del proceso que ha derivado en su creación. Son muchos los aprendizajes que se pueden extraer del camino que nos ha conducido hasta aquí. Estas enseñanzas van desde lo concreto, como determinar retos comunes –mejorar la cultura financiera, desarrollar talento, identificar las necesidades del tejido económico o impulsar proyectos estratégicos– y priorizarlos, hasta lo menos tangible, relacionado con el propio proceso innovador de construcción de la iniciativa, que implica la colaboración entre múltiples actores, tanto privados como públicos. El futuro de BasqueFIK es un libro en blanco, aún por escribir, pero su creación es un paso adelante en la construcción de un ecosistema financiero avanzado, con vínculos locales, que permitirá atender las necesidades del tejido económico de Euskadi, y en última instancia, impulsará nuestro desarrollo económico y bienestar.
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