Artículo publicado en La Rioja (10/06/2024)
Tener disponible el coche eléctrico, que aporta progreso, no garantiza el éxito inmediato, en especial si la variable a incorporar es el comportamiento humano
Cuando en 2007 Apple anunció el lanzamiento al mercado de su primer iPhone, el entonces CEO de Microsoft, Steve Ballmer -hoy máximo accionista de la compañía-, se reía públicamente del nuevo artilugio diciendo: «Es el teléfono más caro del mundo y no tiene ni teclado, casi no sirve ni para mandar un email». Hoy, uno de cada cuatro teléfonos vendidos en este planeta es un iPhone.
Existen patinazos mucho más recientes; por ejemplo, el de los grandes tecnólogos del sector del coche eléctrico que vaticinaban hace una década que, en diez años, todos los coches serían eléctricos. Nada más lejos de la realidad. Los tecnólogos apocalípticos vuelven a fallar. Pero ¿cómo personas tan inteligentes pueden equivocarse de manera tan relevante? Creo que la clave está en no incluir una variable crítica: el comportamiento humano. Tener disponible una tecnología que aporta progreso -como los coches eléctricos- no augura su éxito inmediato. El papel lo aguanta todo, pero la realidad es mucho más compleja que eso. Especialmente si la variable a incorporar es la de las expectativas del comportamiento humano. La variedad de pensamiento e incoherencia de comportamiento del ser humano lo hace a veces impredecible.
Por ejemplo, dos de los países con mayor cuota de coches eléctricos, China y Noruega, han dejado de subvencionar su compra. Sin embargo, las ventas de eléctricos en China siguen subiendo, mientras que en Noruega han bajado un poco. Es decir, parece que unas personas cambiaron de mentalidad y otras no tanto. Quizás es porque la verdadera razón es el carácter y la cultura del país. Pero parece que tampoco. Fíjese en Estados Unidos. California tiene una impresionante cuota de vehículoses eléctricos -más que toda Alemania- y, sin embargo, estados como Wyoming están pensando limitar la cuota máxima (sí, ha leído bien).
¿Será entonces la sensibilidad medioambiental de las personas lo que realmente influye? Pues tampoco lo tengo claro. Dos países con mucha sensibilidad ambiental como Suecia y Alemania tienen cuotas de electrificación muy diferentes. Suecia tiene más del doble que Alemania. ¡Ah, ya lo tengo! Al ser tan caros estos vehículos, se compran exclusivamente en países ricos. Pero resulta que el 10% de los rumanos, con un PIB per cápita de 15.000 euros, están adquiriendo coches eléctricos, mientras que solo el 4% de los italianos lo hacen a pesar de tener un PIB per cápita muy superior (35.000 euros).
De los reyes de la automoción, los japoneses, ya ni hablamos. Un país muy desarrollado y con muy alto poder adquisitivo -entre en una tienda de Gucci a ver quién está comprando-, pero solo el 1,7% apuesta por el coche eléctrico de momento. Y esta gente de vehículos y estrategias a largo plazo sabe un rato, pero nada. Ni Toyota ni Hyundai están apostando con fuerza por ello, al igual que Mercedes, que ha echado un poco el freno. No, no introduzca la variable política. Los dirigentes actuales, faltos de valentía, dan al pueblo lo que les pide. Su objetivo es mantenerse en el poder sin hacer demasiado ruido para ser reelegidos.
Con todo esto no quiero cuestionar que el mundo no vaya hacia la electrificación. Pero no debemos despreciar la importancia de predecir el ‘cuándo’. Materia en la que los tecnólogos apocalípticos siempre fallan, ya que se olvidan de considerar el lado humano. Los seres humanos somos tan impredecibles y complejos como para no imaginarnos que en pandemia lo primero que desapareció de los supermercados fue el papel higiénico. Pero, por otro lado, somos más simples y predecibles que un borrego en el campo. ¿Cómo se explica la tardía adopción del coche automático por los conductores españoles y que ahora hayan aumentado los reparos a los manuales? Que alguien me lo explique técnicamente.
Es difícil predecir el comportamiento humano. Pero creo que hay una manera de hacerlo: escuchando a su vecino. Cuando alguien le plantee un tema, dése una oportunidad para entender de verdad el pensamiento de esa persona. No la ningunee. Usted no es más listo que la suma de la población, y menos aún en materia de comportamiento social. Solo escuchando se puede aprender. La realidad y las perspectivas de solución ante un desafío son muy diversas. Escuche, analice y desarrolle su propio juicio crítico a partir de ello. Solo los tontos tienen siempre razón. Porque además, no lo olvide, esos que le están hablando se llaman ‘consumidores’ y son los que, a la postre, van a marcar el futuro del mercado de la automoción, pese a quien pese. ¿Quiere comprarse un coche nuevo para los próximos diez años y no sabe si eléctrico o de combustión? Mejor que a un tecnólogo, pregúnteselo a sus vecinos en la próxima reunión de comunidad. Los tecnólogos predicen el futuro, sus vecinos lo crean.
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