El Centro de Ética Aplicada de Deusto presenta la colección de libros ‘Memoria e historia del conflicto y la violencia en Euskadi’.
Entrevista publicada en Grupo Vocento (16/09/2024) | Cristina Cándido.
«Si queremos construir una comunidad con cierta dosis de cohesión social y territorial es muy importante el cultivo de la memoria crítica respecto de la violencia. Hoy podemos hablar del terrorismo de ETA, ayer era la represión franquista y mañana no sabemos». Izaskun Sáez de la Fuente, socióloga y politóloga, resume con esta convicción el espíritu y las conclusiones plasmadas en la colección de seis libros ‘Memoria e historia del conflicto y la violencia en Euskadi’ (Catarata, 2024), que se presenta este jueves a las 19.00 horas en la librería Sin tarima libros de Madrid. Un trance histórico que el Centro de Ética Aplicada de Deusto analizó junto a un grupo de estudiantes universitarios -todos de la primera generación que no padeció el terror etarra- y que ha servido de materia prima para elaborar este material educativo que tiene como objetivo erosionar los principales mitos que tienden a normalizar la violencia de motivación política.
-¿Qué motivó a los estudiantes a participar en este proyecto?
-Coincidían en que vivían una especie de silencio autoimpuesto. No habían encontrado un lugar seguro donde poder hablar de estos temas.
-¿Qué aprendieron de ellos?
-Pensar que a los jóvenes no les interesa el asunto. Es verdad que el terrorismo no está hoy entre sus preocupaciones principales porque no hay una violencia directa. Decían que les hubiese gustado recibir una enseñanza para cultivar esa memoria crítica. Es una llamada de atención.
-¿Cuál fue el punto de partida?
-Las primeras sesiones confirmaron la hipótesis de que los jóvenes tienen fragmentos de memoria que no son conscientes de cómo los han interiorizado ni dónde. Llegamos a la conclusión de que con esos retazos podíamos llegar a reconstruir lo que hemos denominado el relato del conflicto milenario.
-¿En qué se traduce?
-Había una serie de mitos sobre lo que era el pueblo vasco, las relaciones entre Euskadi y España y otros elementos que permitían sustentar de alguna manera la normalización, cuando no la le
Izaskun Sáez de la Fuente atesora una larga trayectoria de análisis del terrorismo y sus efectos. R. C.
gitimación, de la violencia. Tenían algunas creencias con muy poca credibilidad histórica que formaban parte de su inconsciente individual y colectivo.
-¿Y cómo se combaten esos mitos?
-Desactivándolos a través de la educación y del diálogo intrageneracional. De alguna manera, esas creencias abonan tesis que naturalizan que la violencia no es deseable pero que es casi inevitable.
-¿Cuánto daño ha hecho la batalla del relato?
-Estamos inmersos en ella. El problema es cuando hay relatos que si no son de complicidad, son de relativización, tergiversación o de olvido. Será difícil llegar a una memoria, vamos a decir, canónica. Pero sí llegar a una memoria común que cumpla dos condiciones: que responda a lo que ha sucedido y que lo haga desde criterios de justicia. Aquella memoria colectiva que ensalza a los victimarios y que aleja a las víctimas es intolerable.
-¿Cuánto queda por hacer?
-Pienso que estamos trabajando en la dirección correcta. El proyecto editorial no es un fin en sí mismo, es un medio para saber si lo que estamos haciendo sirve o no para erigir esa memoria que permita deslegitimar la violencia.
-¿Es extrapolable este aprendizaje a los jóvenes del resto de España?
-Creo que es muy importante, al igual que pasó con la Guerra Civil o la dictadura franquista, construir esa memoria crítica. Lo que sucedido afectó a toda España, el terrorismo de ETA fue un pulso al Estado permanente. Hoy no vivimos la violencia directa, pero no vivimos en una sociedad precisamente muy pacificada, ¿no?
-¿Es optimista sobre los frutos de este trabajo?
-Si no tuviese esperanzas, no haría esto. El antídoto o la vacuna frente a los discursos de odio es la reflexión ética en profundidad. Esta se debe nutrir de un análisis crítico del pasado. Si no tomamos
medidas profilácticas, hay mucho riesgo de que se repita de la misma manera en otros lugares al trivializar discursos de odio y asumirlos como naturales.
-¿Son equiparables las enseñanzas que plasman estos libros a las de otros tipos de violencia?
-Algunos mecanismos sí. Por ejemplo, cuando se imputa la culpabilidad a la víctima y no al victimario. «Algo habrá hecho» era una de las expresiones de la época que hoy se escucha en otros ámbitos de violencia. O cuando se consideraba que era un daño colateral, el medio para un fin.
-¿Qué tiene de novedoso esta colección?
-Los jóvenes son los principales destinatarios. Hay libros enfocados desde la perspectiva histórica, como ‘La represión en la Guerra Civil y en la posguerra’. No son temáticas elegidas al azar, tratamos de evitar las simplificaciones en las que incurren los mitos y complejizar la aproximación histórica a cada una de estas realidades. Esto no quiere decir que se simplifique el argumento. Otros libros se enfocan desde la perspectiva ética, como ‘La sociedad vasca: ¿pluralidad sin pluralismo?’. En uno de ellos, y esto sí es novedoso, se ha aborda el análisis desde la centralidad de las víctimas en la literatura vasca.
INCONSCIENTE COLECTIVO
«Hay mitos que abonan la tesis que naturaliza que la violencia no es deseable pero que es casi inevitable»
BATALLA DEL RELATO
«Una memoria común debe responder a lo sucedido y hacerlo con criterios de justicia»
Lucía Martín Arévalo says
Muchas felicidades por el proyecto y por su trabajo. Considero que a través de la memoria histórica podemos progresar como sociedad en términos morales.
Como antropóloga me producen curiosidad los factores culturales del conflicto. Imagino cómo la idiosincrasia euskalduna, la cultura y el estilo de vida, chocaba (y choca) con el espíritu imperialista de la España unida. ¿Cree que la incomprensión entre la población de un lado y otro, que partían de estructuras culturales ancestrales muy diferentes, influyó en el desencadenante de la violencia?
Para lograr una memoria crítica en las nuevas generaciones, considero que hace falta una comprensión profunda de la situación, que no sirva para justificar a los victimarios, pero quizá para comprender el caldo de cultivo con todos sus ingredientes. Entre ellos, como digo, se encuentra la diversidad cultural, como en tantos otros conflictos. Este no es un factor en sí mismo sino que está presente en cada parte, decisión, escenario, etc. ¿Cree que es posible lograr un equilibrio que satisfaga a todas las partes?
Espero con entusiasmo sus respuestas.
Muchas gracias
Lucía