La baja productividad, sobre todo en comparación con EE UU, y la falta de excelencia académica son dos de los graves problemas que afronta la UE
Artículo publicado en El Correo (16/09/2024)
La historia económica tiene una deuda impagable con Mario Draghi. Como presidente del Banco Central Europeo (BCE) desde 2011, desempeñó un papel crucial en la crisis del euro en 2012. Su famosa advertencia de que el BCE haría ‘todo lo necesario’ (‘whatever it takes’) para preservar la moneda comunitaria, marcó un punto de inflexión en la confianza del mercado. Al anunciar el programa de compra de bonos, conocido como ‘OMT’ (Outright Monetary Transactions), Draghi proporcionó un respaldo decisivo a los países en crisis, entre ellos España, al asegurar que el BCE intervendría comprando títulos para estabilizar sus mercados de deuda.
Draghi surge de nuevo. Meses atrás, la Comisión Europea encargó al banquero italiano un informe sobre la viabilidad de la economía europea, o sea, de su productividad. Y el encargo, recién concluido, se halla en manos de Ursula Von der Leyen.
Las admoniciones no son nuevas ni menos aún sorprendentes. Diagnósticos y fórmulas ya repetidas en el pasado, pero actualizadas para ayudar a Europa a aprovechar las oportunidades de la transición digital y ecológica, incluida la integración de los mercados de capitales, y la petición de inyecciones masivas, 750.000 u 800.000 millones de euros en base mutualizada, destinada a nueva inversión productiva. Reclama Draghi la armonización y racionalización de las normas industriales, de competencia y comerciales. Destaca el tino del italiano cuando refiere que en Europa el exceso de regulación lastra la iniciativa y la innovación, ‘matando a las pequeñas empresas’. Y un sinfín de axiomas y propuestas más.
Haremos dos puntualizaciones, aparcando el inviable propósito de resumir unos documentos que ocupan más de 400 páginas.
La primera, la productividad: la constatación, una vez más, de nuestra debilidad básica. A tenor de diferentes parámetros, se ha abierto una gran brecha en el PIB entre la UE y los Estados Unidos, impulsada principalmente por una desaceleración secular de la productividad en Europa. En términos per cápita, la renta disponible real ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la UE desde el año 2000. Este hecho resulta corregido y aumentado si nos referimos al caso de España, cuya famélica productividad navega a la cola de los países de la OCDE. Por desgracia, Europa se perdió en gran medida la revolución digital liderada por Internet y las ganancias de productividad que esta trajo consigo. De hecho, la brecha de productividad entre la UE y los Estados Unidos se explica en gran medida por el sector tecnológico. La UE flaquea en las tecnologías emergentes que impulsarán el crecimiento futuro. Solo cuatro de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas.
El recurso a la productividad para impulsar el crecimiento es aún mas acuciante si consideramos que la UE está entrando en el primer período de su historia en el que el crecimiento no estará respaldado por un aumento de la población. Se prevé que para 2040 la fuerza laboral se reducirá en cerca de 2 millones de trabajadores cada año. Cesará entonces el crecimiento debido al aumento de los factores, lo que hace imperativa la mejora de la productividad. Si esta flaquea, se pondrán en peligro las conquistas sociales, o la descarbonización o la transición digital, o varias de ellas a la vez.
Un breve esbozo, en segundo lugar, de la denuncia que el que fuera primer ministro de Italia realiza acerca del sistema universitario europeo, en el cual apenas hay instituciones que militen entre las más punteras del mundo. ‘Falta excelencia académica’ se titula uno de los capítulos del documento. Nuestro nivel docente es admisible e incluso notable. Sin embargo, nuestro músculo investigador es pobre. Sólo cuatro universidades de la UE figuran entre las 50 primeras del mundo y ninguna es española. Esta carencia se yuxtapone a la arriba citada, ya que afecta directamente a nuestro nivel de innovación. Draghi destaca igualmente la escasa cooperación entre universidades y empresas, lo cual «limita la transferencia de tecnología, la capacidad de innovación y, en última instancia, el crecimiento económico». El retraso europeo en el ranking de universidades influye también en la menor atracción de talento. Muy al contrario, lo exportamos.
En suma, Draghi nos obsequia con un actualizado manual de teoría económica que no tiene desperdicio. Cuelga, gratuitamente, de la web de la Comisión Europea.
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