Entrevista publicada en El Diario Vasco (26/04/2024) | Patricia Rodríguez.
Es el deporte que más niños y niñas aglutina a su alrededor, con más de 20.000 licencias federadas en Euskadi, y también el que suma mayor número de lesiones. El fútbol está catalogado como un deporte con alto grado de lesión y «cada vez la actividad es más intensa y a edades más tempranas y los chavales que sufren una lesión son muy propensos a volver a lesionarse», apunta Iñigo Caballero, profesor del grado de Fisioterapia en la Universidad de Deusto y exfisioterapeuta de la Real Sociedad y SD Eibar, que ofrece hoy la charla ‘Stop lesiones tempranas en el fútbol’.
– No es raro encontrarse un fin de semana en Urgencias con un buen puñado de chavales que cojean del pie o se quejan de dolor en la rodilla tras haber jugado un partido de fútbol. ¿Cómo de exigente es este deporte?
– Es un deporte que suma trabajos de velocidad máxima, son 90 minutos corriendo, donde también se producen caídas y las lesiones articulares tienen mucho que ver con choques. Además, las intensidades con las que se juegan cada vez son mayores. Ya desde pequeños son capaces de correr más rápido, más metros, a más velocidades… Es un deporte que aúna muchos de los aspectos que pueden ser motivo de lesiones y es muy importante tomar medidas. El deporte es bueno siempre que se haga de forma segura y controlada, y lo que nuestro cuerpo sea capaz de controlar.
– ¿Cuáles son las lesiones más comunes de los niños que juegan a fútbol?
– Sobre todo son las que tienen que ver con columna, pelvis y rodilla. La espondilolisis, a nivel de la columna lumbar; a nivel de la pelvis también suele haber bastantes lesiones y la lesión de rodilla Osgood-Schlatter que tiene que ver con el crecimiento. Las de ligamento cruzado anterior son las que más preocupan.
– ¿Por qué se producen?
– Generalmente por malos apoyos derivados, por ejemplo, de un choque o de estímulos externos. Están los compañeros, el árbitro, el balón, los padres en la grada… y tienen mucho que ver.
– ¿Se pueden prevenir?
– Prevenir como tal no, hablaría más de minimizar riesgos, eso sí que está en nuestras manos.
– ¿Qué podemos hacer entonces?
– Primero, conocer qué lesiones pueden darse en esas etapas madurativas para que todos, ya sea desde el entorno familiar del niño al entrenador, se conciencien de lo que puede pasar, hace falta una educación. Hay lesiones específicas que se dan solo en los niños y hace falta entenderlas para saber qué acciones tomar. Se necesita estudiar a los niños. Están en edad de crecer y eso conlleva unos riesgos de lesión. Y si el niño nos dice de camino a casa que le duele la rodilla, en vez de determinar que son crecederas que entendamos qué puede pasarle. Otra de las cuestiones que hay que tener en cuenta es la individualidad, es decir, cada niño tiene su propio proceso madurativo y hay que tener en cuenta el desarrollo de esas capacidades físicas para tomar las estrategias más adecuadas. Quizá no todos puedan participar en las mismas prácticas deportivas. Hay niños que ya han dado el estirón y otros que ni han empezado y no podemos tomar a todos por igual, aunque en deportes colectivos es complicado.
– ¿Mejorar la fuerza muscular reduce el riesgo de acabar lesionado?
-Sí. Muchas veces nos centramos mucho en que jueguen a fútbol y acumulen muchas horas pero no tanto en las actividades de desarrollo motor o motriz. De hecho, el 80% de los niños entre 5 y 17 años no cumplen los mínimos necesarios de actividad física. Haría falta un extra de entrenamiento de fuerza.
– ¿Eso no perjudica el crecimiento?
– Se ha demostrado que no tiene efectos negativos, obviamente siempre que sean supervisados y adaptados en función de su etapa madurativa, porque estamos hablando de etapas sensibles del desarrollo. En canteras más profesionales sí que se van instaurando esos entrenamientos de fuerza y progresivos, pero en el fútbol base general no se lleva a cabo tanto. Y no hablamos solo de mover kilos, sino de pasar por ejemplo de anilla a anilla…
– ¿A qué edades se recomienda empezar con este tipo de entrenamientos?
– Entre los 5 y 7 años puede ser una edad recomendada para que empiecen con esos patrones de movimiento. De hecho, la OMS recomienda como mínimo una hora al día de ejercicio aeróbico, ya sea correr o jugar en el parque, y 3 días a la semana ejercicios enfocados a reforzar el sistema musculoesquelético. De esta forma, cuando tengamos que hacer algo de una intensidad elevada, nos va a permitir hacerlo siempre dentro de una seguridad. También se ha visto que las personas que se lesionan son muy propensas a volver a lesionarse.
– ¿Qué ocurre cuando dejamos que el golpe se cure en casa?
– A veces dejamos pasar pequeñas molestias y el hecho de haber sufrido una lesión nos pone un poco en la boca del lobo. El mayor factor de riesgo para tener lesiones en el futuro es sufrir una lesión previa. A la larga pasa factura. A nivel biológico, el tejido lesionado no vuelve a ser el mismo que era antes ni con las mismas capacidades funcionales. Se va a recuperar pero ya va a estar más predispuesto y más cerca de ese umbral lesivo.
– ¿Cuándo debemos acudir al médico?
– Lo ideal es que antes de que ocurran lesiones esté muy incorporada la figura del médico fisioterapeuta dentro de los equipos para que nos adelantemos a la lesión. Seguramente no sea viable que en todos los equipos haya un fisio, pero desde las federaciones se podría dar una formación previa. Dicho esto, necesitamos un diagnóstico médico acompañado de un diagnóstico en el fisioterapeuta, y a partir de ahí que sea este profesional el que, acorde con lo que el médico haya diagnosticado, tome el tratamiento o medidas más adecuadas
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