Artículo publicado en El País (13/04/2024)
Es curioso observar cómo estos días de campaña electoral para las elecciones al Parlamento vasco que alumbrarán la XIII Legislatura la prensa nacional se muestra asombrada por un fenómeno que, los que vivimos aquí, no nos extraña lo más mínimo: el sorpasso de Bildu al PNV. La mayoría de las encuestas otorgan un empate con una tendencia al alza de Bildu. Los que conocen la política vasca, saben que Bildu es ya hegemónico en Guipúzcoa, el PNV se mantiene primero en Vizcaya y la lucha está en Álava, otrora feudo del PP. En todo caso, el fenómeno por el cual Bildu acabará siendo el partido mayoritario en Euskadi ahora o en las siguientes elecciones y que tanta extrañeza y estupor causa más allá de Altube (frontera real con la meseta que suele recibir al viajero con un brusco cambio del tiempo) se debe a una serie de hechos, políticas y actuaciones perfectamente sincronizadas y de las que el máximo responsable es el PNV, para lo que ha contado como colaborador necesario con el propio PSE a cambio de ceder una cuota de poder institucional.
1.- El elemento más llamativo es, sin duda, el proceso de «normalización» o blanqueamiento de Bildu como partido político. El PNV ha «normalizado» su relación con Bildu hace ya mucho tiempo y sus dirigentes, aunque no creo que sus votantes, están cómodos con una alternancia entre partidos nacionalistas. Quizá no inmediatamente como pretende Bildu (su candidato a lehendakari ya ha ofrecido un pacto para que gobierne la lista más votada), pero ya han preparado el terreno para ello a partir del año 2027, fecha de las siguientes elecciones municipales y forales y momento tradicional de cambios de ciclos políticos. Es habitual que existan iniciativas en el Parlamento Vasco y en el resto de instituciones de Euskadi que llevan la firma del cuatripartito PNV-PSE-Bildu-Podemos que es, además, presentado ante la sociedad como algo positivo y un avance en el proceso de reconciliación entre vascos. La «normalización» de Bildu como partido político en Euskadi y en el Congreso ha llegado hasta tal punto que han liderado un cordón sanitario que todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, salvo PP y Ciudadanos, han hecho en torno a Vox, cuyas iniciativas no salen a discutir, censurar o valorar en tribuna y simplemente votan en contra, alimentando, por cierto, el discurso victimista de esta formación que suele hacer de su crítica a las posiciones en sus palabras «poco contundentes» del PP su principal argumento político. Lo curioso es que casi toda la prensa local y las plumas más reconocidas del lugar han alabado este cordón sanitario o simplemente han ignorado su existencia.
2.- El modelo educativo es también muy responsable del auge de esta fuerza política, heredera de HB y que cuenta con dirigentes que hoy se sientan en las instituciones después de haber estado en prisión por colaboración con banda armada. El único objetivo real que para el PNV (con la complicidad del PSE) tiene la educación es la euskaldunización o, como lo llaman ahora, el «derecho a vivir en euskera», «exclusivamente en euskera» habría que añadir. Esta política, que pasa por dedicar ingentes cantidades de recursos a la euskaldunización, ignorando los nefastos resultados que los informes Pisa arrojan sobre la educación en Euskadi es compartida al cien por cien con Bildu. No se observa ninguna diferencia entre ambos y el PSE ha tenido que hacer auténticos encajes de bolillo para justificar su apoyo a la nueva ley de educación que da otra vuelta de tuerca a este proceso, mientras que Bildu, en un ardid de última hora, se descolgó de esta norma después de haberla condicionado durante toda la legislatura y haber impuesto casi todas sus tesis al Gobierno PNV-PSE que la acabó sacando adelante en solitario con interpretaciones divergentes sobre lo que significaba la ley por parte de los dos socios.
