Artículo publicado en El Correo (26/08/2024)
Joseph Alois Schumpeter, nacido el 8 de febrero de 1883 en Trest, Moravia, una pequeña ciudad de lo que hoy es la República Checa, se ha consolidado como uno de los economistas más influyentes del siglo XX. Su trayectoria académica, su visión innovadora del capitalismo y su profundo análisis del ciclo económico le han convertido en una figura destacada en el elenco de los economistas modernos.
Desde joven, Schumpeter demostró un talento excepcional. Estudió derecho en la Universidad de Praga, donde paradójicamente descubrió su vocación por los problemas económicos. Tras completar su formación comenzó a trabajar como funcionario público, pero su pasión por la teoría económica pronto lo derivó hacia la docencia en dicha materia. En 1907, Schumpeter ocupó una posición en la Corte Internacional de Justicia de El Cairo, donde redactó su obra metodológica ‘La esencia y el contenido principal de la economía teórica’, publicada en 1908. En octubre de ese año presentó su trabajo a la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Viena como tesis de habilitación para obtener el título de profesor en 1909.
En 1911, publicó ‘Teoría del desarrollo económico’, donde surge el concepto crucial de ‘destrucción creativa’. Este término, que se convertiría en sello identitario de su pensamiento, describe el proceso según el cual el espíritu innovador impulsa el progreso económico, desbancando las viejas industrias y creando otras nuevas. En este ciclo de destrucción e innovación reside, según Schumpeter, la esencia creadora del capitalismo.
La vida de Schumpeter estuvo marcada por los vaivenes políticos y económicos de su época. Durante la I Guerra Mundial, sirvió como oficial en el ejército austrohúngaro y tras el conflicto se convirtió en ministro de Finanzas en el efímero gobierno de la República Checoslovaca. Su breve implicación en la política no mermó su pasión por la economía. En 1932 se trasladó a Estados Unidos, donde inició su docencia en la Universidad de Harvard que se extendería, con intervalos, hasta su fallecimiento en 1950. Su aguda perspectiva le condujo a desmontar en todos sus escritos las teorías económicas tradicionales y a sustituirlas por el papel del empresario como motor del progreso económico.
En 1942 publicó su obra más influyente, ‘Capitalismo, socialismo y democracia’, donde se cuestiona la viabilidad del capitalismo. Contrariamente a la visión optimista de que el capitalismo fuese inexpugnable, Schumpeter admite que las mismas fuerzas que lo impulsan podrían llevar a su autodestrucción.
Con el advenimiento de la crisis económica de 1929 y el ascenso de los regímenes totalitarios en Europa, las ideas de Schumpeter adquirieron una relevancia aún mayor. Su crítica del socialismo y su análisis del capitalismo como un sistema dinámico fueron objeto de una profusa difusión y debate. Pese a su enfoque ambiguo sobre la supervivencia del capitalismo, Schumpeter se mantenía firme en la creencia de que el espíritu empresarial (‘Unternehmergeist’) bastaría para su desarrollo y perpetuidad.
Después de la II Guerra Mundial Schumpeter regresó a Harvard como una figura ya consagrada, donde continuó influyendo en sucesivas generaciones de economistas. Su enfoque de la innovación sigue siendo la piedra angular, la antesala de las puertas del análisis económico contemporáneo. La noción de ‘destrucción creativa’ se ha convertido en el eje central de su mensaje reflejándose a lo largo y ancho de la literatura económica contemporánea.
Representante significado de la escuela austriaca, la vida de profesor de Harvard fue, en múltiples sentidos, un reflejo de su pensamiento: repleto de vaivenes, desmentidos, contradicciones y en búsqueda incesante de nuevas ideas. Falleció el 8 de enero de 1950, pero las enseñanzas de Schumpeter continúan siendo relevantes en un mundo donde la innovación y la dinámica del mercado son más críticas que nunca.
En el momento de su muerte, Schumpeter se hallaba trabajando en una monumental obra: ‘Historia del análisis económico’, un descomunal esfuerzo intelectual inconcluso que aspiraba a recopilar la evolución del pensamiento económico desde la antigua Grecia hasta sus días, una contribución no solo a la historia económica sino igualmente a la historia de las ideas.
El austro-estadounidense es, sin duda, una de las figuras más prominentes en la historia del pensamiento económico, cuya influencia se percibe profundamente en la conjunción entre la economía teórica y la innovación positiva y transformadora de la realidad.
Deja una respuesta