Artículo publicado en El Correo (24/06/2024)
El lehendakari Pradales ha dejado claro con la elección de sus consejeros y consejeras que apuesta más por el cambio que por la continuidad, que prefiere arriesgar que conformarse y que va a buscar refrescar la marca PNV con más gestión que política. Todos los miembros del Gobierno que dependían de su decisión son nuevos menos dos que también se reinventan para esta nueva legislatura. Por un lado, Bingen Zupiria pondrá a prueba su consensuada buena reputación en la difícil dirección del Departamento de Seguridad y por otro, Nerea Melgosa será la responsable de la estrategia intergeneracional con sus nuevas competencias de Juventud y Reto Demográfico. El departamento que más gasta y el que tiene más problemas según la ciudadanía, Osakidetza, lo dirigirá un profesional sanitario. La consejería que controla el gasto la dirigirá un experto que viene de la empresa privada.
El Partido Socialista de Euskadi ha optado por vincular el mandato popular y su tendencia ascendente en la sociedad vasca reflejada en el último ciclo electoral a la generación de un espacio político propio dentro del Gobierno de coalición colocando a políticos experimentados y, sobre todo, dando el mayor espacio a otro político de buena reputación consensuada como el alcalde de Portugalete, Mikel Torres, que será el responsable de la estrategia económica del nuevo Ejecutivo autonómico y que aportará su reconocida capacidad para llegar a acuerdos con diferentes y su experiencia de gestor público.
La apuesta del lehendakari Pradales por delegar en expertos y gestores su futuro político dependerá en buena medida de la química que genere su propio liderazgo para que su equipo, en el que predominan expertos, doctores y gestores, coopere y genere una energía transversal compartida para llevar adelante las políticas complejas que requieren de la colaboración de todas las áreas de gobierno. Y también dependerá de la capacidad de adaptación que tengan los perfiles más ajenos al oficio político.
A pesar de lo difícil que es encontrar ejemplos de buenos profesionales independientes transformados en grandes políticos, la opinión pública y los medios de comunicación no se cansan de amplificar las bondades intrínsecas asociadas a que los políticos hayan sido previamente destacados profesionales en su campo de especialización al mismo tiempo que se ensañan virulentamente con los que no han hecho otra cosa en su vida que estar en política, como si esto fuera poca cosa. Más allá de la capacidad intelectual, la habilidad técnica o el conocimiento científico, el ejercicio de la actividad política requiere de algunos atributos como la capacidad de negociar y forjar nuevas mayorías y alianzas con personas de todo tipo y condición, algo consustancial al oficio político.
La solución a los problemas relacionados con la desconfianza hacia la clase política no es fácil, pero yo sería más cauteloso con los elogios a los expertos independientes y su capacidad para aportar algún valor añadido al ejercicio de la política y más generoso con los políticos profesionales que han querido dedicar toda su vida al servicio público.
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