3.- Bildu ha sabido, en tercer lugar, trasladar la experiencia reciente como partido antisistema (antes eran otra cosa) al ámbito institucional. De esta manera, es habitual recibir en el parlamento vasco a un sinnúmero de asociaciones, grupos ciudadanos, plataformas, etc., que en realidad son dirigentes o simpatizantes de Bildu con otros nombres, en los que realizan reclamaciones y críticas «ciudadanas» que casualmente encajan perfectamente con el programa político de este partido. De esta manera, se aprovechan de la reticencia de actores políticos y de la propia prensa especializada, de criticar movimientos ciudadanos para erigirse en portavoces de la ciudadanía olvidada por el sistema y que encuentran en esta nueva formación a sus representantes ideales. La confluencia en propuestas, estrategias y proyecto con los sindicatos mayoritarios en Euskadi es más que evidente. Tanto es así que, a través de esta vía, y ayudados por la incapacidad del Gobierno Vasco para desarrollar una adecuada política de personal en el sector público (Euskadi cuenta con el récord de interinidad en la Administración), Bildu ha llegado a sorpassar al PNV en instituciones de referencia como la ETB.
4.- El cuarto elemento, hábilmente aprovechado por los de Otegi, lo ha constituido el protagonismo creciente en la política nacional debido a las necesidades parlamentarias de Pedro Sánchez. De esta manera, los votos de Bildu en el Congreso cotizan a un precio más alto que los del PNV, que está muy limitado por su política de tierra quemada con el PP y por sus pactos con el PSE en Euskadi. El nuevo argumentario socialista para justificar su estancia en el poder a toda costa ha servido, además, para ungir a Bildu como los máximos defensores de los valores democráticos: al grito de «hay que salvar la democracia de la derecha extrema del PP», Bildu ha liderado el cordón sanitario a Vox en el Parlamento Vasco.
5.- Finalmente, el partido que se sigue negando a condenar el terrorismo de ETA, cuyos precursores incluyeron sistemáticamente a personas condenadas por terrorismo en sus listas y que organiza «ongi etorris» a los presos de ETA ha abrazado las nuevas causas de la izquierda que resultan particularmente atractivas para las nuevas generaciones de votantes. El medio ambiente, el feminismo o la sanidad pública, áreas de tradicional expropiación ideológica por parte de la izquierda en España, son ahora la carta de presentación programática del partido de Arnaldo Otegi. A esta expropiación (que no apropiación, porque implica que el resto ya no puede asumir su defensa, mucho menos el centro derecha) ha contribuido en gran medida el control de un amplio número de asociaciones, que, como se ha indicado, son las que las innumerables manifestaciones que se desarrollan todos los días en las principales arterias de las capitales vascas. El PNV ha contribuido mucho a esta situación a través de un juego políticamente perverso: condescendencia con estas protestas de cara a la galería abertzale, mientras muestra a los espectadores, particularmente los del centro derecha, lo que podría ser Euskadi si el partido de Sabino Arana no gobierna. Mientras pensaban que creaban un némesis ficticio, repulsivo para la mayoría de los vascos de bien, y que podrían tener controlado a través de su amplio poder institucional, Bildu se ha «comido» al electorado propio de Podemos/IU/Sumar, que era el impulso final que necesitaban para operar el deseado sorpasso al PNV.
No hay que engañarse. PNV y Bildu comparten el modelo educativo, el modelo social y, ya también, el modelo económico, que merece una pieza aparte. El PSE, que tiene pactada la colaboración institucional hasta el 2027 se siente cómodo con cualquiera de los dos. Todavía le cuesta admitirlo en campaña, pero no tardará en hacerlo, siempre y cuando se le garantice la correspondiente cuota de poder. Sus votantes naturales se irán sumando a las dos opciones nacionalistas, pero para entonces sus actuales dirigentes estarán ya jubilados. El PNV lleva años trabajando para que Bildu sea su alternativa política. Ambos se sienten cómodos con esta posibilidad porque facilita su discurso y busca utilizar el voto no nacionalista para construir una Euskadi sólo nacionalista.
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